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La Biblioteca del Congreso de EE UU nombra a Vargas Llosa "leyenda viva"

El Nobel hispanoperuano reivindica el trabajo del artista frente a la ausencia de genio natural al recibir el galardón en Washington

Marc Bassets
Mario Vargas Llosa recibe del bibliotecario en funciones del Congreso, David Mao, el premio Living Legend
Mario Vargas Llosa recibe del bibliotecario en funciones del Congreso, David Mao, el premio Living LegendYURI GRIPAS (AFP)

El escritor Mario Vargas Llosa recibió este lunes en Washington el premio Living Legend (Leyenda Viva) de la Biblioteca del Congreso. La Biblioteca del Congreso, un templo del conocimiento humano, premió a Vargas Losa por su capacidad de “dar vida a la historia y al carácter del pueblo latinoamericano en una literatura memorable traducida a muchas lenguas en todo el mundo”, en palabras de David S. Mao, bibliotecario del Congreso en funciones. Un centenar de artistas y figuras políticas han obtenido el premio desde que se instauró en el año 2000.

El escritor hispanoperuano, Nobel de literatura en 2010, acaba de publicar la novela Cinco esquinas (Alfaguara), situada en la etapa final del fujimorismo en Perú.

“No creo que pueda convertirme en una leyenda viva”, dijo Vargas Llosa en una conversación con la periodista Marie Arana, biógrafa de Bolívar, en el auditorio Coolidge de la monumental sede de la biblioteca. “Viva, sí”, bromeó refiriéndose a que está vivo.

La Biblioteca del Congreso, la institución pública de Estados Unidos que almacena 6 millones de libros y material impreso y 121 millones de mapas, honró, en una serie de coloquios y después en la entrega del premio, la aportación de Vargas Llosa –colaborador de EL PAÍS– a la cultura americana. Fue una jornada dedicada a la obra literaria y ensayística del autor de La ciudad y los perros y Conversación en la catedral, convertido en un verdadero monumento en vida: Nobel de literatura, académico de la lengua, publicado en la colección La Pléiade (panteón de las letras francesas) y honrado por la Biblioteca del Congreso. Pero, a sus 80 años, sigue implicado en la discusión política –es uno de los últimos intelectuales engagés a la usanza del siglo XX– y en los titulares de la prensa diaria: la antítesis del artista en la torre de marfil, comprometido y hasta enfangado a veces en la realidad de su siglo.

En el diálogo con Arana, el escritor habló de sus orígenes como lector y escritor; del impacto que le causó conocer, a los 10 años, a su padre, a quien creía muerto; de cómo entonces descubrió el autoritarismo, un tema recurrente en su obra; de la literatura como forma de resistencia ante el poder; de las lecturas de Dumas, primero, y de autores como Faulkner o Malraux más tarde; de la fortuna de haber sido un escritor reconocido en vida; de la inseguridad de cualquier autor sobre el valor de sus libros.

Flaubert, el autor de Madame Bovary, le descubrió que aunque no hubiese nacido genio, con mucho trabajo podía llegar a ser un gran escritor. “Cuando descubres que no eres un genio, puede ser muy descorazonador para un escritor”, dijo.

Antes de la entrega de la medalla del premio, la Biblioteca del Congreso celebró un coloquio de académicos y otro de novelistas. Vargas Llosa apareció como un espécimen único: un escritor total. Novelista, político, articulista, autor de obras ambiciosas y otras de tono menor, artífice de relatos decimonónicos y de complejas estructuras experimentales, de piezas literatura de género y otras clásicas.

“Su modelo es Sartre”, dice el crítico y profesor en la Universidad de Brown Julio Ortega, que participó en el coloquio de académicos. “Es el último escritor de una estirpe que ha visto el mundo como una contradicción irresoluble, un mundo diríamos adversarial e internamente oposicional donde las fuerzas mutuamente se desintegran”, continúa. “Es la visión mundo latinoamericano como un mundo magníficamente frustrado. Esto produce grandes novelas: la experiencia del fracaso está en Balzac, en Tolstoi, en Galdós.”

En el coloquio de novelistas participaron el peruano Alonso Cueto, el mexicano Álvaro Enrigue y los estadounidenses Jane Smiley y Thomas Mallon. Smiley, premio Pulitzer en 1992, explicó que leyó tarde a Vargas Llosa , pero quedó marcada. En sus clases de escritura creativa, Smiley dijo que había leído con los alumnos La tía Julia y el escribidor. "Les encantó, y a quienes más gustó fue a los estudiantes más inteligentes", dijo. "Enseñó a mis estudiantes qué era posible hacer si tenías la energía y la imaginación".

Mallon, un autor que también aborda en su obra el mundo del poder con novelas políticas sobre Nixon o Reagan y autor de un artículo extenso sobre Vargas Llosa en la revista The New Yorker, glosó el carácter "panorámico y claustrofóbico, todo a la vez", de la novela La fiesta de chivo. La descripción podría aplicarse a toda la obra de Vargas Llosa.

Para preparar el citado artículo, Mallon dedicó seis meses a leer la obra de Vargas Llosa. Explicó que no puede decir que lo haya influido, puesto que no lo había leído de forma sistemática en sus años de formación. “Quizá me esté influyendo ahora. Me da confianza cuando intento entrar en las cabezas de estas personas poderosas”, dijo después del coloquio. “Le da al escritor que escribe de política algo a lo que aspirar”.

La Biblioteca del Congreso, que hace funciones de biblioteca nacional en EE UU, tiene por objetivo poner a disposición del Congreso el conocimiento y creatividad mundial y almacenar y preservar un registro de la cultura y el conocimiento universal. Entre los anteriores premiados, se encuentran el economista John K. Galbraith, el cantante protesta Pete Seeger, el científico Stephen Jay Gould, el periodista Walter Cronkite, los novelistas Philip Roth y Toni Morrison, el baloncestista Larry Bird y el cineasta Stephen Spielberg, entre otros.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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