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Arte mexicano, en la planta 25 del rascacielos

Una muestra en la Torre Iberdrola de Bilbao recorre el país en 130 obras

Borja Hermoso
'Fantasma' (2006), obra de Damián Ortega en la exposición 'Variaciones sobre tema mexicano'.
'Fantasma' (2006), obra de Damián Ortega en la exposición 'Variaciones sobre tema mexicano'. javier hernandez juantegui (EL PAÍS)

La evidencia histórica y comprobable de una guerra inútil y perdida —esa que consiste en encerrar las culturas y sus mil crucigramas en el sufijo idad: españolidad, mexicanidad, modernidad…— es principio y fin de la exposición Variaciones sobre tema mexicano—el título del libro de poemas escrito en 1952 por Luis Cernuda— inaugurada ayer en la planta 25 de un rascacielos de hipertecnologizada última generación: la Torre Iberdrola de Bilbao, obra del arquitecto argentino César Pelli.

No insista nadie. No se trate de encerrar lo no encerrable. México lo es: no enmarcable en un contorno cómodo y sereno. La violencia del narco, la masacre y la balacera, pero también Siqueiros, la fiesta de la muerte como juerga de vida, Malcolm Lowry y su cónsul alcohólico, Buñuel, las rancheras, Maná y el mariachi, el laberinto de soledad incrustado en los versos de Octavio Paz… Y ahí está la clave de una de ellas, esa mexicanidad indescifrable. Con lo cual llegamos al mito. El mito como única vía de explicación, de exploración. Y con lo cual desembocamos en Antonin Artaud, aquel escritor francés que, de tanto peyote y tanta excursión a la tierra de los tarahumaras, acertó al fin a entonar la solución: “Construir un escenario para hacer bailar en él los mitos que nos martirizan”.

El pintor sevillano Guillermo Paneque, comisario de esta exposición inaudita en las alturas de un rascacielos de oficinas, sí que lo ha hecho. Consciente de la imposibilidad de relatar México, Paneque ha desgranado sus méxicos en 130 obras: pinturas, esculturas, videoinstalaciones, fotografías, libros y objetos procedentes de museos mexicanos como el Nacional de Arte (Munal) o el del Estanquillo (la colección del escritor Carlos Monsiváis) y españoles como el Arqueológico Nacional, el Museo de América o el Musac de León, además de colecciones privadas de ambos países, incluida la propia colección Iberdrola. “Es una especie de novela visual, un ejercicio subjetivo y no exhaustivo, nunca cerrado, de lo que es México, explica Paneque.

Libros de viaje expuestos en Bilbao.
Libros de viaje expuestos en Bilbao.javier hernandez juantegui (EL PAÍS)

Lo podía haber hecho cualquiera, pues cualquiera tiene sus subjetividades, solo que él conoce bastante bien el tema. Estamos ante una exposición de autor. Los responsables de Iberdrola, con su presidente, Ignacio Sánchez Galán, a la cabeza (que ayer inauguró la muestra) se lo permitieron. Es un riesgo para ellos. Podían haberle dicho “tú estás loco” y haber optado por discursos más cronológicos, académicos, comprensibles y demás sencillo rédito a corto plazo. Porque no está claro, bien al contrario, que el propio presidente, los consejeros, los pequeños o grandes accionistas y el público en general vayan a entender bien lo que aquí se cuenta. Pero ahí está el reto. Mejor una zanahoria a perseguir el pan comido.

Esto demuestra de algún modo que una multinacional —eléctrica, como es el caso— puede incluso tener sus inquietudes intelectuales. También que los cerebros en la sombra de las más importantes corporaciones españoles entendieron hace ya algún tiempo la buena operación que en términos de imagen puede suponer asociarse con lo que llamamos la cultura. El mecenazgo privado y apoyo a las grandes muestras de los grandes museos así lo certifica. Gustará nada, poco o mucho que el dinero privado posibilite la cultura. Sin embargo, ya no hay vuelta atrás. El dinero público ya no puede hacerlo.

Pero volvamos a la torre de Pelli. Subir esta sucesión compleja e inabarcable de méxicosa la planta 25 de una sede institucional donde normalmente se habla de dividendos y cotizaciones tiene su aquel. Y este aquel merece el viaje. El viaje arranca en las figuras precolombinas de Jalisco y Colima, continúa en las monedas del Virreinato de la Nueva España, sigue en el cine de Buñuel, las obras de Gabriel Orozco y el arte chamánico y espiritista bajo el influjo de Carlos Castaneda, se prolonga en los libros de viaje y desemboca en obras de artistas modernos y contemporáneos como Dan Flavin, Cy Twombly, Tina Modotti o Santal Peñalosa.

Supone un viaje agotador y difícilmente descifrable a primera vista: en una de las videoinstalaciones, una voz y una imagen dan cuenta de las desventuras del pobre Sísifo. El mito, los mitos, una vez más, principio y fin.

Catálogo no; guía de lecturas, sí

El libro México: ensayo de un mito, concebido por la escritora española de origen venezolano María Virginia Jaua, es la extensión consecuente de esta ambiciosa exposición. Huyendo como de la peste de un catálogo al uso, la autora recoge, sí, imágenes de muchas de las piezas expuestas, pero ensancha su vocación hasta convertirse en una verdadera guía de lectura desde, por y para México.

Los textos de Derrida, Octavio Paz, Cernuda, Gonzalo Rojas, Bataille y otros autores se convierten en parte de la muestra, como lo es el mismo volumen, una joya editorial que ha contado con el apoyo del Fondo de Cultura Económica, Gallimard, Ediciones Era y el Instituto de México en España.

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Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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