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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una temporada de infarto

Morante de la Puebla, las jóvenes promesas y el ganado, las grandes incógnitas de la Feria de Abril

Antonio Lorca
Morante de la Puebla, durante el paseiíllo en la Maestranza.
Morante de la Puebla, durante el paseiíllo en la Maestranza.Julián Rojas

La temporada 2016 será, sin duda, crucial para la fiesta de los toros. De su capacidad de regeneración interna, de su imaginación para mantener a los clientes y atraer a otros, de la unidad del sector y, sobre todo, de la autocrítica y la renovación de planteamientos económicos y organizativos obsoletos dependerá, en gran parte, que salga airosa de esta cruenta guerra en la que, por muy variadas razones, lleva todas las de perder.

Las tardes de la Maestranza

Domingo 3 de abril. Toros de Benítez Cubero para Rui Fernandes, Andy Cartagena, Leonardo Hernández, Armendáriz, Manuel Manzanares y Andrés Romero.

Lunes 4. Toros de Tornay para Esaú Fernández, Jiménez Fortes y Borja Jiménez.

Martes 5. Toros de Torrestrella para Miguel Ángel Delgado, Pepe Moral y Javier Jiménez.

Miércoles 6. Toros Las Ramblas para Miguel Abellán, El Cid y Joselito Adame.

Jueves 7. Toros de El Pilar para Sebastián Castella y Alberto López Simón, mano a mano.

Viernes 8. Toros de Victoriano del Río para Morante de la Puebla, El Juli y M. Ángel Perera.

Sábado 9. Toros de Juan Pedro Domecq para Enrique Ponce, José María Manzanares y Andrés Roca Rey.

Domingo 10. Toros de Fermín Bohórquez para Sergio Galán, Diego Ventura y Lea Vicens.

Lunes 11. Toros de Daniel Ruiz para El Cid, David Mora y Daniel Luque.

Martes 12. Toros de Jandilla para Morante, Diego Urdiales y Alberto López Simón.

Miércoles 13. Toros de Victorino Martín para Manuel Escribano, Morenito de Aranda y Paco Ureña.

Jueves 14. Toros de Núñez del Cuvillo para Sebastián Castella, José María Manzanares y José Garrido.

Viernes 15. Toros de Núñez del Cuvillo para Morante de la Puebla, El Juli y Andrés Roca Rey.

Sábado 16. Toros de Fuente Ymbro para Finito de Córdoba, Juan José Padilla y El Fandi.

Domingo 17. Toros de Miura para Rafaelillo, Javier Castaño y Manuel Escribano.

La fiesta de los toros está sola y no goza de buena salud. Y esta es la razón fundamental por la que sus enemigos avanzan en todos los frentes, con la colaboración necesaria de una corriente animalista que ha calado muy hondo en la sociedad moderna.

Así, lo que suceda este año en las plazas y fuera de ellas determinará el futuro inmediato de un patrimonio cultural, estrechamente unido a la historia de este país, que atraviesa una aparente decadencia entre la desidia de unos y la cobardía de otros.

El domingo comienza la Feria de Abril y en la plaza sevillana se la juegan Morante, tan grande como irregular artista, las nuevas generaciones de toreros, el ganado y, especialmente, la propia fiesta. Es imprescindible que Sevilla triunfe para que le cambie el semblante a un espectáculo que, hoy por hoy, ofrece escasas razones para la emoción.

El toro, el gran protagonista, está desaparecido, y las figuras siguen sin entender -y los toreros más jóvenes tampoco- que el síndrome Domecq, el animal noble y tonto, sin fortaleza, sin fiereza ni casta, es un muro infranqueable para la salvación de la fiesta.

Cansada y desesperada, la afición ha huido en bandada de las plazas, y solo en ocasiones especiales es sustituida por un público triunfalista, como el que llenó el pasado domingo la Maestranza, volátil, veleidoso y de dudosa afición. El drama de la tauromaquia moderna es que la mayoría de esos aficionados considera al toro un elemento secundario, lo que subvierte el sentido primigenio de la fiesta.

Además, la tauromaquia no es hoy un valor políticamente correcto, y de ella se esconden representantes de la cultura, el arte y la intelectualidad que hasta hace poco presumían de una tradición respetable.

El Gobierno del Partido Popular aprobó una ley para la Regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural y no se ha atrevido a aplicarla; el PSOE se debate cobardemente en sus contradicciones internas, y la izquierda flamea la bandera del antitaurinismo que más bien pretende ocultar su rechazo a la identidad española en una campaña animalista.

Hasta el Tribunal Constitucional está asustado y escondido, pues en 2106 se cumplirán seis años de que el PP presentara un recurso de inconstitucionalidad ante la prohibición acordada por el Parlamento catalán.

El pasado 13 de marzo, por fin, el taurinismo ofreció, después de muchos años, una imagen de unidad y acudió en manifestación por las calles de Valencia para exigir respeto y libertad.

Y hubo más: ha nacido la Fundación del Toro de Lidia para ‘normalizar la presencia de la tauromaquia en la sociedad y reivindicar las libertades de los aficionados’. Y, hasta ahora, ha denunciado ante la justicia a las instituciones que, presuntamente, incumplen la ley que protege la fiesta y a quienes interrumpen la celebración de los festejos.

Por último, la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET) ha presentado un informe en el que analiza el gran impacto económico de la fiesta de los toros (1.604 millones de euros en 2013) con mínimas subvenciones (25,5 millones, el 0,9 por ciento del gasto total en materia cultural de todas las administraciones públicas).

El problema es que todas las acciones taurinas están diseñadas a la defensiva y con ánimo de desterrar el maldito complejo que atenaza a quien a estas alturas mantiene que el toreo puede ser un modo de entender la belleza.

Parece que nadie trabaja por la fiesta, sino para defenderla de los antitaurinos. ¡Craso error…!

La tauromaquia pervivirá si se regenera y moderniza; si las figuras cambian radicalmente de actitud; si las empresas se actualizan, y, sobre todo, si se resucita el toro bravo, fiero y encastado.

Por eso, esta temporada es de infarto; porque los enemigos no se detienen (el Ayuntamiento sevillano de La Algaba ha decidido retirar el nombre de la calle dedicada a El Algabeño; el de Coslada celebrará una consulta popular sobre los festejos taurinos, y se han reunido miles de firmas en Galicia para prohibir los festejos en esa Comunidad), mientras las figuras del toreo siguen empeñadas en lidiar toros bobos del encaste Domecq que desesperan a los más pacientes, y los empresarios presentan abonos tan importantes como los de Sevilla y Madrid con los mismos ingredientes de siempre, sin novedades ni gestas, como si no pasara nada.

O se taponan las heridas y se reanima el enfermo, o no habrá ley ni impacto económico que detengan su declive final.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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