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Coldplay lleva la fiesta a Buenos Aires

La banda británica despega en su gira latinoamericana en Argentina

“Los amo infinito”, disparó conmovido Chris Martin, cuando en el estadio Único de la ciudad de La Plata (ubicada a 52 kilómetros de Buenos Aires) ya no se podía más de la emoción. Ese cohete de la última generación del britpop llamado Coldplay despegó anoche en Argentina, el Cabo Cañaveral del rock en América Latina, con la gira de su más reciente álbum, A Head Full of Dreams, que aterrizará en el Estadi Olímpic de Barcelona el 26 y 27 de mayo.

Si el cuarteto consigue llegar a la única parada española de su tour con el mismo ímpetu de este apoteósico debut, entonces el público disfrutará de uno de los mejores happenings de la cultura pop en 2016. Y es que antes que redimir esos despliegues tecnológicos cinematográficos que han dejado a la música en la trastienda de los shows en vivo, la banda británica apostó por la fiesta. Claro, por una muy moderna, donde, aparte de las luces, las visuales, la pirotecnia y el confeti, las xyloband (los brazaletes lumínicos controlados por software que introdujeron en el tour de su disco Mylo Xyloto) fueron el mayor atractivo extra musical.

Desde el arranque del concierto, presentado en video por fans argentinas, Coldplay no se guardó nada. Ese final propio de cualquier espectáculo diseñado para estadios, los de Londres ya lo habían consumado en el trayecto inicial de su show. O al menos eso parecía. Algo similar sucedió con su repertorio, pues después de largar con la canción que titula su nuevo álbum, el grupo se abrió paso con su hit Yellow, al que le siguió Every Teardrop is a Waterfall. No obstante, antes de desenfundar el primer single de Mylo Xyloto, Martin, en perfecto español, idioma en el que se desenvolvió durante la jornada, saludó al público: “Buenas noches, amigos. Estamos muy felices y agradecidos de estar acá”. La elección de Argentina, donde la banda actuó por última vez hace cinco años, para levantar el telón de la gira no fue fortuita. Así lo dio a entender el frontman, devenido en gran agitador de masas, al dejar atrás los temas Birds y Paradise, para luego sentarse al piano en Everglow. Aunque esta vez lo hizo en un segundo escenario, muy próximo al principal, en el que además tocó Magic.

Si bien el éxito del comienzo del A Head Full of Dreams Tour (hoy repite en La Plata), al que asistieron 50 mil personas, radicó en el justo equilibrio musical y estético, el grupo inglés, pese a que jugó a la condescendencia, no abandonó su identidad. Ni siquiera cuando tributó a David Bowie con una versión de Heroes, que abdujeron a la cosmogonía Coldplay al sucederla con Viva la Vida y Adventure of a Lifetime.

Acto seguido, y tras dejar a la gente enardecida, la banda se tomó un breve hiato para segmentar el último pasaje de la performance. Volvieron bien abajo con el tándem ¿antibélico? Army of One y US Against the World, clima que aprovecharon para trepar a una tercera tarima, más pequeña e íntima, para hacer Green Eyes, elegido a partir de un concurso en redes sociales. De nuevo en el escenario central, el cuarteto levantó el ímpetu con Amazing Day, redobló el desafío con A Sky Full of Stars y alcanzó ese clímax épico del que tanto le gusta presumir con UP&UP. Amplificado además por una descarga de fuegos artificiales. Pero en una noche así, todo vale.

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