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Que no has de beber

Olivia Laing viaja al origen del alcoholismo de escritores como Hemingway, Carver o Cheever sin aportar datos novedosos

Patricio Pron
Ernest Hemingway, fotografiado en Pamplona en 1959.
Ernest Hemingway, fotografiado en Pamplona en 1959.

“No hacíamos más que beber”, recordó Raymond Carver en 1973, el año en que John Cheever y él se conocieron en el Máster de Escritura de la Universidad de Iowa; su año perdido, sostiene Olivia Laing, había sido anticipado por el autor de Bullet Park una década atrás cuando escribió El nadador, la historia de un alcohólico que, sencillamente (y aunque él no lo sepa), tarda un año en regresar a casa.

Aunque El nadador no es el testimonio más directo de la adicción al alcohol del que se disponga, su belleza y la serena desesperación que posee lo convierten en uno de los mejores recordatorios de un vínculo (el de literatura y alcoholismo) que Laing (quien habitualmente colabora en el The Guardian, el New Statesman y el Times Literary Supplement, además de escribir sus propios libros) explora aquí de cuatro maneras, que se solapan: la lectura de las biografías de Francis Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, Tennessee Williams, John Berryman, John Cheever y Raymond Carver; un largo viaje por los Estados Unidos en tren, coche y avión en busca de los sitios en los que vivieron y se inspiraron esos escritores; el estudio de los efectos de la bebida en el organismo, así como de los métodos empleados en Alcohólicos Anónimos para combatir la adicción; y su propio testimonio: la autora creció en un hogar marcado por el alcoholismo.

El viaje a Echo Spring tiene varios méritos, como pone de manifiesto el hecho de que haya quedado finalista del Premio Costa y fuese escogido como uno de los libros del año por el New York Times y Time Magazine: la rapidez y facilidad con las que se lee pese a una traducción algo mejorable, la capacidad de observación de su autora, el interés que suscitan los escritores de los que habla, la habituación del lector a un cierto tipo de ensayo lírico cuyos mejores ejemplos (La liebre con ojos de ámbar de Edmund de Waal, Leviatán o la ballena de Philip Hoare y H de Halcón de Helen Macdonald) son recientes.

A pesar de ello, constituye una decepción que ni las vidas desgraciadas y fascinantes de los autores de los que habla consigue disimular: por una parte, porque no parece evidente que exista ningún vínculo necesario entre el viaje de la autora y su propósito de “saber por qué beben los escritores y qué efecto tiene este caldo de licores (sic) en la propia literatura”; por otra parte, porque la información sobre ellos proviene de biografías fácilmente accesibles y no aporta ningún dato novedoso. Finalmente, porque pese a que, como sostiene la autora, “los escritores son, por su propia naturaleza, quienes describen mejor que nadie la aflicción”, la negación propia del adicto y la habilidad del escritor con las palabras convierte su testimonio en “una masa inconsistente de material que se mueve desconcertantemente entre el relato honesto, la automitificación y el engaño”, como reconoce la autora.

Si hay algo más detrás de los relatos del alcohol, Laing no da con ello, más allá de que establezca un vínculo entre el alcoholismo y una infancia desgraciada y el “sentimiento de que algo valioso se había hecho pedazos” que suena más que probable, así como con las “pequeñas fantasías de higiene, purificación, disolución y muerte” que aparecerían en los relatos del alcohol. La autora tampoco explica satisfactoriamente por qué escogió a estos seis escritores y no a tantos otros que también fueron alcohólicos (William Faulkner, Truman Capote, Jean Rhys, Hart Crane, Marguerite Duras, Edgar Alan Poe, Malcolm Lowry, Brendan Behan, por supuesto Dylan Thomas: la lista es enorme) ni si las funciones que el alcohol cumplió en la vida de cada uno de sus biografiados no fue (en realidad) distinta de caso en caso. La importancia de los vínculos entre literatura y alcoholismo obliga a una inmersión en el tema, pero este libro, independientemente de sus méritos, no la lleva a cabo.

El viaje a Echo Spring. Por qué beben los escritores. Olivia Laing. Traducción de Núria de la Rosa. Ático de los Libros. Barcelona, 2016. 337 páginas. 18,90 euros.

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