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EN PORTADA

‘Españolario’ de autor

De América a zarrapastroso pasando por dinero o fútbol, 27 lingüistas y escritores de las dos orillas del Atlántico retratan un idioma que pone distintas músicas a las mismas letras

Ilustración Eva Vázquez.
Ilustración Eva Vázquez.

A: AMÉRICA Nos tocó en suerte llamarnos América en honor a un personaje ambiguo e incierto, un tal Américo Vespucio que bien pudo haber sido espía, fabulador, tratante de esclavos o comerciante, y de cuyos dudosos hechos el más improbable es que alguna vez haya realmente visitado el Nuevo Mundo. Vaya capricho del destino, con tanto viajero ilustre y descubridor insigne que en efecto nos puso encima la bota. Y pensar que por Rodrigo de Triana, el jovenazo que de primeras nos divisó y señaló con el índice, hubiéramos podido llamarnos más bien La Trianera. Bartoloma o La Bartola, y en el peor de los casos El Caserío, por Bartolomé de las Casas. Cristosfera por Cristóforo, o de una buena vez Colonias en derivación de su apellido. La Cortesana por Hernán Cortés. La Pizarra por Francisco Pizarro. La Gonzalona, Jimenea o Quesería por Gonzalo Jiménez de Quesada. Esos al menos hubieran sido nombres anclados en la historia. Pero no. Nos ganamos porque sí el apócrifo pero sonoro nombre de América.

Laura Restrepo, escritora colombiana, autora de Pecado (Alfaguara).

B: BIBLIOTECA Sitio que aloja la memoria de una sociedad o de un lector (hable español o cualquier otra lengua). El arquetipo de toda biblioteca es la mítica Biblioteca de Alejandría, de la cual no sabemos casi nada, salvo su famosa ambición de coleccionar todos los libros del mundo. Las responsabilidades de una biblioteca son: atesorar documentos (no solo libros) sin meramente acumularlos, clasificar racionalmente tratando (en lo posible) de no censurar lo que clasifica, ser generosa, facilitar a todo lector (con las precauciones necesarias) el acceso a sus fondos, merecer la lúcida advertencia que llevaba sobre su pórtico una antigua biblioteca de Egipto: “Clínica del alma”.

Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional de Argentina.

CHE Che es de esas melodías que se meten en la sangre desde pequeños, como el mate y el tango, y que se incorporan a la cultura con naturalidad. Una muletilla telúrica que sirve para llamar, reprender, agradecer, compartir. Una expresión lo suficientemente flexible como para expresar intenciones opuestas. Pero sobre todo es una expresión de pertenencia. Si puedo decirte che es que un grado de confianza estamos creando. Es como compartir un mate. La distancia se estrecha y es más probable que podamos entendernos. Yo personalmente me pongo más porteño cuando estoy fuera de mi país. Y poder decirle a alguien che me ayuda a sentir que hablamos el mismo idioma. Y mucho más cuando veo que alguien de otro país la adopta. Seguramente en su sonido hay algo directo y un poco irrespetuoso. Como un salto al vacío de la comunicación. Un permiso violento de imprimir complicidad. Y sin duda es una expresión que nos acompaña y trasciende las generaciones. En un país tan voluble a la invasión cultural, el che es una trinchera inconsciente de nuestra identidad.

Claudio Tolcachir, actor, dramaturgo y director de teatro argentino.

D: DINERO El español es un activo económico al que su condición de segunda lengua de comunicación internacional le procura réditos “contantes y sonantes”: tanto por su aporte al valor de la producción de bienes y servicios (16% del PIB) como por ser factor multiplicador (por 4 y por 6, respectivamente) de intercambios comerciales y flujos financieros (lengua común que facilita tratos y contratos), es importante fuente de riqueza dineraria, cuyo futuro ha de afrontar exigentes retos, pues en un mundo globalizado el partido se jugará en los campos de la fortaleza del tejido productivo, de la investigación científica y de la calidad institucional.

José Luis García Delgado, catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid y coautor del libro Valor económico del español (Ariel).

E: EDUCACIÓN En el aprendizaje de la lengua, cabe enseñar y transmitir el cuidado de la palabra. Educar ya desde el hogar para hablar, leer y escribir bien es decisivo para el adecuado ejercicio de la libertad y la convivencia. Y dominar la lengua materna es condición para el plurilingüismo. En la literatura, las artes, la cultura y la ciencia late y vive una forma de comprenderla, un legado que hemos de recrear. Singularmente, con la lectura, la escritura, el libro, las nuevas tecnologías y la conversación se propicia el amor y el conocimiento de la lengua española. Y nada sustituye al profesorado, al aula y a la biblioteca.

Ángel Gabilondo, catedrático de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. Fue ministro de Educación de España entre 2009 y 2011.

FÚTBOL El fútbol es el juego mejor repartido en el planeta. El poeta Antonio Deltoro lo define como “la venganza del pie sobre la mano”. La especie que se desarrolló gracias al cerebro, al ojo y al pulgar oponente, vuelve al origen pateando una pelota. No hay actividad física más democrática: solo ahí alguien pequeño puede ser Messi. La lengua se ha modificado con su impulso, incorporando el verbo “chutar” y el sustantivo “guardameta”, y expresiones que definen situaciones existenciales: “fuera de lugar”, “autogol”, “ponerse la camiseta”. Gracias al fútbol, “la mano de Dios” pasó de la teología a la picardía. Es la única forma de la épica donde un 0-0 puede resultar extraordinario y que acepta juzgarse mal a sí misma. El árbitro se equivoca tanto que el fútbol es un nítido reflejo de otro juego donde la justicia es relativa: la vida.

Juan Villoro, escritor mexicano, autor del libro de crónicas sobre fútbol Dios es redondo (Anagrama).

G: GUION Afortunadamente, pasaron los tiempos en que una película hablada en español como Tristana (1970), de Luis Buñuel, se estrenara en algunos países en francés con subtítulos en el idioma local. Una lengua no sólo tiene que ser hablada por muchos, sino tener prestigio original, aunque luego a la película la prefiramos doblada. Los encuentros, desencuentros y encontronazos cinematográficos entre el español de una orilla y otra han sido marcados más que por las palabras, por sus acentos. El acento mexicano o el argentino sólo se aceptaban en el español de España para la comedia, como es el caso del enorme éxito de Can­tinflas. Fue la película La tregua (1974), de Sergio Renán, con guion de Aída Bortnik sobre un relato de Mario Benedetti, una de las primeras en ser bien recibida “en argentino” en las salas españolas. Desde entonces, gracias al cine, los acentos y las palabras de allá y de acá enriquecen las pantallas y, fuera de ellas, ensanchan la patria del lenguaje. Aunque algunas veces leamos en algún guion: “¡Espera, bróder, hay que tomar la guagua brown!”.

Manuel Gutiérrez Aragón, director de cine, escritor español y académico de la RAE.

H: Humor ¿Es el español una lengua adecuada para el humor? Sin duda, el doble sentido y las palabras con diversos significados regionales deparan inesperadas sonrisas. Diré, abusando del eufemismo, que, por ejemplo, la hija del pollo en España es la novia del pijo en Venezuela, y que, en la variada geografía del español, carro=coche=auto y caraota=fríjol=judía. Sin embargo, a la hora de reír influye más ese elemento cultural llamado sentido del humor que las travesuras de la lengua. No todos reímos de todo. Pero llevamos siglos riendo en el mismo idioma con Cervantes, Quevedo, Lope, Cantinflas y Les Luthiers.

Daniel Samper Pizano, escritor colombiano, autor de De mil humores (Temas de Hoy).

I: INTERNET Internet es un ente extraño en español, no se sabe si es masculino o femenina; si se escribe con mayúscula o con minúscula. Es un contenedor (“lo encontré en Internet”) y también un canal (“lo recibirás por Internet”); es un espacio (“está por todo Internet”) y una propiedad de ciertos cacharros (“mi reloj tiene Internet”), un medio de comunicación (“lo dicen en Internet”). Los hispanohablantes somos los terceros en usuarios de la Red y en uso de Twitter, pero solo el 5% de los sitios visitados está en español. Consumimos más que producimos (por ejemplo, entradas de Wikipedia y subtítulos).

José Antonio Millán, escritor y editor digital español, autor de Internet y el español (Fundación Retevisión).

J: JERGA Mucho le debe al rock ese uso del lenguaje para diferenciarse del resto de la sociedad. En los ochenta, Umbral y Ramoncín hicieron todo un estudio sobre el “lenguaje cheli”. Pero ahora palabras como heavy, rockero o punk han saltado de ser sustantivos a convertirse en adjetivos que incluso, en casos como heavy, en la RAE se aceptan para calificar algo “fuerte, tremendo” y no a un señor con cazadora de cuero y greñas. O, si decimos rockero, podemos estar hablando de un profesor de filosofía, un Antonio Escohotado, que tiene una actitud vital fuera de lo establecido. La jerga del rock deja de ser jerga, quizá porque el rock ya no es lo que era.

Silvia Grijalba, autora de Palabra de rock (Fundación José Manuel Lara).

K: ‘KAOS’ Hay dos: el del boxeador, que tiene en su haber no sé cuántos kaos, propinados o sufridos; y el de los punkis, que, bien en la calle o bien en la sala de conciertos, provocan un kaos o se sirven de uno preexistente, en cuyo caso convierten —cambiando una sola letra— el caos (mero desorden) en kaos (herramienta revolucionaria). Lábilmente se confunde el kaos punki con el vandalismo, igual que se confunde el llegar muy cansado y tirarse en el sofá (“estoy kao”) con el kao del boxeador que cae en la lona. Ambos símiles pretenden neutralizar uno y otro kaos, limarle los picos a la “k” y embaucarnos, de nuevo, con la falacia pacifista.

Cristina Morales, escritora española, autora de Malas palabras (Lumen).

LITERATURA ¿Qué le debe la lengua a la literatura en español, además de la obviedad de catedrales como el Quijote? Quizás el haber sido y ser una forma de contrabando eficaz, una arteria saludablemente intoxicada por la que circulan —en libros, en cómics, en periódicos—, giros y maneras (cutre,órale, chévere, aguacate: materia prima disímil formando un todo homogéneo) que sacuden el polvo y la caspa del idioma y lo vuelven brioso, incómodo, enervante; y quizás también el haber sido y ser un espacio donde tantos —Cabrera Infante y Cortázar y Nicanor Parra y etcétera— retorcieron el lenguaje hasta estrujarle sus más extremas posibilidades, perdiéndole respetuosamente el respeto, transformando el mármol de los próceres en un sitio apto para brincar con mucho donaire, y dejaron en herencia cosas tan fundamentales como, por ejemplo, la palabra “cronopio”.

Leila Guerriero, periodista argentina, autora de Frutos extraños (Alfaguara).

M: MACHISMO “1. m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. Así lo define la RAE. Y lo practica. Porque el machismo está en la lengua. Desde el uso generalizado del masculino como neutro hasta la perspectiva de los redactores: pocas de nuestras academias están presididas por una mujer. Más grave es la realidad, donde las mujeres son víctimas de maltrato, de acoso y de condiciones laborales inferiores a las de los varones. ¿Cambiar la lengua? Cuanto sea posible, sin torcer su lógica. Y, sobre todo, usarla para que sus todos hablantes tomemos conciencia de la desigualdad.

Jorge Volpi, escritor mexicano, autor de Las elegidas (Alfaguara).

N: NEOLOGISMO Los neologismos son, como indica su etimología, voces nuevas. Neológicas son las palabras procedentes de otras lenguas (rap), las acepciones (tableta, “dispositivo electrónico”) o las voces inventadas para denotar nuevas realidades (quirófano o CD). Lo que un día fue un neologismo y se sintió como novedad en poco tiempo suele devenir palabra del acervo común. No tiene sentido oponerse a los neologismos, y menos en un mundo globalizado en que existe un contacto creciente entre las lenguas. La circulación de nuevas palabras es paralela a la de las ideas, los objetos o las personas. Sí, en cambio, cabe luchar por su rápida adaptación ortográfica (tuit mejor que tweet). 

Inés Fernández-Ordóñez, académica de la RAE y directora del Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER).

Es posible recorrer Nueva York sin más bagaje que el español, pero en el extenso mundo del castellano es difícil entender anuncios, nombres de establecimientos y de todo tipo de artilugios sin saber inglés. Nos inundan los anglicismos, secundarios como somos en ciencia y tecnología, economía y política. Pero en esa competición entre lenguas, al menos podemos proclamar una victoria: la supervivencia “tecnológica” de nuestra letra más singular, la ñ, que expresa el sonido nasal palatal, inexistente en latín (y en inglés, alemán o francés), que surgió para representar grupos como gn, nn o ni. En realidad, fue una “guerra de ordenadores”: en 1991, la Comunidad Económica Europea recurrió la prohibición del Gobierno español de importar ordenadores en cuyos teclados no apareciese la ñ. Por una vez, hubo unanimidad en ambos lados del Atlántico: los idiomas no son cualquier cosa. No somos líderes en la creación de tecnología, pero vencimos a la fría lógica de uno de sus productos.

José Manuel Sánchez Ron, académico de la RAE y catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid.

O: ORTOGRAFÍA La ortografía es el conjunto de principios, elementos (letras…), reglas y orientaciones que fijan la escritura correcta de una lengua. Es el código lingüístico donde mejor se percibe la unidad de un idioma. Por encima de nuestras diferencias en la pronunciación, en el léxico o en la gramática, los hispanohablantes escribimos como si tuviéramos una misma voz. La unidad ortográfica posee gran importancia en el ámbito de la comunicación y de la economía. El dominio de la corrección escrita es un valor que se refleja en la imagen social y que tiene consecuencias económicas, laborales y culturales. Por eso, es importante su aprendizaje y su respeto.

Salvador Gutiérrez Ordóñez, miembro de la RAE y coordinador de la Ortografía académica.

P: POLÍTICAMENTE CORRECTO Las palabras son huellas. No son homenajes. No son estatuas de dictadores que nos distraen de quienes queremos ser a partir de hoy. El diccionario no posa para salir favorecido: dentro de las carcasas de sus significantes sedimentan sucesivos discursos de poder, tópicos malsanos, correcciones. Las palabras no deberían escamotear la violencia del mundo, sino contenerla y recordarla para que las podamos arrojar contra el espejismo de nuestra propia libertad. No es que la realidad se funde bíblicamente en el lenguaje, es que no puede esconderse tras las palabras que la nombran. La carne ya estaba ahí. Convertir el lenguaje en falsa utopía suaviza la crueldad del verdugo de las mujeres, de los gitanos, de los gallegos. Nos pone anestesia.

Marta Sanz, escritora española, autora de Farándula (Anagrama).

Q: QUIJOTE 1. Mito de la cultura hispánica que culturetas, pedabobos y políticos desentierran cada cien años para usar como arma arrojadiza. 2. Libro escrito por Miguel de Cervantes en lengua española y convertido en clásico por generaciones de lectores de todo idioma, origen y pelaje, que encontraron en él un mundo extraordinario de humor, inteligencia y buen ánimo. La invención de unos personajes vivos, pero simbólicos, la quiebra de límites entre la realidad y la ficción, y una escritura feliz y desatada cambiaron para siempre el modo en que la literatura explica el mundo. Tonto el que no lo lea.

Luis Gómez Canseco, catedrático de Literatura en la Universidad de Huelva y autor de la edición de la RAE del Quijote de Avellaneda.

R: RED SOCIAL La lengua española se dio un revolcón en Internet. Las redes, que son un patio de colegio global, ayudaron a que la gente siga escribiendo español sin faltas de ortografía. El “feis” hace literatura cada cinco segundos. La gente abre su corazón, y lo abre con un español coloquial, pero lleno de pasión. El “feis” es cotidiano y el Twitter es más profesional. El “feis” trajo erotismo al español. Y las redes sociales son palabras con fotos, palabras españolas. La lengua que no tiene “feis” no existe. El “feis” son las nuevas tablas en las que Moisés esculpiría hoy los Diez Mandamientos.

Manuel Vilas, escritor español y autor del diario nacido en Internet Listen to me (La Bella Varsovia).

S: ‘science’ Sí, así, en inglés. Si una chavala interesada en hacer una carrera de ciencias me pidiera un consejo, le diría que, antes incluso de estudiar el cálculo diferencial o la formulación de la química orgánica, aprendiera inglés. Porque eso facilitará enormemente su vida académica y profesional. Newton escribió su obra magna en latín, y Einstein lo hizo en alemán, pero hoy toca el inglés como lingua franca. La ciencia es un empeño internacional, y la primera obligación de sus practicantes es entenderse unos a otros. El español, no obstante, seguirá siendo una valiosa herramienta de divulgación científica. Esto es, mientras haya lectores.

Javier Sampedro, científico y periodista, autor de Deconstruyendo a Darwin (Crítica).

TRADUCCIÓN En nosotros convive, escondida, la musicalidad del idioma ruso que marcó la infancia de dos generaciones de cubanos. Nuestra memoria afectiva pasa por esa banda sonora de dulce y triste cadencia que terminaba en la lectura del Koniec como milagro final. La literatura rusa le regaló el silencio a nuestro acelerado lenguaje. El Caribe francófono y anglófono es un verdadero misterio para nosotros. Quienes traducen sus obras al español emplean tantos clichés y esquemas explicando los contextos que los propios caribeños no logramos reconocernos o acercarnos con naturalidad a las historias que nos narran.

Wendy Guerra, escritora cubana, autora de Negra (Anagrama).

U: ‘USA’ En la proyección sobre el número de hablantes de español para el año 2050 que figura en algunos de los documentos divulgados por el Gobierno de Estados Unidos queda claro que se espera que el español se expanda de forma exponencial. En el censo de 2000 constaba que había 35,3 millones de habitantes que hablaban español como lengua materna o como lengua de herencia, un 12% de la población total. En 2010, eran 37 millones (el 15% de la población) y la proyección para 2050 era de 92 millones (el 24% de la población).

Juana Muñoz-Liceras, lingüista y profesora en la Universidad de Otawa.

V: VOCABULARIO El vocabulario, el léxico del castellano o español, refleja la cultura de su extensa comunidad de hablantes y permite nombrar conceptos, emociones, imágenes. Como todas las lenguas vivas, el español actual olvida palabras, pero crea otras y, gracias a la globalización, acoge préstamos al tiempo que da vida nueva a palabras de sus propias variedades. Por eso, junto al cotidiano, sus hablantes disponemos hoy de un ingente vocabulario, más o menos pasivo, que activar para comunicarnos. Nunca español de Europa y español de América han estado tan cerca.

Pilar García Mouton, profesora del CSIC y coautora de Palabras moribundas (Taurus).

‘Whatsapp’ A pesar de la exótica w —letra advenediza que a través de anglicismos busca hueco en la lengua escrita, sin acabar de encontrar acomodo en la oral—, el whatsapp se ha convertido en instrumento de comunicación inmediata por excelencia. Puente entre la oralidad y la escritura, su influencia en la lengua, no obstante, se limita al ámbito de la comunicación escrita. De hecho, se nutre de la lengua viva cotidiana y elimina lo prescindible (acentos, signos de puntuación, vocales, consonantes) o da nuevo uso a lo tradicional (emoticonos, mayúsculas) para crear textos apenas elaborados sintácticamente, poco complejos y a menudo redundantes. Por eso triunfa: porque el resultado es algo vivo, dinámico, flexible, espontáneo, inmediato. Como la vida misma.

Florentino Paredes, coordinador de El libro del español correcto (Espasa/Instituto Cervantes).

‘X’ La “x” es la pequeña extravagancia que simboliza la identidad de los mexicanos. En el siglo XVII, el sonido “sh” del náhuatl fue transcrito como “x” por los misioneros. Hay x escondidas en muchas palabras, como “chocolate”. Antiguamente también simbolizaba el sonido de la “j”, y de allí que en los facsímiles veamos escrito “quixote”, y escribamos ahora “Xalapa” y “Texas”. La encontramos también en el axolotl, el anfibio que Cortázar inmortalizó en un cuento. A pesar de los exabruptos que causa en quienes no la comprenden, la x siempre consigue exhumarse. Como los exiliados, como los pueblos en peligro de extinción, la x es una sobreviviente.

Guadalupe Nettel, escritora mexicana, autora de Después del invierno (Anagrama).

‘Y’ La “y” es la imagen del bivio, según Gracián. En efecto, ofrece varios. Se la conoce por dos nombres: uno prestigioso e inapropiado, “Y griega”; y otro fonético: “ye”. Tiene dos valores: vocálico, “pejerrey”, y consonántico: “yuyo”. Consonante tiene dos articulaciones: sorda, común a vastas zonas del español; y otra, “rehilada”, propia del Río de la Plata, que afirma el pedal sonoro. En el litoral argentino, sustituye al sonido de la “ll”: decimos “yanto” (en otras zonas decimos “lianto”). Y una curiosidad: en Catamarca la “rr” (rosa) se aproxima al sonido de la ye rehilada: “Llegó la yubia”, vale por: “la rubia” o “la lluvia”.

Pedro Luis Barcia, miembro de la Academia Argentina de Letras.

Z: ZARRAPASTROSO Este pentasílabo difícil de pronunciar viene a ser lo contrario de endomingado. No tiene, como éste, una etimología definida, pero sin duda es patrimonial; quien lo dice suele sentirse muy español, aunque se le trabe la lengua. Es sintomático que se haya esgrimido —digo bien, como un arma— para caracterizar el estado actual de la lengua. Podría haberse dicho pobre; pero no. Aquí nos gusta la sonoridad, el patetismo, la garapiña —sí, nos encanta consultar el Diccionario—. Y, sin embargo, la pobreza de una lengua es más anodina y mecánica: se revela en la repetición formularia, en el uniforme gris. Quizá por eso algunos crean que su riqueza consiste en exhibir los galones, bien fulgentes, en algún palco. Otros, menos dados a la prosa de diccionario, preferimos la discreción, que exige más arte y es virtuosa, aunque no se note.

Luis Magrinyà, escritor español, autor de Estilo rico, estilo pobre (Debate).

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