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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mi amigo Krzysztof

Tímido, reservado, el director de la trilogía 'Tres colores' era, ante todo, muy inteligente

El director polaco, en el festival de San Sebastián de 1994.
El director polaco, en el festival de San Sebastián de 1994. JESÚS URIARTE

Conocí a Kieslowski en Varsovia en el estreno de No amarás. Ya nos habíamos cruzado en el Festival de San Sebastián porque compré el Decálogo. Pero fue con No amarás cuando cuajó nuestra amistad, que además derivó en la distribución de la trilogía Tres colores. A Krzysztof le gustaba mucho España. Azul la presentó en la Seminci, y el Goya que ganó por ese trabajo se lo entregamos durante el festival de Berlín, donde presentaba Blanco, con la puerta de Brandeburgo de fondo. Con Rojo disfrutó muchísimo en San Sebastián: un día comió unas pochas, y le gustaron tanto que rehusó la merluza que le habían preparado de segundo, repitió pochas y de postre comió… pochas. Tímido, reservado, Krzysztof era ante todo muy inteligente. Y eso le hacía tomar decisiones curiosas: cuando le fue a buscar un coche para llevarle a Valladolid, solo pidió por adelantado que no pusiera música. A mí me extrañó, porque siempre fue un cineasta muy preocupado por sus bandas sonoras. “Cuando voy en coche, quiero ir tranquilo, pensando y viendo el paisaje, y la música me distrae”, me respondió.

El Krzysztof que yo conocí fue muy consciente de hasta dónde había llegado en el cine. Acabada la trilogía, le pregunté qué iba a ser lo próximo, e incluso con los guiones avanzados de Cielo, Purgatorio e Infierno [que finalmente se rodaron con otros directores], me respondió: “La gente no me cree, José María, pero no voy a dirigir más”.

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Incluso hablamos de filmar en España y coproducir Purgatorio. “Vamos si quieres ir avanzando, aunque ya verás tú cómo al final no las hacemos”. Y desgraciadamente así fue. La trilogía fue extenuante para él a todos los niveles. Recuerdo muchísimo un paseo en el Festival de Setúbal, al atardecer, cuando vimos desde la costa una manada de delfines, y volvió a repetir: “Esto se ha acabado”. “Pero, ¡si estás en tu mejor momento!”. “Que no, José María, que esto se ha acabado”. Azul tuvo en España 600.000 espectadores; Rojo, 300.000; Blanco, 150.000. Cantidades impresionantes, que hoy son imposibles. Echo de menos su humor inteligente —de ese que cuando tú vas, él ya ha ido y vuelto dos veces—, su humanismo, su capacidad de reírse de sí mismo. Marcó mi carrera y me marcó su amistad.

José María Morales, consejero delegado de la productora y distribuidora Wanda Vision, distribuyó en España el cine de Krzysztof Kieslowski y era amigo del cineasta.

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