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William Wyler, ‘El creador de estrellas’

El director argentino Juan Carlos Fauvety recrea en un documental la historia de uno de los grandes cineastas clásicos de Hollywood

Dean Martin, Audrey Hepburn, William Wyler, Frank Sinatra y Shirley MacLaine en 1961.
Dean Martin, Audrey Hepburn, William Wyler, Frank Sinatra y Shirley MacLaine en 1961. EVERETT COLLECTION

Un viaje al blanco y negro, cuando el celuloide era el presente. Un regreso a cuando la colina más famosa de California lucía con la palabra Hollywoodland. A través de los testimonios de Gregory Peck, Henry Fonda o Audrey Hepburn, con imágenes de los archivos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas y con la voz de Eugenio Zanetti —ganador del Oscar a mejor diseño de producción en 1995 por Restoration—, Juan Carlos Fauvety (Buenos Aires, 1964) recuerda a uno de los más grandes directores de cine de EE UU: William Wyler, El creador de estrellas.

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Cuenta Fauvety que Wyler —que nació en 1902 en Mulhouse, en la Alsacia alemana, hoy francesa— dijo de joven: “Ir a EE UU a trabajar era como un viaje a la Luna”. Al año siguiente de ver la Estatua de la Libertad por primera vez desde un barco con otros miles de migrantes, se subió en un tren que, durante seis días y viajando de pie, le llevaría a Los Ángeles. Allí comenzaría como “ayudante del ayudante del ayudante del director”.

El documental William Wyler-Starmaker (2015) brota de la adolescencia de Fauvety. “Mi padre me dijo con 11 años ‘Fíjate siempre en Wyler’. Con 13 años me llevó a ver 2001: una odisea del espacio. 25 años después, me encontré en la casa de Kubrick”, asegura el director argentino. Su admiración por los directores clásicos le llevó a leer y releer biografías, entrevistas y a reunirse con actores y productores que habían trabajado con ellos.

“Lo que diferencia a Wyler de otros es la profundidad psicológica de sus personajes”, apunta Fauvety. Es precisamente la voluntad de mostrar a personajes creíbles en sus películas la que hizo que Wyler se ganara el apodo de 55 tomas Wyler. El realizador insistía férreamente a los actores para que hicieran creer a la cámara la verosimilitud de su interpretación. No tenía problemas en repetir una y otra vez las escenas hasta que él mismo se creyera a los Gregory Peck, Audrey Hepburn o Charlton Heston. “En sus filmes todos los personajes cambian psicológicamente desde el inicio hasta el final. Como en la vida real”, añade el director argentino.

Para Fauvety, “se le reconoce menos a Wyler su trabajo frente a otros como Hitchcock porque él apostaba por los personajes antes que por las tomas. Por eso se habla de películas como Ben-Hur o Vacaciones en Roma, pero pocas veces se menciona que fue él quien las dirigió”. El propio Wyler descubrió la espontaneidad de una jovencísima Audrey Hepburn y le dio la oportunidad de conseguir su primer Oscar por Vacaciones en Roma (1953).

El documental, de 70 minutos, que revive la carrera de aquel alemán que soñó con rodar en EE UU y terminó recibiendo en 1966 el Premio Irving Thalberg de la Academia de cine estadounidense, que reconoce a aquellos “cuyo trabajo refleje una constante gran calidad de producción”, se podrá ver este martes en Casa de América de Madrid. Fauvety está negociando su proyección en Londres y en Estados Unidos, así como su difusión a través de canales públicos o de documentales.

“Mi intención es hacer revivir a Wyler a través de su propia historia y sus propias imágenes. Que las generaciones que no lo disfrutaron comprendan su importancia”, afirma el director argentino, que tiene claro que “los grandes directores ya no existen”.

Sin cabos sueltos

William Wyler no dejaba cabo suelto. En la escena de Ben-Hur en la que el protagonista (Charlton Heston) se reencuentra con el jefe militar Messala (Stephen Boyd) ambos intercambian un “¡Mírate!”, debido al cambio físico que han experimentado desde que se conocieron en la infancia. El tono de Heston y Boyd no es el mismo. “En esos detalles se puede ver la mano de Wyler. Ben Hur y Messala no se miran igual el uno al otro. Cada uno ha vivido unas experiencias distintas y Wyler quiere que los actores lo hagan creíble”, dice Fauvety.

El cineasta alemán consiguió a lo largo de su carrera 127 nominaciones al Oscar para sus películas, 12 para él mismo como director —registro que no ha sido superado hasta la fecha— y tres Oscar a mejor director por La señora Minvier (1943), Los mejores años de nuestra vida (1947) y Ben-Hur (1957).

La Segunda Guerra Mundial supuso un punto de inflexión en la trayectoria del mundo del cine. Wyler la vivió desde el aire, pero no dejó de rodar. A bordo de la fortaleza aérea B-17 Memphis Belle —que completo 25 misiones de bombardeo entre Inglaterra y Alemania—, filmó el documental Memphis Belle (1943). En 1944 le tocó vivir los ataques contra las líneas de abastecimiento alemanas a bordo de los cazas P-47 Thunderbolt. Los cielos de Italia sirvieron de escenario para su segundo documental: Thunderbolt (1944).

Las ametralladoras y los motores de aquellos gigantes voladores le dejarían con solo el 50% de audición en uno de sus oídos. Pero Wyler rodaría sus filmes más recordados con la influencia física y mental del conflicto. En Hollywood aún resuena el “No es suficientemente bueno” que dedicaba a los actores cuando no le convencían.

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