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La nueva órbita lesbiana

Love of Lesbian, una de las bandas más exitosas del ‘indie’ español, publica nuevo disco, ‘El Poeta Halley’, con la colaboración de Serrat

Isabel Valdés
Los lesbianos en la sede de Warner.
Los lesbianos en la sede de Warner.Kike Para

La primera vez que suenan los 72 minutos y 6 segundos de El Poeta Halley la sensación es peculiar: suena a Love of lesbian recorriendo algún camino fuera de sus límites territoriales. En la segunda escucha los instrumentos empiezan a exigir su papel, servidor en cualquier caso de la lírica. A partir de la tercera llega la revelación. Ellos dicen que han salido de su zona de confort, lo que parece más verosímil es que el disco ha nacido y se ha expandido como la hiedra, libre y salvaje. Cuando crees que no hay nada más, en la última canción, llega una declamación. Es Serrat.

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Ha sido un disco señorito, de esos que hacen lo que les da la gana desde el primer momento. Apareció, empezó a transformarse y ellos se dejaron hacer. El Poeta Halley, como el cometa, tiene órbita retrógrada: en dirección contraria. Sin ningún tipo de remordimiento y cuatro años después de aquella noche eterna, de aquellos días no vividos.

Su línea, más que subrayada, de no poner las cosas fáciles —1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna) (Warner Music, 2009) se recuerda como una excepción de éxito mainstream que tampoco fue tan mainstream— vuelve con otro desarrollo y el eco de quienes aseguran no resignarse a seguir haciendo lo mismo que cuando empezaron. Los de 1997 ya no son los mismos. Ni quieren serlo.

Carátula de 'El Poeta Halley'.
Carátula de 'El Poeta Halley'.

Sentados en un sofá de la sede de Warner en Madrid, Joan Ramón Planell y Julián Saldarriaga flanquean a Santi Balmes, padre del lirismo lesbiano. Los tres (y los dos que faltan, Oriol Bonet y Jordi Roig) saben que se la han jugado en este disco libro de 13 canciones (15 ilustraciones de Sergio Mora incluidas). Psiconautas: nueve minutos y 35 segundos de letra, coros, teclados, guitarras y sintetizadores, con contorsiones tan delirantes que algunos de esos instantes podrían ser himno de película de guerreros pergeñada por Pixar (o por Disney) y otros parecen extraídos de la psicodelia más pura de la banda. “Desde el principio se impregnó todo de un carácter muy especial y supimos que había que respetar el carácter del disco”, explica Planell.

Una sombra de verdadera seriedad asoma cuando se dice explícitamente lo que se piensa: no es un disco blando y masticable. Cuenta el guitarrista, secuenciador y corista Saldarriaga que el cambio entre la primigenia maqueta y el final es brutal. Y Balmes se congratula. “Es buena señal, hemos cambiado, todavía podemos sorprender. Éramos conscientes de lo que iba a pasar, pero a la vez era como… ¡buah! Tiene que ser así”.

Y es un recorrido por el ancho y el largo que da de sí un grupo que se encuentra en ese triángulo del triunfo indie —entiéndase ya la etiqueta como lo que es, protocolo— que conforman Vetusta Morla, Sidonie y los lesbianos. De los primeros en triunfar en esta franja del panorama musical bajo el que muchas otras bandas se cobijan.

Ellos se han limitado a hacer lo que acostumbran, lo mismo que ha hecho su Poeta con ellos, lo que les da la gana. También el bautismo del disco, el tercero producido por la multinacional, tiene que ver con ese libre albedrío del que disfrutan y que para Balmes “es lo que proporciona luego la verdadera satisfacción de que algo guste”. El Poeta Halley se engancha a varias teorías, porque los nombres de los discos también están adscritos a esa prosa poética específica de Balmes, a veces irónica, a veces irreverente, a veces sorpresiva por sencilla. “Como concepto tiene que ver con los ciclos. Cuando el cometa completa su órbita y vuelve, ya nada es lo mismo”. Ni ellos ni los observadores. “Aunque tiene que ver con el instante en el que el disco llegue, eso determinará si se incrusta en tu vida o no”.

Tiempo es lo que se necesita para afrontar este eclecticismo creado por unos lesbianos despojados de pasado, éxitos y mochilas. No es sino a partir de la tercera escucha cuando llega la revelación: se toca casa. “Se toca casa”, repite Balmes. Más aún, si es posible, cuando en el 4:52 de la última canción, de repente, se escucha a Serrat. El epílogo. “Casi nos arrodillamos”, se ríe Saldarriaga. El “maestro” aceptó la proposición del grupo, aunque corrigió un par de preposiciones y opinó que era “un poco largo”. Balmes guarda los papeles de esa corrección como un tesoro. “Mantuvimos la compostura hasta que se marchó. Cuando se fue, dejó una estela de solemnidad”.

La misma con la que cierra el disco, que probablemente caiga de pie, como los gatos, como suena en Los males pasajeros. Eso sí, con tiempo y solo si quien está al otro lado está dispuesto a renunciar a un vis a vis facilón: el Poeta es más de relaciones largas.

13 preguntas por 13 canciones

Una frase de cada una de las 13 canciones de El Poeta Halley dan lugar a 13 preguntas que Santi Balmes (letrista, vocalista, guitarrista y teclista), Julián Saldarriaga (guitarra, secuenciadores y coros) y Joan Ramón Planell (bajo y sintetizador) contestan brevemente. O lo intentan.

Océanos de sed: "Ya vuelvo a estar aquí".

Saldarriaga: "Volvemos a estar en el punto de riesgo, en esa posición en la que le estás pidiendo al oyente un esfuerzo extra".

Planeador: "Lancé botellas desde playas tan desiertas".

Balmes: "Me lanzaría una a mí mismo para recuperarla dentro de 50 años, igual suena agocéntrico, pero me diría 'cuéntame si ha valido la pena".

Bajo el volcán: "Le estaba prohibido volver".

Planell: "Nos está prohibido volver al inglés. Con eso somos como los exfumadores, una vez que salimos de allí, ya no lo soportamos".  LOL cantó en inglés hasta Maniobras de escapismo (Naïve, 2005), aquel fue el primer disco completamente en castellano.

Cuando no me ves: "Solo lo hago cuando no me ves".

Saldarriaga: "Me gusta ensuciarme cuando estoy componiendo, como cuando te pasas todo el día en pijama. Estar hecho un guarro, vaya".

IMT: “¿Y qué? Lo volvería a hacer.”

Balmes: "Siempre se repetería algo en el aspecto sexual, acudimos a la hembra como amantis religiosas. Es culpa de las hormonas".

Canción de bruma: "Aún no sé si es despedida y le sonrío a la silueta de un recuerdo".

Planell: "Le sonreiría a la parte negativa que siempre va con uno; gracias a eso también eres tú".

Los males pasajeros: "Caerás de pie como hacen los gatos".

Saldarriaga: "Creo que la salida de La noche eterna. Los dias no vividos fue una caida de pie. Lo pusimos muy complicado haciendo un disco doble".

En busca del mago: "Y el pájaro inmortal…olvidó al otro mago".

Balmes: "Siempre se olvida al mago anterior. Las emociones son algo muy transitorio en realidad y las personas en esta época también".

El ciclo lunar de Halley Star: "Diluvia en mi fobia social".

Planell: "Mi única fobia es perder la cabeza, directamente, una enfermedad mental e imaginar cómo conviviría con ella".

Contraespionaje: “Soy la vida, imbécil.”

Saldarriaga: "Soy un tipo muy afortunado, a mí todavía la vida no se me ha plantado. Pienso que el karma está esperando para darme una gorda".

Psiconautas: "En un adicto no verás dispersión, hay constancia y mucha dedicación".

Balmes: "Soy adicto al ejercicio creativo. a la magia, a convertirte en cazador de canciones, a explorar geografías mentales".

El poeta Halley: "A los doce tuve un sueño en que ganaba, pero el sueño me venció".

Planell: "En la parte de EGB yo era el inadaptado del colegio de los pijos. En la adolescencia llegó el topicazo, pero es la verdad, soñaba con esto".

El Yin y el yen: "¡Adiós, que salgas de mi vida!"

Balmes: "Le diría adiós al cinismo, al miedo y a quedarme calvo".

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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