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La pizza, ¿Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?

Italia presenta ante la Unesco la candidatura de uno de sus productos gastronómicos más célebres

Tommaso Koch
El chef italiano Gino Sorbillo muestra sus pizzas con las letras de la palabra Unesco en Nápoles, el 4 de marzo de 2016.
El chef italiano Gino Sorbillo muestra sus pizzas con las letras de la palabra Unesco en Nápoles, el 4 de marzo de 2016. CESARE ABBATE (EFE)

El voto a favor ha sido unánime. Una rareza absoluta en el país del transformismo y la ingobernabilidad. Todos los miembros de la comisión nacional italiana para la Unesco estaban de acuerdo. Y, con ellos, el casi millón de firmantes de una petición online. O los Ministerios de Agricultura (el autor de la propuesta) y de Exteriores, Universidad, Medioambiente y Economía, volcados en apoyar la batalla. Una unión insólita, que el belpaese apenas experimenta cada cuatro años, por el Mundial de fútbol. Al fin y al cabo, se trata de encumbrar a una de las marcas más célebres de la casa: Italia decidió el pasado viernes pedir a la Unesco que nombre la pizza –en concreto, “el arte tradicional de los pizzaioli napolitanos”- Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

La candidatura oficial llegará ante el organismo en los próximos días, aunque para la respuesta habrá que esperar 2017. Mientras tanto, el país se ha volcado en celebrar todos los ingredientes de su plato más famoso y amado junto con la pasta: los gastronómicos, pero también los económicos y sociales. Por ejemplo, los 100.000 trabajadores y 10.000 millones de euros que vale el sector, según Roberto Moncalvo, presidente de Coldiretti, la principal asociación nacional de asistencia a la agricultura. "La pizza representa a Italia en todo el mundo”, ha resumido el ministro de Agricultura, Maurizio Martina. De hecho, la recogida de firmas en la Red ha recibido apoyos mucho más allá de las fronteras italianas, de Japón a Argentina.

La pizza aspira así a reforzar la presencia italiana en las listas de la Unesco: ya es el país con el mayor número de sitios considerados por el organismo como Patrimonio Material de la Humanidad, con 50 lugares y monumentos. En el documento elaborado por la comisión, se atribuye al plato un valor que trasciende de lejos su sabor, debido a su “función de rescate social, como elemento de identidad de un pueblo, no solo de los napolitanos, sino de toda Italia”, tal y como destacan varios medios locales. Los mismos periódicos adelantan también una tramitación larga y compleja, “especialmente porque hasta ahora la Unesco nunca ha registrado una tradición relacionada con una producción alimentaria”, según el responsable legal de la candidatura, Pierluigi Petrillo.

Bajo el paraguas del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, la Unesco protege aquellas prácticas culturales y tradiciones que “ayudan a demostrar la diversidad del patrimonio [cultural] y aumentan la conciencia de su importancia”. En el caso de España, por ejemplo, la lista incluye el flamenco o la fiesta de la Mare de Déu de la Salut de Algemesí. E Italia ya cuenta con la opera dei pupi (un teatro de marionetas de Sicilia), el canto a tenore de los pastores de Cerdeña o la práctica tradicional del cultivo de la viña en vaso (vite ad alberello) de la comunidad de Pantelleria.

Al parecer, hace un año la misma comisión ya quiso encumbrar la pizza, pero la propuesta nunca llegó ante la Unesco “por razones técnicas”, asegura el diario napolitano Il Mattino: para evitar que las peticiones se acumulen ante el organismo, solo se analizan unas 50 al año. Así que ahora la candidatura ya estaba lista para salir del horno, y tuvo incluso que acelerarse: la comisión descubrió que Estados Unidos quería pedir a la Unesco el reconocimiento de la “pizza New York Style”.

Un bofetón que el orgullo nacional no hubiese podido tolerar. Bastante tiene Italia con otra noticia sobre la pizza que ha sido muy comentada estos días. El IX campeonato internacional del Pizzaiuolo Napoli-Trofeo Caputo, que escogía al mejor maestro pizzero de entre 150 candidatos de todo el mundo, ya anunció su ganador. Tiene 33 años y un apodo que engaña: por mucho que le llamen "Pasquale", de napolitano no tiene nada. Su nombre es Akinari Makishima y es japonés. Definitivamente, la pizza es Patrimonio de la Humanidad.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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