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Las huellas de García Márquez

Los institutos Cervantes y Caro y Cuervo homenajean al Nobel con una charla entre Felipe González, Dasso Saldívar y Juan Cruz

Felipe González, Juan Cruz y Dasso Saldívar, en el Homenaje a Gabriel García Márquez en el Instituto Cervantes.
Felipe González, Juan Cruz y Dasso Saldívar, en el Homenaje a Gabriel García Márquez en el Instituto Cervantes.Jaime Villanueva

Este complejo marzo político de España se coló anoche, con el expresidente del Gobierno Felipe González y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en un homenaje celebrado en Madrid a Gabriel García Márquez, quien tuvo varios marzos literarios en su vida. Nació el 6 de marzo de 1927 y fue en marzo de 1944 cuando la vocación literaria y periodística de quien firmaba entonces como Javier Garcés se despejó y tuvo gran impulso, sin sospechar que habría de impactar a millones de personas con su verdadero nombre.

Setenta y dos marzos después de avistar aquel horizonte literario, tres de sus grandes lectores se reunieron para homenajearle y hablar de las huellas que el Nobel de Literatura dejó en ellos tanto en lo literario como en lo personal. Anécdotas, risas, análisis críticos y secretos compartidos por Dasso Saldívar, quien rastreó su vida varios años hasta redactar la biografía El viaje a la semilla (reeditada ahora por Ariel); Juan Cruz, que lo siguió como periodista y lo entrevistó muchas veces, y González, quien, tras admirarlo como lector, lo pudo conocer y se hicieron amigos. A Gabo le gustaban las intrigas como a nadie y siempre buscó la paz para Colombia. Tenía una fe ciega en eso”, aseguró o el expresidente. Y, este mes de marzo, Gabo estaría feliz porque, si nada se tuerce, el gobierno colombiano firmará la paz con la guerrilla de las FARC.

Los tres compartieron sus experiencias, pero, sobre todo, evocaron al autor, fallecido el 17 de abril de 2014. Lo hicieron en la sede del Instituto Cervantes, de Madrid, convocados tanto por este como por el Instituto Caro y Cuervo. Más de un centenar de personas, entre las que estaba Sánchez, les escucharon las anécdotas relacionadas de Gabo con la infancia, los abuelos con quienes se crio en Aracataca o su alto sentido de la amistad.

El poder, ¿por qué le fascinaba estar cerca de los poderosos?, preguntó Cruz al expresidente González. “Gabo tenía una curiosidad infinita por todo, incluso por saber qué le pasaba la gente con poder por la cabeza antes de tomar una decisión que afectaría a millones de personas. Quería comprender qué era el poder”. Una de las semillas de esa fascinación, contó Saldívar, está en que en la casa de Aracataca donde se crio con sus abuelos maternos fue testigo del poder. "Del poder que tenía su abuelo Nicolás en el pueblo. La gente lo respetaba, le pedían consejo. Todos lo conocían como el viejo general que había participado en la Guerra de los Mil Días".

El hallazgo del escritor

Un marzo tan decisivo como el actual en España lo fue para García Márquez el de 1944: el poeta Carlos Martín fue nombrado director de su colegio en la helada Zipaquirá de los Andes colombianos. El futuro Nobel tenía 17 años. Fueron los días en que descubrió a Homero, Sófocles, Virgilio, Dante, Shakespeare o Tólstoi.

Y si así fue como penetró en otros mundos literarios, Saldívar entró en su universo con Cien años de soledad. Estaba en tercero de Bachillerato: “Lo leí porque vi su foto en un periódico y su aspecto sonriente y antisolemne me llamó la atención. Su lectura me dejó mareado de fascinación. De la lectura ordenada y anotada de sus libros, me surgió la necesidad de saber quién era García Márquez. Todos lo leían, pero era el gran conocido desconocido”.

Cruz también llegó a él por Cien años de soledad. “Fue un deslumbramiento”, recordó el escritor y adjunto al director de EL PAÍS. “Fue como entrar en otro mundo, pero no muy ajeno al mío. Lo que contaba se parecía a lo que contaban las madres canarias a los niños con todas esas fantasías”.

La amistad fue otro de los temas de la noche. Felipe González aseguró que "la amistad con él era imposible de comprender sin la Gaba (como llaman los amigos a Mercedes Barcha, viuda del escritor). Juan Cruz recordó que en una ocasión en Cartagena de Indias cuando García Márquez ya casi no reconocía a la gente vio a uno de sus grandes amigos, a Juan Gossaín, y le dijo: "Yo a ti te conozco". Y le cogió la mano y se la besó. "Quizás fue una señal para que Gossaín escriba un libro sobre la amistad", comentó Cruz.

Tras el primer acercamiento de Saldívar, Cruz y González a García Márquez a través de la lectura de Cien años de soledad llegaron otros libros suyos como El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada… Pero García Márquez había entrado a la creación litearia con cuentos. El primero lo escribió en 1944, El instante de un río, “un relato lírico y que, aun con las ingenuidades de un muchacho de 17 años, es un texto inaugural y revelador”, escribe Saldívar. En él, agrega, “esboza una de sus constantes: la trasposición poética por el reflejo de las personas y las cosas en los espejos (del agua, del sueño, la nostalgia)”.

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