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LAS COLECCIONES DE EL PAÍS

Un espejo del realismo cubano

'El rey de la Habana'es una cruda radiografía de la desesperanza y la miseria. Este domingo, nueva entrega de la colección Goya con EL PAÍS

Una escena de la película en la que aparecen los dos protagonistas, Reinaldo y Magda.
Una escena de la película en la que aparecen los dos protagonistas, Reinaldo y Magda.

La Habana, 1996. Han pasado los peores años del período especial, pero la depresión económica todavía resulta devastadora. En los barrios más pobres, tras las fachadas de los edificios que se caen a pedazos, cada quien se busca la vida como puede. El huérfano Reinaldo tiene diecisiete años. Acaba de huir de un centro de menores, donde durante varios años ha vivido con el único objetivo de evitar la vigilancia de los carceleros y las agresiones del resto de internos. Libre por fin, pero sin techo, oficio ni beneficio, se va a vivir con Magda, una mujer que vende sexo para salir adelante y que responde con furia a cualquiera que la intente culpar por ello.

Así arranca El Rey de la Habana, la última película de Agustí Villaronga (Pa negre, Tras el cristal), que optó a cuatro premios Goya el pasado febrero, entre ellos el de mejor actriz revelación para la cubana Yordanka Ariosa por su papel de Magdalena -galardón que finalmente se llevó Irene Escolar por Un otoño sin Berlín-. Meses antes, tras recibir la Concha de Plata, Ariosa había descrito de la manera más dura a su personaje: “Vive en condiciones infrahumanas y reacciona como un animal”. Mejor resumido, imposible. El filme, que en realidad fue rodado en la República Dominicana tras la negativa del Gobierno cubano a autorizar su producción, es una cruda radiografía de la desesperanza y la miseria.

Parafraseando a Reinaldo, durante la crisis solo hay una cosa que hacer en la Habana, además de pasar hambre. El sexo hila la historia del protagonista; su apodo, que da título a la película, le es otorgado debido al tamaño de su pene. El guion, que también recibió una nominación a los Goya, está basado en la novela homónima del periodista y escritor Pedro Juan Gutiérrez. “La nueva literatura cubana es el espejo tropical que buscan los españoles que desean viajar al país de la igualdad de oportunidades sexuales”, escribió Fernando Iwasaki sobre el libro en 1999. Esta película también es un espejo que refleja el realismo sucio.

Reinaldo, aunque desamparado, tiene poco de encomiable. Es su vecina Yunisleidy, una mujer transexual que también se busca la vida con la prostitución, quien más ternura recibe del protagonista. Pero la independiente Magdalena se lleva la peor parte: el maltrato al que la somete y que envuelve su historia de amor culmina en una violenta escena final. “No es la sociedad cubana que se ve normalmente, pero no es inventada en absoluto”, declaró Villaronga tras el estreno en San Sebastián. Con la exclusión social como telón de fondo, el director propone un retrato de los olvidados del teatro político.

El rey de la Habana es la nueva entrega de la colección Goya 2016, con la que EL PAÍS ofrece cada domingo en los quioscos las películas que más nominaciones y goyas acumularon en la última edición de los premios de la Academia, por 9,95 euros. Los siguientes títulos serán: Camino a la escuela, Nadie quiere la noche, Requisitos para ser una persona normal, B, Negociador y Techo y comida.

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