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El hombre que fue jueves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las chicas Mundy bailan de nuevo

Marcos Ordóñez

Vuelvo a ver la derruida casa familiar de Ballybeg, condado de Donegal, aquel verano de 1936 que parecía eterno y en el que todo cambió para siempre. Michael tiene siete años y está hurgando en la antena de la radio, porque “la música es la única manera de susurrar cosas secretas y sagradas”. Gerry Evans, su padre, que acaba de alistarse en las Brigadas Internacionales, ha vuelto para prometerle la bicicleta que jamás le comprará. Ahí está el loco tío Jack, la mirada perdida, imponente con su tricornio de plumas de avestruz y el resplandeciente uniforme blanco de capellán militar que lució en Uganda.

Y, todavía invencibles, las chicas Mundy. Ahí está Chris, la madre de Michael, que sigue temblando como una colegiala feliz ante las mentiras y los disparatados planes de Gerry. Tía Maggie, la bromista de la familia, fuma uno de sus Woodbine y tararea la tonada de Isle of Capri. A su lado está la tía Rose, la pobre tonta tía Rose, Rose pelopanocha, la sonrisa más dulce de Ballybeg, que acaba de conocer el breve amor de Danny Bradley junto a las hogueras casi extinguidas de la fiesta de Lughnasa, su ingenua cabeza apoyada en el hombro de tía Agnes, su protectora. Y la tía Kate, la maestra, comenzando a comprender que hay otros dioses no censados en su santoral. Vuelvo a escuchar The Mason’s Apron a través de la rejilla de la radio, del pagano Marconi, otra boca de Dios, y veo, definitivamente fuera de la foto, a las chicas Mundy bailando en la oscuridad.

Vi por primera vez Dancing at Lughnasa, la obra maestra de Brian Friel, en otoño del 91, no sé ahora si en el Garrick o en el Phoenix del West End. Dos años más tarde llegó, en función igualmente inolvidable (Dansa d’agost) al Lliure de Gràcia, en versión de Guillem-Jordi Graells, dirigida por Pere Planella. Un gran reparto (Muntsa Alcañiz, Ester Formosa, Anna Güell, Anna Lizaran, Ramon Madaula, Josep Montanyès, Lluís Torner, Emma Vilarasau) y un enorme éxito. En mayo de 2000 se estrenó en castellano en la sala Pradillo, con el título de Bailando en Lughnasa, dirigida por Juan Pastor, y a cargo de la compañía Guindalera, probablemente los máximos difusores en España del teatro de Brian Friel. Diez años después la repusieron en su propia sala, con Raúl Fernández, Carmen Gutiérrez, Susana Hernáiz, Juan y María Pastor, Yolanda Robles. Victoria dal Vera y Álex Tormo. Y el próximo 8 de marzo, las chicas Mundy volverán a bailar a las órdenes de Ferran Utzet, de nuevo en Barcelona con el título de Dansa d’Agost, en la cripta de la Biblioteca de Cataluña, sede de La Perla 29, con este fenomenal elenco: Màrcia Cisteró, Mónica López, Marta Marco, Óscar Muños, Nora Navas, Carlota Olcina, Albert Triola y Ramon Vila. Yo no pienso perdérmelo.

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