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‘El renacido’, ¿más que un homenaje de Iñárritu a Tarkovsky?

Un vídeo destaca en la Red los parecidos entre ciertas secuencias del filme del mexicano y las de varias películas del maestro ruso

Una de las secuencias de Iñárritu y Tarkovsky que compara el vídeo.
Una de las secuencias de Iñárritu y Tarkovsky que compara el vídeo.

A cinco días de la gala de los Oscar, El renacido protagoniza quinielas, debates y charlas sobre la ceremonia. ¿Ganará Leonardo DiCaprio por fin su ansiada estatuilla? ¿Será Alejandro González Iñárritu el tercer cineasta de la historia en encadenar dos premios seguidos a la mejor dirección? Por si no se hablara lo suficiente de la película, el diseñador gráfico ruso Misha Petrick se ha encargado de difundir en la Red un vídeo en el que compara a lo largo de tres minutos varias secuencias de El renacido con otras de cinco obras de Andrei Arsenyevich Tarkovsky, sobre todo Andrei Rublev. Lo que ha generado un río de opiniones sobre cómo calificar los parecidos entre ciertos planos del mexicano y del maestro soviético: ¿influencia, homenaje o incluso copia?

El debate podría perder fuerza cuando es el propio Iñárritu quien citó a Tarkovsky y en concreto Andrei Rublev como uno de los mejores ejemplos de película de sobrevivencia del género “hombre-contra-naturaleza”, en una entrevista con The Guardian. Dersu Uzala, de Kurosawa, y Apocalypse now, de Coppola, son otros de los filmes que el creador destaca, junto con Fitzcarraldo, de Werner Herzog. “Una película como esta es un homenaje a la tradición original del cine, cuando los directores iban a los sitios y afrontaban desafíos. Creo firmemente que debería ser un ejemplo de cómo habría que realizar las películas”, añadió Iñárritu.

Entre otros parecidos, El renacido comparte con los anteriores filmes un rodaje real, en condiciones extremas, y sin apenas el uso de ordenador y efectos digitales. Lo que produce en pantalla la misma diferencia que entre comida natural o genéticamente modificada, según Iñárritu: “Hemos perdido el sabor de lo real. El año pasado fui con mi familia a Perú, a Cuzco, probé uno de esos maíces que venden por la calle y casi lloré, porque me recordó de cuando era un niño y del sabor que tenía en México. Cuando pruebo un mango en la playa en México pienso: ‘¡Qué demonios!'. Cuando lo hago en EE UU, simplemente no sabe a nada”.

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