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Tribuna
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El nacimiento de una nueva emisora en Madrid

El presidente de la Academia de la Radio da la bienvenida a una estación escuela, Radio Madrid 21

No hay nada que incite más a la felicidad que un nacimiento. Es como si con él, naciera también dentro de nosotros algo nuevo, alegre, ilusionado, o rebosante de esperanza. La verdad es que me siento tan feliz como un niño con un trompo, porque asisto al nacimiento, y en cierto modo apadrino, una nueva emisora en Madrid, mi querido Madrid, y además una emisora que va a funcionar a partir de abril como estación escuela.

Es como si volviera de repente a mis años mozos, cuando era un estudiante alto y desgarbado, que cambió sus libros de ingeniería para acudir a la llamada de la radio de mi pueblo, que también era una estación escuela.

En mi época había muchas, porque era la única forma de reclutar a los jóvenes que querían labrarse un porvenir entre micrófonos. Ahora con las facultades de comunicación, las estaciones escuela están dentro de los recintos universitarios, y no tendría que ser así. Sin desmerecer la categoría académica, la radio es un trozo de vida convertida en sonido. Para captarla hay que salir de las aulas y patear muchas calles, y para llenarse de inspiración y encontrar la palabra justa, además de saber hablar, hay que saber escuchar las voces del pueblo llano.

Es una lástima que se haya olvidado la institución del aprendizaje. Lo que era antes un aprendiz ahora es un becario, con una diferencia sustancial, antes el aprendiz se convertía en maestro, y ahora el becario a veces se eterniza, se desilusiona y se larga.

Una radio como esta tiene el objetivo de transformar la teoría en práctica

Una radio como esta, que funcionará como estación escuela, y que llevará como indicativo Radio Madrid 21 tiene el objetivo de transformar la teoría en práctica, y enriquecer lo aprendido en la universidad con lo captado en esa otra universidad que es la calle.

Por eso me ha hecho tanta ilusión asistir a este nacimiento, porque estoy convencido de que se foguearan muchos jóvenes madrileños que tengan facultades, ganas, y sobre todo un deseo inmenso de trabajar en, con, por y para la radio.

La radio es una amante absorbente y acaparadora, por la radio no se pasa, a la radio uno va y se queda. Y en este tipo de emisoras se nota, mejor que en cualquier aula, quien es quien y para lo que sirve.

Yo me forjé en una estación escuela, Radio Juventud de Ponferrada y nunca lo llegué a olvidar. Luego, en las miles de madrugadas vividas, cuando me acercaba a la radio, siempre lo hacía con la emoción y la calentura del estreno, como si fuese la primera vez, y cuando se abría el micrófono y comenzaba la fiesta de la comunicación, hasta la cadena radiofónica más grande e importante se transformaba para mí en otra estación escuela.

Esta es la magia de la radio. Uno tiene que dar mucho, porque la radió así lo exige, pero al terminar la jornada uno comprueba que ha recibido más de lo que ha dado, porque la radio además de exigente es generosa. Y por mucho que uno enseñe, siempre acaba con algo nuevo que no sabía.

La radio es un continuo aprendizaje, para el que está dentro ofreciendo lo mejor de sí mismo, y para el que está fuera, oyendo y participando, porque la radio o se hace en compañía del oyente, o no es radio, es tan solo una voz que clama en el desierto.

Este nacimiento radiofónico dice mucho de Madrid, de su Ayuntamiento, y por supuesto, dice mucho de la propia radio. Los que opinan que con tantas modernidades cibernéticas, la radio está de capa caída, no tienen ni idea de lo que realmente está pasando. Y por supuesto no se han quedado con la copla. Para que se queden con ella, yo les dedicaría aquella copla madrileña de Rafael de León que decía: Debajo de la capa de Luis Candelas, mi corazón amante vuela que vuela”. La radio no está de capa caída, porque si quedarán con la copla, verían que “debajo de la capa de una estación escuela, la radio sigue arriba, vuela que vuela

Por eso me siento tan feliz, en la celebración de este nacimiento sonoro, porque la radio vuela, vuela y sigue surcando las ondas, viviendo los aires de la libertad.

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