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Es solo pop

'Yeah! Yeah! Yeah!', de Bob Stanley, es el libro más completo y excitante sobre la historia del género

John Lennon toca la guitarra ante los otros beatles y su mánager Brian Epstein en un hotel de París.
John Lennon toca la guitarra ante los otros beatles y su mánager Brian Epstein en un hotel de París.Harry Benson (Getty)

De todos los libros sobre música pop que he leído, Yeah! Yeah! Yeah! es el más importante. Pocos ensayos, aparte del reciente Música de mierda, de Carl Wilson (Blackie Books), serían capaces de lograr que un viejo partisano como quien les habla, herido (pero triunfante) en innumerables batallas pop y con más prejuicios que un junker alemán del XIX, se replantease —sin sufrir tortura medieval en sus glúteos— tantos conceptos estéticos y musicales. Lo crucial, creo, es que Bob Stanley nos ha retado a cambiar de idea en mil aspectos, a la vez que permanece de nuestro lado (el del pop universal) en muchos otros.

Hace un tiempo Stanley reseñó los documentales de Tony Palmer para The Guardian, y dijo: “Los escritores y documentalistas deberían recordar siempre que la vieja y boba música pop no merece ser tomada demasiado en serio, y a la vez que nada es más importante. Nik Cohn sabía esto; Tony Palmer no, ni tampoco Nick Kent (…). Cohn estaba enganchado a la imagen, al heroísmo, y siempre prefería ruido tosco a arte elevado”. Esta frase resume la visión de Stanley. Su libro lo afirma desde el prólogo: “¿Qué hace falta para crear pop de gran calidad? Tensión, antagonismo, progreso y miedo al progreso. Me encanta el tira y afloja entre la industria y el underground, entre el artificio y la autenticidad, entre los osados y los conservadores, entre el rock y el pop, entre lo bobo y lo inteligente, entre los chicos y las chicas”.

Pero Stanley no es un santón melindre con ínfulas de ecuanimidad: “Buena parte de la gracia [del pop] está en tomar partido”, advierte. Stanley es un crítico-fan serio pero subjetivo, y ahí reside parte de su punch. Asimismo, su autor ostenta la suficiente edad y generosidad —además de curiosidad— como para buscarle el lado bueno a estilos o bandas que no serían en principio de su persuasión (como el heavy metal).

Con Yeah! Yeah! Yeah! aprenderán que el contexto lo es todo (“es mucho más difícil hacerse una idea del impacto amenazador que representó [I Can’t Get no] Satisfaction o de la conmoción futurista de I Feel Love si no se comparan con sus coetáneos”). Que la autenticidad es irrelevante en el pop (“el uso de [términos como] ‘sincero’, ‘auténtico’ o ‘natural’ en el pop resulta problemático, pues tanta verdad encierra el I’m a Believer, de The Monkees (…), como la desgarrada Wish Someone Would Care, de Irma Thomas”).

Que los Beatles no eran tan mansos como se cree; que el deep soul es una de las cimas del arte contemporáneo; que el rock and roll de los cincuenta era “anti­aburrimiento”; que el pop es urbano por definición; que Abba o The Bee Gees son tan maravillosos y remarcables como los Rolling Stones o Dylan; que géneros denostados por los puristas-clasistas como el glam rock o el country soul son la monda; que el enemigo es el “rock clásico”; que la verdad está muy bien, pero en el pop la leyenda suele ser incluso mejor; que cuando alguien dice que un estilo no está muerto, está criando malvas y viceversa; que los fans del pop reluciente siempre escogeremos a The Turtles antes que a pelmas como Grateful Dead; que la perspectiva oficial suele estar falseada (el #1 en 1969 era Desmond Dekker, no Eric Clapton). Y un larguísimo, didáctico y ameno etcétera.

Stanley escribe sobre los perdedores y los triunfadores, los “profundos” y los “banales”, tiene tanto espacio para el Jive Bunny como para Stockholm Monsters, y sabe que Firework, de Katy Perry, es tan colosal como My Generation, de The Who; que no existe una diferencia cualitativa entre ambos. Que el pop tiene que ser emocionante, épico, tonto, salvaje, bailable, mágico, engañosamente sencillo, para tíos raros y marginados y también para todo el mundo, y que es el invento más maravilloso de la era moderna. No hallarán un libro tan completo y excitante sobre el tema como este.

Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno. Bob Stanley.Traducción de Víctor Vicente Úbeda Fernández. Turner Noema. Madrid, 2015. 745 páginas. 34,90 euros.

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