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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Que yo sepa

Veo 'El intermedio' porque el talento, la agilidad mental, la causticidad, el surrealismo y la gracia del extraordinario 'showman' Wyoming llevan haciéndome reír desde los años setenta

Carlos Boyero
Sandra Sabatés.
Sandra Sabatés.

Acostumbro a ver El intermedio por diversas razones. No solo porque habiten en mi enferma personalidad el deseo de quemar iglesias, contribuir al apocalipsis de cualquier sistema, comerme a los niños crudos y todas esas abominables fechorías que forman las ancestrales señas de identidad de la acracia, según aseguran los profetas del incorrupto poder que no ven la menor incompatibilidad moral entre gobernar y rapiñar el dinero público y el ajeno.

Veo El intermedio porque el talento, la agilidad mental, la causticidad, el surrealismo y la gracia del extraordinario showman Wyoming llevan haciéndome reír desde los años setenta, cuando actuaba en los bares y durante un rato, una noche sí y la siguiente también, lograba que te olvidaras de todos tus males, que te murieras de risa. Y por supuesto, también aprecio mucho la seductora imagen de Sandra Sabatés (no sé si a las muy atractivas interlocutoras de Wyoming las elige él o la dirección del programa, pero da gusto observarlas y escucharlas, incluida Beatriz Montañez, la presentadora anterior a Sabatés). A diferencia de la estratégica moda actual de sacar a las presentadoras de pie, con tacones y vestidos ceñidos que realcen sus turgentes medidas anatómicas, las hermosas colegas de Wyoming siempre están sentadas. Para mí es suficiente. Estoy colgado con sus caras y sus voces. ¿Y los guiones? Bueno, fluctúan entre el ingenio torrencial, el sarcasmo y el mal chiste, pero cuando flojea el espectáculo, la expresividad de Wyoming hace milagros, le imprime comicidad a un material que no la posee. Y cómo no, es el informativo que más me creo.

Wyoming lleva un tiempo cantando a sus espectadores algo así como “sois idiotas” cuando la desvergüenza del ejército de corruptos es salvaje, cuando ofenden al coeficiente mental de los oyentes. Ocurre cuando Esperanza Aguirre afirma: “Yo destapé la Gürtel” y “que yo sepa, no hay financiación ilegal en el PP de Madrid”.

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