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Kenneth Goldsmith: “Internet es surrealismo”

Profesor de la Universidad de Pensilvania, el polémico poeta Goldsmith recurre al plagio como estrategia creativa y enseña a perder el tiempo en la Red

Andrea Aguilar
Kenneth Goldsmith en Nueva York el pasado noviembre.
Kenneth Goldsmith en Nueva York el pasado noviembre.Anna Nance

Kenneth Goldsmith (Nueva York, 1961) es probablemente el poeta más controvertido de EE UU. Visionario para unos, mero provocador para otros, su defensa del plagio como estrategia creativa o sus clases en la Universidad de Pensilvania sobre cómo perder el tiempo en Internet han levantado encendidas polémicas y le han convertido en una celebrity de corte daliniano. Primer poeta laureado del MOMA, puso en marcha UbuWeb, un archivo digital de películas, escritos y grabaciones de las vanguardias artísticas, y ha frecuentado programas televisivos con vistosos trajes de colores chillones.

En la prehistoria digital de los noventa, ante la catarata apabullante y arrolladora de texto que trajo consigo Internet, Goldsmith se preguntó qué sentido tenía seguir escribiendo. ¿Por qué no tomar parte de ese material, cambiar el contexto y declararse autor? ¿Por qué no convertir la apropiación literal en un acto creativo? Abandonó su carrera como artista plástico y se reinventó en poeta experimental. Aquellas preguntas cuajaron en un curso universitario y en un libro de ensayo del mismo título, Escritura no-creativa (Caja Negra). También comenzó a publicar poemarios. En Day, copió todas las palabras de la edición del 1 de septiembre de 2000 de The New York Times; en Traffic, transcribió todos los partes de tráfico que dio una emisora durante un puente, y leyó un extracto cuando fue invitado a la Casa Blanca en 2011.

Pregunta. ¿Qué queda de la literatura tal y como ha sido entendida tradicionalmente?

Respuesta. Quedan todas esas palabras, pero las estamos recontextualizando. Las ideas no se han perdido. Es como si nos preguntáramos qué son los viejos discos de soul. La música disco los sampleó y remezcló. Un escritor también puede ser alguien que toma viejos artefactos culturales y los remezcla, los usa de una manera distinta a como fueron concebidos por los productores originales.

P. Usted trabajó como pinchadiscos.

R. Empecé como artista, como escultor, pero fui DJ en una emisora de Nueva York. A nadie le molestan las mezclas de sonido, las samples, ni que se haga esto en el arte, pero en literatura la gente de pronto dice que no se puede hacer. ¿Por qué no podemos actuar como pinchadiscos si todo el mundo lo hace? Tienes arte apropiacionista desde Duchamp, desde hace 100 años. Y sampling y hip-hop desde los setenta. ¿Por qué los escritores tenemos que ser originales todo el rato? Es una pesadez.

A los escritores les encanta pensar que sus libros son leídos, yo sé que los míos no lo son. La gente piensa o habla de ellos Kenneth Goldsmith

P. También ha habido vanguardias literarias desde hace dos siglos.

R. Sí, pero casi nunca usaban el plagio como estrategia. Esto me pareció extraño y me interesó ver qué pasaba si lo hacía. Las vanguardias son una cosa, ha habido collages, pero nadie ha cogido un tocho y ha dicho: "Ahora esto es mío", como Duchamp hizo con sus ready-mades. ¿Cómo es que no tenemos literatura ready-made?

P. A menudo se refiere al volumen de texto, al espacio que ocupa, más que al contenido; aborda su aspecto externo, desde fuera. ¿En esto radica la novedad?

R. A los escritores les encanta pensar que sus libros son leídos, yo sé que los míos no lo son. La gente piensa o habla de ellos, pero nadie los lee. Esto es nuevo, porque hasta los vanguardistas más radicales siempre fantaseaban con la idea de que tenían lectores. Yo no los tengo, pero tengo un público que reflexiona sobre lo que hago. Si estableces que se trata de textos difíciles que en su mayor parte no van a ser leídos, quitas un peso tanto al lector como al escritor.

P. Esta literatura apropiacionista por la que aboga, ¿viene a sumar o pretende sustituir?

La instalación 'Soliloquy' de Kenneth Goldsmith, que recogía todas las palabras que pronunció durante una semana.
La instalación 'Soliloquy' de Kenneth Goldsmith, que recogía todas las palabras que pronunció durante una semana.

R. Es todo. Algo insolente. Depende de cómo lo mires podría decirse que viene a sustituir, pero me gusta pensar que es un además. La escritura tradicional no va a desaparecer, pero hay una manera totalmente distinta de pensar en literatura.

P. ¿Es este el error más recurrente en la apreciación de su trabajo?

R. Sí, pero en parte la culpa es mía. He sido muy radical. Ahora lo soy menos. Me aburrí de ser aburrido, del apropiacionismo directo. Empecé a meditar sobre cómo usar esas mismas estrategias para crear otro tipo de cosas. Si uso un texto con carga emocional, puedo convertirme en un escritor sentimental; si reutilizo un documento político, ocurre lo mismo.

P. ¿El apropiacionismo tiene un subtexto político?

R. No hay una postura política explícita, pero sí implícita, porque se trata de volver los textos contra sí mismos como parte de un trabajo activo de autor.

P. ¿Qué quiere decir volver los textos contra sí mismos?

R. Si ofreces un marco nuevo al lenguaje, empiezas a leer de una manera distinta. Mi opinión sobre un hecho determinado es lo que menos importa. Tomas las transcripciones de la reunión del G8 y las publicas como literatura, los políticos quedarán ahorcados en su propia estupidez. La lengua del Estado habla por sí misma. Esa recontextualización puede ser arte político.

El pasado marzo Goldsmith entró en aguas políticas y por poco se ahoga. Se vio envuelto en la peor polémica que ha tenido hasta ahora. Invitado a hacer un recital en la Universidad de Brown, el poeta se "apropió" del informe de la autopsia del joven afroamericano Michael Brown, que murió tiroteado por un policía blanco en agosto de 2014 en Misuri. Vestido de negro, el poeta leyó el texto sin añadir una coma. Pero alteró el orden, por ejemplo, terminaba diciendo que los genitales del muchacho eran corrientes. El furioso rechazo que provocó su actuación fue clamoroso, tanto que Goldsmith decidió no dar más lecturas en EE UU, recortarse la barba y adoptar un perfil más bajo.

P. En la polémica de Michael Brown, ¿piensa que fue la escenografía, la performance o la simple apropiación lo que más molestó?

Si ofreces un marco nuevo al lenguaje, empiezas a leer de una manera distinta. Mi opinión sobre un hecho determinado es lo que menos importa Kenneth Goldsmith

R. Una combinación de todo. Mis ideas no gustan a la gente, las odian. La mayoría sostenía que un informe de una autopsia no es un poema. La queja al final era por un tema estético. El momento que escogí para hacerlo fue muy poco considerado. La gente estaba indignada, pensaron que era repugnante.

P. ¿La banalidad del mal?

R. Sí, eso han dicho, pero me parece raro que me coloquen en la misma casilla que a Eichmann, que lo apliquen a un judío. Pero no creo que sea banal, creo que el mal es sistémico y político en lo relativo a ese cuerpo. Y un informe es una descripción. En griego autopsia significa el acto de ver con los propios ojos. Cuando un doctor escribe sobre ese cadáver, hay interpretación literaria, hay subjetividad, es un documento literario. Lo mismo que cuando un pintor interpreta con sus ojos una naturaleza muerta.

P. En el teatro documental, figuras como por ejemplo Anna Deavere Smith a menudo usan textos ajenos, a veces relacionados con la violencia. En su caso con el texto de la autopsia ¿piensa que molestó cómo lo hizo o es que no querían oírlo?

R. Casi nadie lo escuchó, porque había muy poca gente en la sala, pero la obra ha sido universalmente condenada. La conversación en torno a la pieza ha sido increíble, y esto me interesa más que el artefacto en sí mismo. Esto es conceptual, la reacción fue correcta. Y sí, hay muchos casos de teatro documental y en otros campos. A las apropiaciones del artista Richard Prince le dedicaron una muestra en el Guggenheim. Pero en el mundo literario la gente se echa las manos a la cabeza.

P. Bolaño incorporó informes policiales de Ciudad Juárez en 2666, y en general, hay la incoporación de otras narrativas en la literartura tiene una larga tradición. ¿Es realmente algo nuevo? 

R. Ulises Carrión, los poetas concretos de Brasil... Hay mucho. Pero Borges es la persona en quien más pienso. Él imaginó la Red en su cuento Biblioteca de Babel y la propiación a través de Pierre Menard, autor del Quijote.

P. ¿Ha segudio la polémica del Aleph engordado de Pablo Katchadjian?

R. Sí, y conocí a Pablo. Me parece ridículo. El trabajo de Borges abre esa posibilidad. La viudad debería darle las gracias, celebrar que Borges siga siendo relevante.

P. ¿Haría un proyecto como ese? ¿Cómo definiría su estilo de apropiación?

R. Si yo lo hubiera hecho no hubiera importado tanto porque no soy argentino, el nacionalismo ha tenido que ver en esto. Hay muchos estilos de apropiación, por eso no tiene sentido decir que es algo malo per se. Puede ser mal empleada o de forma cruel, pero igual que puedes usar el agua para torturar a alguien con un asfixia simulada también la puedes usar para cocer pasta. Es algo neutral, el apropiacionismo es solo una técnica. 

P. Soprende la polémica en torno a esta técnica en un mundo lleno de agregadores de noticas.

R. En periodismo es todo lo que hay. Concedí solo dos entrevistas hace dos meses a Vice y al The Wahington Post. A partir de ahí los medios simplemente cambiaban el titular, la firma, la primera frase y la última y hacían versiones del artículo y lo presentaban como algo propio. Un mes más tarde lo que salía publicado no tebnía nada que ver con el original, estaba lleno de errores. Era como el juego del teléfono estropeado. Internet hace estas cosas y me encanta. 

P. ¿La literatura debe ser performance?

R. Ahora pienso que no, y creo que lo ocurrido con la pieza de Michael Brown es lo que me mueve a opinar esto. El informe de la utopsia es un buen texto, pero convertirlo en una performance es lo que hizo que se volviera problemático. Empieza a pensar que las lecturas y performances son algo demasiado concreto, van contra el aspecto conceptual. Aún estoy reflexionando.  

No creo que vuleva al mundo del arte porque allí ya no hay ideas, el mercado las ha consumido todas Kenneth Goldsmith

P. ¿Ha pensado en volver al mundo del arte?

R. Después de la que se armó con lo de Michael Brown, y de cómo me trataron los poetas, lo pensé. Fue horrible, un gran rechazo. Pero no creo que vuleva al arte porque allí no hay ideas, el mercado las ha consumido todas. Y las ideas es lo que a mí me interesa. 

P. ¿Cómo surgió la idea de Soliloquio, su primer libro?

R. Fue la última instalación que hice en una galería y recogía sin editar todas y cada una de las palabras que pronuncié durante una semana. Las transcribí e imprimí en folios que pegué cubriendo todo el espacio. Nadie podía leerlo porque era demasiado texto rodeándote. Se me ocurrió que sería mejor publicarlo e hice el libro de 600 páginas.

P. Y lo llamó poesía.

R. Sí, y tampoco gustó. A la gente no le gusta lo que hago, cada vez que saco algo dicen que eso es una chorrada, es un truco. Yo sigo llamándolo poesía.

P. Siempre ha sido el género literario más experimental, ahí están Parra o Gertrude Stein.

R. La mayoría de la gente rechaza esa tradición. Hay muchos poetas conservadores y no sé por qué. Si eres un novelista, puede que tu libro sea adaptado a una película o que se convierta en un superventas. Pero con la poesía no hay nada que ganar apostando por lo seguro.

P. ¿En los ensayos de Escritura no-creativa trataba de enfrentar arte y literatura?

R. Todo son ideas del mundo del arte ya viejas, pero nuevas para la literatura.

P. ¿Realmente nuevas?

R. Sí, en su mayor parte.

P. ¿Y los ismos del siglo XX?

R. Están ahí. Pero tengo esta sensación de que el modernismo es como esos aviones que nada más despegar se caen, uno y otro y otro: dadaísmo, cubismo, futurismo, realismo…, todos estos pequeños accidentes. Ahora creo que esos aviones realmente han logrado tomar altura en el siglo XXI. La mejor manera de entender el mundo digital es a través de las estrategias modernistas. Internet no es otra cosa que surrealismo. Esos precedentes son realmente importantes para entender la naturaleza disyuntiva, fragmentaria, onírica de la Red. O si pensamos en multiplicidad, el cubismo es perfecto, porque eran los ojos de la multitud mirando un objeto desde cientos de perspectivas, como hoy los contenidos tipo Wikipedia creados de forma colectiva.

P. Hábleme de su UbuWeb.

R. Funciona desde hace 20 años y se trata de la distribución libre de materiales de vanguardia. Me gusta la idea de que los artefactos de internet se pueden compartir, son sociales.

A las apropiaciones del artista Richard Prince le dedicaron una muestra en el Guggenheim. Pero en el mundo literario la gente se echa las manos a la cabeza Kenneth Goldsmith

P. ¿Quién decide qué es vanguardia?

R. Yo.

P. ¿En base a qué criterio?

R. No sé nada sobre lo que es o no vanguardia. No he estudiado lo suficiente, soy poeta. Pero lo hice y no me han parado, y como nadie más lo ha hecho se ha convertido en un canon, es algo oficial. Así es como funciona Internet, no tienes que ser un experto, solo necesitas hacerlo. Debería haber cientos de webs así, pero la gente tiene miedo del copyright.

P. ¿En qué consiste su curso universitario sobre cómo perder tiempo en Internet?

R. ¡Es genial! Nos sentamos con ordenadores y las máquinas amplifican las emociones. Hacemos ejercicios en los que toda la clase toca tu ordenador, se parecen al juego de Enredos, en el que tu cuerpo acababa encima del de otra persona. Otras veces dos personas intercambian ordenadores, se colocan uno frente a otro a unos pasos de distancia y borran documentos. Vemos juntos vídeos de YouTube o hablamos por Skype desde distintos puntos del edificio. Es muy social. Ahora hago talleres por todo el mundo.

P. ¿Es más duro ser experimental en EE UU que en otro sitio?

R. Es más fácil porque a nadie le importa, no hay tradición. Tienes más libertad. No creo que hubiera podido hacer UbuWeb en la UE, porque habría habido dinero de por medio y hubiera tenido que rellenar solicitudes para ayudas públicas, conseguir permisos… No se hubiera podido poner en marcha porque nada se consigue.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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