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Y un día volvió David Jones

En sus últimos años, el artista era un hombre tranquilo y familiar

Bowie en Nueva York en 2012.
Bowie en Nueva York en 2012.

Contaba David Bowie que se enamoró de Iman en cuanto la vio. “La noche en que nos conocimos empecé a elegir los nombres de nuestros hijos”, diría después. Pero la que sería su esposa durante 22 años no lo tuvo tan claro. “Para él fue abrumador. Yo no quería salir con alguien como él. Pero me enamoré de David Jones, no de David Bowie. Bowie es sólo un personaje. David Jones es el hombre que yo conocí”, contaba la exmodelo en 2014.

Ya hacía años que vivían una vida tranquila. Lo que les gustaba era ir al parque y sentarse en terrazas. “Hoy David es aún más hogareño que yo. Yo al menos voy a fiestas de vez en cuando. Pero creo que él ya ha estado en todas las fiestas donde había que estar. Solo somos gente corriente. Nuestra vida es privada”, explicaba Iman, aficionada a cocinar mientras Bowie ayudaba a Alexandria Zahra Jones, Lexi, su hija nacida en 2000, con los deberes. Desde 2006, cuando anunció que se tomaba un año sabático, a él se le veía en galerías de arte y librerías. Pasaba sus días pintando, leyendo y con Lexi. Una vez, Iman contó en Twitter que su marido había ido al colegio de su hija a ver una obra de teatro. Un fan le respondió: “Imagina que David Bowie va a tu escuela”. La modelo contestó: “Fue David Jones, papá”.

Fue una transformación gradual. Cuando encuentra a Iman, en 1990, Bowie tiene 43 años, una edad complicada para un rockero, pero más para él, que desde los setenta marca el camino a los demás. En los noventa, Bowie pierde el paso y da bandazos: primero monta una banda de rock, Tin Machine.

En 1995, publica el ambicioso álbum conceptual 1. Outside, su último trabajo con su viejo amigo Brian Eno. Iba a ser la primera piedra de una trilogía, pero nunca la acabarían. Para la gira recluta a Nine Inch Nails. En 1997, edita Earthling en el que se suma al sonido de moda: la electrónica de baile.

Al mismo tiempo, se descubre como un hombre de negocios. Fue la primera estrella del rock que ofreció obligaciones de sí mismo en la Bolsa, respaldadas por sus royalties. Se hace de oro y comienza a manejar su catálogo, otra inacable fuente de beneficios.

Asentado en Nueva York con Iman desde mediados de los noventa, el matrimonio vive cerca de las torres gemelas y posee una casa en Ulster County, una zona idílica a 90 minutos en coche desde Manhattan. Tras el 11-S, se mudan a un lujoso dúplex en el Soho.

Bowie se negó a girar tras su problema de corazón de 2004, pero nunca se borró del todo de la música. Hacía esporádicas colaboraciones con grupos emergentes como Arcade Fire, que nunca le agradecerán lo suficiente el espaldarazo que supuso para su carrera su aparición con el británico en el show fashion rocks de septiembre de 2005, y demostró estar al tanto de la escena de Williamsburg cantando con Tv On The Radio. Se permitió gracietas como participar en el disco de Scarlett Johansson.

Se hizo hermético. La grabación de The Next Day en 2013 tras una década de silencio fue larga. Tres años y nadie se enteró. Cíclicamente se especulaba con su vuelta a los escenarios. Cada vez que un gran festival prometía algo inolvidable, alguien decía su nombre. O con que estaba enfermo, en estos últimos años se le había matado en media docena de ocasiones.

Nunca se cumplió una cosa ni la otra. Y la noticia de su fallecimiento ha pillado a todo el mundo por sorpresa. El mundo llora hoy a Bowie, pero quien murió el domingo en silencio fue David Jones.

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