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Muere el cantaor de flamenco Manuel ‘Agujetas de Jerez’

El artista, de 78 años, defendía el cante antiguo, el más puro y la memoria oral

El cantaor Manuel Santos Pastor 'Agujetas', en una imagen de 2010.
El cantaor Manuel Santos Pastor 'Agujetas', en una imagen de 2010.Eduardo Abad (EFE)

El cantaor Manuel de los Santos Pastor, Agujetas de Jerez, ha fallecido a la edad de 76 años, este 25 de diciembre, en el Hospital del Servicio Andaluz de Salud (SAS) de Jerez, donde ingresó en la tarde del jueves. La capilla ardiente con sus restos estará instalada en el Cabildo municipal de Jerez, durante este sábado, de 10 a 17 horas, antes de su sepelio que tendrá lugar una hora más tarde.

Aunque el dato de su edad no es fiable al no existir documento que certifique su fecha de nacimiento, ese mismo hecho de la ausencia de documentación podría ilustrar en parte lo que él significaba para el flamenco: algo quizás de otro tiempo que se va extinguiendo con la marcha de personas como él. Una forma de entender este arte como expresión vital heredada de padres a hijos por transmisión oral. Un cante antiquísimo asociado a los oficios de los gitanos que en él y en unos pocos elegidos alcanzó dimensiones de arte y grande.

De Agujetas, en cualquier caso, siempre se obvió ese dato de su edad. Él no la tenía. Gitano de porte elegante y apariencia distinguida, por él no parecían pasar los años. Casi tampoco por su cante, que siempre transmitía ecos antiguos, por más que en los últimos años hubiese quien dijera que perdía fuerza. No. Para su forma de cantar, la fuerza era secundaria. Su capacidad para transmitir encontraba apoyo en otros cimientos como la hondura y verdad de su decir.

Haber escuchado a Manuel Agujetas cantar es algo que puede ser calificado de experiencia única sin temor a la exageración. Su forma de presentarse ante el público era singular e impredecible. Siempre con tandas cortas de los estilos que le eran más propios (soleares, fandangos seguiríyas…), su cante podría tornarse imprevisible, pero muy mal se tenían que poner las cosas para que no dejase perlas a lo largo del camino.

En una actuación, se podía levantar tras un par de tercios para volver quizás sobre el mismo estilo. Podía discutir con el tocaor o contar historias para ubicar los viejos romances que interpretaba, herencia de su padre Agujetas El Viejo, gran depositario de estos estilos tan antiguos. De él heredó Manuel no solo los romances sino todo, como sus hermanos (Juan, Paco, Diego y Luis), también cantaores de tradición. De entre ellos, Manuel ha sido el único que se dedicó integra y profesionalmente al cante, apoyado tal vez por su carácter, su genialidad y puede que también, por un tiempo favorable, el de los años setenta del pasado siglo, unos años en los que conquista Madrid y comienza una dilatada carrera discográfica de más de una docena de obras.

Entre los discos cabe destacar su debut de 1972, Viejo cante jondo, con la producción de Manuel Ríos Ruiz. También su participación en la Magna Antología del Cante Flamenco que dirigiera José Blas Vega o el histórico Agujetas en París, de 1996, con un cantaor pletórico y en plenitud. Del mismo tiempo, Agujetas en La Soleá, un disco grabado en directo que recogía la singularidad de su decir.

Sus últimas grabaciones proceden del año 2012, cuando deja su antología Agujetas, historia, pureza y vanguardia del flamenco. También, el mismo año, participó en la obra colectiva VORS Jerez al cante junto a Manuel Moneo, Fernando de la Morena, Juan Moneo El Torta, Luis El Zambo y Capullo de Jerez. Esta grabación propició su actuación tanto en el Festival de Jerez de 2013 como en la Bienal de Sevilla de 2014. De esas actuaciones no se puede olvidar la ronda inicial de martinetes (otro de sus cantes) en Jerez, compartiendo escenario con los Moneo y El Zambo. O sus seguiriyas en Sevilla, en las que el artista, quizás sabedor del mal que portaba, parecía dejar constancia de un legado que ahora queda en la garganta de sus dos hijos, Dolores y Antonio, ambos cantaores.

La ciudad que siempre fue asociada a su nombre, aunque no se sabe a ciencia cierta si nació en Jerez o en Rota, le supo reconocer en 1977 cuando recibió el Premio Nacional de Cante Flamenco de la Cátedra de Flamencología. Posteriormente, una avenida recibió su nombre y, en la actualidad, el consistorio jerezano estudia la ubicación del monumento que para él ha esculpido el artista plástico Antonio Vico.

De carácter indómito, su cante era tan insobornable como él mismo. De su personalidad queda buena constancia en entrevistas de prensa, en las que no se callaba nada, o en el documental Agujetas, cantaor, que en 2000 dirigió Dominique Abel. En cualquier caso, su cante y su persona quizás pertenecían ya a otro tiempo que con su marcha se va extinguiendo de manera irreparable.

Manuel de los Santos Pastor protagoniza uno de los momentos más intensos de la película Flamenco, de Carlos Saura, interpretando un martinete en el que muestra la pureza de su cante.

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