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Uruguay y su estrella mediática

José Mujica quiere creer en sí mismo como “un Quijote disfrazado de Sancho”, y como el “filósofo-rey” ilustrado

Salvando las distancias, a Uruguay le ha ocurrido como a Venezuela con Hugo Chávez, que ha aterrizado en la primera magistratura de la nación un personaje universal, aquel cuyas declaraciones despiertan el interés del mundo entero, que es recibido en loor no de santidad, puesto que se trata de un ateo convencido, pero sí de grandes plácemes sobre todo, pero no solo, izquierdizantes. José Mujica —acentuado en la segunda sílaba—, El Pepe, ha sido un presidente de la república oriental conocido y festejado por casi todos, y sobre él los periodistas del semanario Búsqueda Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz han compuesto un acercamiento biográfico, cuyo leitmotiv está ya expresado en el título, Una oveja negra al poder, puesto que el ya exmandatario ha hecho profesión de un cierto exhibicionismo, una locuacidad implacable, y todo ello nimbado por un genuino afecto por la humanidad.

Los autores han escrito un excelente reportaje biográfico que se lee como una sucesión de entrevistas con el personaje, de forma que también podría entenderse como un José Mujica, par lui même. Danza y Tulbovitz dejan que el personaje se autorretrate, aunque no renuncian a la apostilla interpretativa, de ordinario favorable al político uruguayo. Y en esa riqueza de material se me ocurre que la vida y milagros podría tener un subtexto, o una metalectura no tan favorable como la que alinean los autores. Algo así como si un lector esquinado llegara a conclusiones muy diferentes a las del propio biografiado y sus autores. Mujica quiere creer en sí mismo como “un Quijote disfrazado de Sancho”, y, tomando algo más de distancia, como el tipo de “filósofo-rey” que alumbró la Ilustración en la segunda mitad del ­XVIII, en el reino de Prusia. Un estadista, más allá del bien y del mal, que se ha ganado el derecho a hablar en nombre de una justicia compasiva y progresista, y la glotonería mediática del mundo occidental le ha recompensado convirtiéndolo en un instantáneo maître à penser, pero de usar y tirar.

Su legado, inscrito en los renglones de lo político-moral mucho más que de la gestión de los negocios, abarca la liberalización del aborto, la aprobación del matrimonio igualitario, y el consumo limitado y aún no plenamente aplicado de la marihuana como ambición personal y lúdica del ciudadano. Sus admiradores, que son legión, aunque probablemente más fuera que dentro de Uruguay, consideran que con ello se pone a la altura de grandes reformadores de la república oriental como el gran Batlle, pero con la salvedad de que hoy el torbellino consume y ensalza a velocidad de pasmo una materia prima que a comienzos del siglo XX era conocimiento solo de una minoría. Una oveja negra, procedente de la guerrilla tupa, de carácter universal.

Una oveja negra al poder. Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz. Debate. Barcelona, 2015. 304 páginas. 16,90 euros.

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