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CINE ESPAÑOL: LOS CLÁSICOS

Hacer cine en Cataluña

El director y productor Josep Maria Forn rememora sus problemas con la censura franquista

El director de cine Josep María Forn posa en la estación de Atocha de Madrid.
El director de cine Josep María Forn posa en la estación de Atocha de Madrid.Gorka lejarcegi

Este barcelonés de 87 años comenzó a dirigir películas a finales de los cincuenta tras haberse formado a lo largo de todo el escalafón profesional. Josep Maria Forn es responsable de 16 largometrajes que han tocado distintos géneros y ha producido más de 30 películas ajenas. Por si fuera poco, creó el Instituto de Cine Catalán y fue presidente del Colegio de Directores de Cataluña. Una carrera variopinta, pero él mismo sabe que, sobre todo, es reconocido por La piel quemada, que en 1967 planteaba el problema de los emigrantes andaluces, los charnegos, en una Cataluña próspera.

“En el mundo soy señalado como el director de La piel quemada, una película que cambió mi vida para bien, eso que se llama el triunfo. 50 años después, sigue completamente viva. Me la piden de muchas partes del mundo. Con ese éxito yo me creí lo de ancha es Castilla y que, por tanto, podía vencer a la censura franquista. Pero no fue así. Tengo en mi haber una película maldita, La respuesta, que ojalá no hubiera hecho. No me arrepiento, la quiero mucho, pero también cambió mi vida aunque en sentido contrario. La respuesta fue la película más prohibida: pasó 24 veces por la comisión de censura. Pero, claro, es que hablaba de un asesinato político, y en aquel momento, 1968, había estallado la revolución estudiantil y la censura era más rígida de lo habitual. Me hubiera gustado ver cómo un policía pega al protagonista y cómo él le roba la porra con la que luego mata al preboste de derechas, pero no se llegó a filmar. Se rodó en 1967 y no se estrenó hasta 1976, con Franco muerto. ¡Cuántas veces pasó por censura!”.

La respuesta se pudo proyectar en el festival de Molins de Rei, aunque en un pase único. “Lo acepté con la condición de decir lo que yo quisiera. Y desbarré cuanto pude, aunque la sala estaba llena de policías. Me gané el aplauso más grande de mi vida, pero al día siguiente me citaron en el Ministerio de Cultura y el director general me dijo que el cine se me había acabado de por vida. De hecho, tardé 10 años en hacer otra película, y fue Companys, procés a Catalunya. Mientras, me dediqué a producir, entre otras, Ocaña, de Ventura Pons, o La ciudad quemada, de Antoni Ribas. Hubo un momento en que todos los directores jóvenes de Cataluña pasaban por mi despacho, hasta que felizmente murió Franco y pude reanudar mi trabajo como director”.

“Un episodio de mi vida es cuando me llamó Jordi Pujol, al que le había gustado mucho La piel quemada, para hacer algo por el cine catalán. Como yo me llevaba bien con todo el mundo, acepté el cargo de subdirector general. Al día siguiente, todos los directores catalanes me tacharon de traidor porque decían que me había ido con CiU, cuando no tenía carné de nada. El tiempo que estuve en la Administración lo pasé fatal, entre otras razones porque no había dinero para nada. Tras dos años en el cargo, me pregunté qué coño estaba haciendo allí. Y me lancé a hacer una comedia, ¿Lo sabe el ministro?, que ya en aquella época [1991] hablaba de la corrupción. Es una película que tiene aún recorrido por esos catalanes que vienen a Madrid a hacer chanchullos”.

No fue esa la primera comedia de Forn. Antes, había rodado La vida privada de Fulano de Tal, en la que Fernando Fernán Gómez es un recién casado con dificultades económicas para satisfacer los caprichos de su mujer, aunque a Forn lo que le ha interesado siempre es “el tema de la culpabilidad y la inocencia”. Dirigió Yo maté, Los culpables, El inocente —que acabó titulándose Muerte al amanecer—, ¿Pena de muerte?, modificada por la censura, “que decía que en España nunca había habido errores judiciales”, junto a filmes de encargo como La ruta de los narcóticos o La barca sin pescador, sobre la obra teatral de Alejandro Casona, quien había regresado del exilio.

Hasta que en 1979 rodó Companys, procés a Catalunya, sobre el presidente de la Generalitat fusilado en 1940. “Es una vergüenza que ni el Gobierno español ni el Rey que nombró Franco hayan pedido perdón por un asesinato; a Companys lo asesinaron”, opina. “Aquel juicio no se aguanta. Fue la Gestapo la que detuvo a Companys en Francia y lo mandaron a España. Pero el Gobierno español nunca ha pedido perdón, y este tema está saliendo mucho con todo el fregado político. No le quedará más remedio a no sé qué Gobierno que pedirlo”, añade.

El proceso soberanista

Forn rodó luego El coronel Macià, sobre quien fuera presidente de la Generalitat hasta su muerte en 1933 tras haber proclamado la República catalana.

Y ahora, “como contribución al proceso” soberanista, ha filmado El somni català, utilizando “parte de Companys, otra parte del coronel Macià, junto a un mitin que rodé cuando se murió Franco, y con todo esto ha salido una película que se apoya en la poesía de Ventura Gassol que fue conseller de Cultura de Macià. Hemos organizado un tinglado que no sé cómo terminará, pero en esta generación o en la siguiente, en un momento determinado, la independencia de Cataluña saldrá. Hay un sentimiento muy arraigado que crece. He encontrado un texto del político de derechas Francesc Cambó que en 1903 le dijo a Alfonso XIII: ‘Pasarán los políticos aquí presentes, caerán regímenes, vendrán otros, pero el hecho vivo de Cataluña permanecerá’. Y eso pasó con Macià, con Companys, y ahora con Mas. En Madrid hay mucha gente que no lo entiende… aunque en Cataluña se digan algunas tonterías”.

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