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CAFÉ PEREC
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No es Coetzee tan lacónico

Enrique Vila-Matas

Se acercan los días navideños, las elecciones al Parlamento español, algunas zambombas. Para escapar de tanta armonía me acuerdo de JM Coetzee en La edad de hierro: "La televisión. ¿Por qué la veo? El desfile de políticos todas las noches. Los matones de la última fila de pupitres de la clase, chavales torpes y huesudos, ya crecidos y ascendidos para gobernar la tierra: una horda de langostas negras infestando el país…".

Y bueno, ya están aquí: el desfile ha llegado puntual y sabemos que nadie en los debates perderá un minuto hablando de política cultural. Lo curioso es que ya nos hemos resignado a esto, como si éste fuera sólo país para langostas y no para libros. Y sin embargo, a algunos se les abrirían grandes perspectivas si simplemente atendieran a lo que dijo el mes pasado Coetzee en Buenos Aires: "Mi sensación es que el español está más abierto a la materialidad del mundo que el inglés. (…) El inglés, a medida que se desarrolla, está perdiendo cada vez más su capacidad de comprometerse con la materialidad del mundo. Me parece que los escritores que trabajan con el español tienen mejores oportunidades".

Coetzee tiene tanta fama de rechazar entrevistas como de ser capaz de permanecer sentado a tu lado durante horas sin decir palabra. Y sin embargo acaba de realizar su tercera visita a Buenos Aires en un año y allí no sólo no se ha mostrado nada lacónico, sino que ha comentado ampliamente que las visitas recientes a la Argentina –realiza un trabajo editorial con la Universidad de San Martín– le han permitido tanto familiarizarse con una nueva generación de escritores como "quedar impresionado por la seriedad y el respeto con la que el público lector de la Argentina trata a sus escritores y, en general, con el lugar destacado que los libros ocupan en la vida del país".

Vitalidad cultural de América. A diferencia del gélido escepticismo europeo, el respeto y el interés por el arte de la literatura alcanza en Argentina cotas que superan incluso el entusiasmo y fe en la lectura que hemos advertido cuantos nos acercamos estos días a la feria internacional del libro de Guadalajara.

En algunos sectores de México se conserva el fervor por la lectura y un día explicaré por qué. En Argentina algo ha tenido que ver Borges en la visión del arte como única forma de actividad por la que el hombre como tal se manifiesta como verdadero individuo. Lo confirmaba hace poco Sergio Chejfec al indicar cómo, al modo de los dioses griegos, Borges le ha insuflado autoconciencia a la literatura argentina entera: "Un escritor de mi país sabe que al escribir se está dirigiendo no sólo a esa instancia abstracta llamada público, sino también a los libros previamente escritos. Los autores, de cualquier estética, tejen alusiones, guiños, remisiones a otros libros incluso sin que se lo propongan".

Quizás esto explique que en Buenos Aires podamos hoy encontrar la vanguardia absoluta de las editoriales independientes del mundo de habla hispana. Pero este tema requiere otro espacio y lo dejo para mejor momento.

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