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Simonetti: “En un ascensor me gustaría estar encerrado con Putin”

Pablo Simonetti es uno de los principales retratistas del nuevo Chile. Su novela 'Jardín' fue elegida entre las mejores publicadas en 2014 en Chile.

Rocío Montes
El lugar favorito de Simonetti en el mundo es su propio jardín.
El lugar favorito de Simonetti en el mundo es su propio jardín.Javier Lira (NOTIMEX)

Pablo Simonetti (Santiago, 1961) es uno de los principales retratistas del nuevo Chile. En su extensa obra dibuja el drama interior de los seres humanos en la búsqueda de su identidad y los lectores se lo agradecen: sus novelas son éxitos editoriales y el escritor, una figura querida por el público chileno e hispanoamericano. Cuando hace algunos días presentó la Edición Aniversario de Madre que estás en los cielos en la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA), la sala estaba a tope. Todos los fines de semana firmó libros y las colas eran interminables. Su novela Jardín, actualmente en librerías en España, fue elegida entre las mejores publicadas durante 2014 en Chile. 

¿Cuál es el último libro que le hizo reír a carcajadas?

Otra vida para vivirla contigo, de Eduardo Mendicutti. No hay sentido del humor más fino en toda España.

¿Quién sería su lector perfecto?

Un lector que lea desde sí mismo, con su inteligencia, su saber y su sensibilidad plenamente involucradas, que se dé el permiso de leer sin prejuicios ni apuros.

¿Cuáles libros están normalmente es su mesa de dormir?

Los que debería leer y sin embargo van quedando rezagados, en cambio los que sí leo me acompañan durante el día.

¿Qué libro le cambió la vida?

Residencia en la tierra, de Pablo Neruda.

¿Cuál es su rutina diaria para escribir?

Me voy de Santiago por un tiempo largo, dos, tres meses, e intento llevar una rutina de monje. Camino por los cerros en las mañanas, escribo durante el día, salgo al jardín antes de que anochezca, ceno y luego leo hasta dormirme.

¿Qué personaje literario se asemeja a usted?

Tengo bastante de Emma de Austen, de Isabel Archer de James, de Lily Bart de La casa de la alegría de Wharton. Mentales y apasionadas, mezcla peligrosa.

¿Quiénes son sus influencias literarias?

Henry James, Lev Tolstoi, Edith Wharton, Marguerite Yourcenar, Joseph Roth, Jane Austen, Isak Dinesen, Yasunari Kawabata, E.M. Forster, Somerset Mauguam, Graham Greene. Del boom: José Donoso, Mario Vargas Llosa. De los contemporáneos: Kazuo Ishiguro, Roberto Bolaño, Ian McEwan, Jumpa Lahiri, y la novela El mar de John Banville.

¿Con quién le gustaría sentarse en una fiesta?

Lo importante es sentarse junto a un buen conversador, virtud difícil de encontrar. Odio a los chistositos seriales.

¿Qué significa ser un escritor?

Encontrar tu jardín para vivir, tu identidad, tu lugar en el mundo, tu domicilio, como lo quieras llamar. Un lugar donde estar en paz, haciendo lo que más te gusta.

¿Qué libro regalaría a un niño para introducirlo en la literatura?

Historietas de La Eneida y La Odisea.

¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?

Mi jardín, que crece en unos cerros cercanos al mar.

Respecto a su trabajo ¿de qué está más orgulloso?

Me esfuerzo por revelar la raíz de las emociones de mis personajes, y cómo irriga sus actos y pensamientos.

¿Qué libro le hubiese gustado haber escrito?

Retrato de una dama, de Henry James.

Si pudiera adquirir cualquier pintura ¿cuál sería?

El paso de la laguna Estigia, de Joachim Patinir.

¿Qué cambiaría de usted mismo?

Me gustaría ser menos complaciente y recuperar la capacidad de concentración que tenía en mi juventud.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?

Mi novio dice que el hecho de que llore no significa mucho, porque lloro a cada rato.

¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?

Un consejo de mi madre que no seguí hasta después de los cuarenta: cuando no sepas qué decisión tomar, espera a que la vida te dé una señal.

¿Cuándo fue más feliz?

Tuve una infancia atormentada por miedos e inseguridades y, sin embargo, fui feliz.

¿Qué lo deja sin dormir?

La rabia. Me da rabia la gente mezquina y que hace mal las cosas por desidia.

¿Con quién le gustaría quedar atrapado en un ascensor?

Con Putin. Seguro que lo convenzo de lo equivocado que está.

¿Lo último que compró y le encantó?

Una banca de madera de teca para mi terraza, donde nos sentaremos con mi pareja en las noches de verano, a tomar una cerveza.

¿Lo que está deseando comprarse?

Un par de maceteros de greda, con forma de pila baustimal, sin el pie, por supuesto, y con azaleas, para acompañar la banca.

¿La última comida que realmente le sorprendió?

Unos chicos jóvenes del restorán 99, en Santiago de Chile, ofrecen menú único y tienen de postre una tostada dulce con helado de palta [aguacate], sorprendentemente rico.

¿El mejor suvenir que ha llevado a casa?

Unos aguayos andinos que cuelgan en las paredes de mi escritorio y del taller de mi pareja.

¿La última música que descargó?

No soy bueno para descargar música.

¿Qué música escucha en el coche?

Me gusta manejar en silencio.

¿Qué espacio de su casa es su favorito?

Mi escritorio y la esquina del sofá, junto a la chimenea.

¿En su nevera siempre hay…?

Paltas [aguacates].

Si pudiera coleccionar el trabajo de algún artista ¿de quién sería?

Agnes Martin.

¿Algún sitio que le inspira?

Perdón lo majadero, pero es la verdad: mi jardín.

¿El mejor regalo que ha dado últimamente?

El Reino, de Emanuel Carrere.

¿El mejor regalo que ha recibido últimamente?

La cara de alegría de una de las participantes de mi taller mientras yo presentaba en la Feria del Libro de Santiago su primera colección de cuentos.

¿A qué edad se dio cuenta de que quería ser escritor?

A los 30 años. Y recién me atreví a dejar mi trabajo de ingeniero a las 34.

¿Un sueño recurrente?

Por mucho tiempo soñé que al final de los seis años de universidad, la secretaría académica me negaba el título por que me faltaban créditos para recibirme.

¿Qué te reprochan tus amigos?

Que no siempre estoy en los momentos que son importantes para ellos.

¿Qué le asusta?

El desengaño.

Si pudiera tener un superpoder.

Tengo uno: es raro que me equivoque en juzgar a primera vista los estados de ánimo de la gente.

¿Dónde no querría vivir?

En países con dictaduras o teocracias.

¿Qué es un buen fin de semana?

Pasarlo en mi casa del mar, cocinando, leyendo y paseando por el jardín.

¿De pequeño quería ser?

Astronauta, cómo no. Estábamos todos atrapados en la carrera espacial, que no era sino otra versión de la guerra fría.

¿Qué le diría a su presidente?

Que si se empeña, las agendas de diversidad y anticorrupción serán su legado. 

¿Messi o Cristiano?

Mil veces Messi, y Alexis.

¿Libro en papel o digital?

En papel.

¿Olor preferido?

El de las azaleas himalaya.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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