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CRÍTICA | LA MANIOBRA DE HEIMLICH
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La fogata de las vanidades

En 'La maniobra de Heimlich' se muestra la obsesión del autor por el infierno de la creación

Marta Torné en 'La maniobra de Heimlich'.
Marta Torné en 'La maniobra de Heimlich'.

“¿Conozco novelistas que sean felices? Diré que sí… pero son malísimos”, afirma Quim Monzó en uno de los testimonios que va conformando, con la complicidad de otros autores como Enrique Vilamatas y Lucía Etxebarría, un informal coro griego en esta comedia metaliteraria y metacinematográfica que marca el debut en la dirección de largos de Manolo Vázquez, hijo del homónimo historietista que creó a Anacleto, las hermanas Gilda y a ese alter ego moroso que era el Tío Vázquez. Si hiciéramos caso a las palabras de Monzó, tendríamos que convenir en que Álex Pareja, el protagonista que encarna con bien modulado patetismo Jacob Torres, tiene que ser, a la fuerza, un gran escritor, vista su facilidad para alcanzar la excelencia en el ingrato arte de ser infeliz. No obstante, La maniobra de Heimlich deja claro que no hay nada –ni el poder de la literatura– que redima a este personaje marcado por la pérdida (de afectos, lectores, pudor y talento).

Revelando una tendencia a la autoficción lúdica digna de su padre, Vázquez cuenta la historia de un novelista que, diez años después de haber declarado que jamás adaptaría al cine aquella novela en la que convirtió en materia literaria la muerte de su novia, se dispone a contradecirse a sí mismo escudándose en una revelación mística. El escritor recurre a un cineasta –estupendo Miki Esparbé en contenida y precisa encarnación del propio Vázquez– para ejecutar la representación ritual/espectacular de la muerte de su novia, mientras intenta rehacer, con narcisista torpeza, vida y carrera. El guion lo firma el novelista Javier Calvo, que no desaprovecha la ocasión de articular una mirada ácida sobre los círculos presuntamente cool de la escena cultural barcelonesa: ¿será consciente la periodista Bibiana Ballbé del potencial autoparódico de su cameo?

LA MANIOBRA DE HEIMLICH

Dirección: Manolo Vázquez.

Intérpretes: Jacob Torres, Miki Esparbé, Marta Torné, Alba Yáñez, Jordi Vilches, Albert Ribalta, Blanca Martínez, Judit Uriach, Mar del Hoyo.

Género: comedia. España, 2014.

Duración: 74 minutos

La maniobra de Heimlich podría emparentarse con los dos largos del colectivo Pioneros del siglo XXI –Mi loco Erasmus (2012) y Taller Capuchoc (2014)– por esa compartida obsesión por los infiernos de la creación –el creador devorado por una obra que es su propio infierno- y la común idea de Barcelona como síntoma colectivo de un patológico estado espiritual, pero las estrategias narrativas son distintas y a Vázquez le conviene incrementar su esfuerzo por acuñar su identidad, por encontrar un tono y un estilo capaces de medirse con la singularidad de trazo que tenían las historietas de su progenitor.

En una de las escenas de la película, dos personajes participan en una performance con uniformes nazis y desnudos que, acto seguido, es sancionada como demasiado obvia por el reconocido artista performático Joan Morey. La misma crítica se podría reciclar para apuntar a las debilidades de esta opera prima por lo demás tan libre, insidiosa y sofisticada: o una mayor sutileza en el registro o todo lo contrario –su exasperación, su desbordamiento grotesco– podrían haber conjurado esa sospecha de obviedad que asoma en algunos de los apuntes satíricos de la película.

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