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“El español vive un momento de expansión y dominio”

Francisco Javier Pérez asume la secretaría de la Asociación de Academias de la Lengua

Francisco Javier Pérez, nuevo secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua.
Francisco Javier Pérez, nuevo secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua.ASALE

Francisco Javier Pérez (Caracas, 1959) fue elegido ayer en México DF en el congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española nuevo secretario general del órgano panhispánico del idioma. Sustituye a Humberto López Morales, que estaba al frente desde 1994. Miembro de la academia venezolana, autor de diversidad de estudios lingüísticos, desde el Diccionario venezolano para jóvenes hasta una compilación lexicográfica de groserías, El insulto en Venezuela, Pérez asume un mandato que compete a unos 500 millones de hablantes.

Pregunta. ¿Podrá controlarlos a todos?

Respuesta. ¿Yo? ¡No seré capaz! Mira, las lenguas son fuerzas incontrolables. Nosotros a lo que aspiramos es a orientar. Pero no a controlar. Ten en cuenta que uno de los mecanismos de evolución de las lenguas es su deterioro. La lengua se desarrolla también en base a errores.

P. ¿Por ejemplo?

R. El hubieron. “Hubieron muchos que hicieron tal cosa”. O “hacen años que tal cosa”. Tarde o temprano quedarán instalados, como el famoso dequeísmo.

P. ¿Cuál es el español que más le gusta?

R. Pues suele repetirse que el de Bogotá es muy refinado, o que el de Valladolid es el más hermoso de España. Pero cada lengua española, en la medida en que le sirve a los hablantes de cada lugar para señalar su mundo, es correcta, es perfecta.

P. ¿Cómo es el venezolano?

R. Riquísimo, profundamente expresivo, cargado de inteligencia, de humor. Pero se ha venido empobreciendo, sobre todo en la formulación del discurso. Al venezolano de hoy le cuesta construir un discurso simple. Tiene que ver con asuntos históricos, educativos y con el mismo tiempo que vive Venezuela. Es doloroso.

P. Deme, por favor, sinónimos de esta selección de venezolanismos incluidos en el último diccionario de la RAE: Borona, chamo, emparamar, faramallero, rasca.

R. Migaja, muchacho, empaparse, hablador (demasiado hablador), borrachera.

P. ¿El español de España manda más de lo debido?

R. No, no creo que mande más de lo que debiera. Y tiene palabras estupendas, como gamberro. Gamberro es una gran palabra.

P. Fernando Vallejo dice que España es “una provincia anómala del idioma”.

R. [Ríe] Esa expresión de Vallejo en el siglo XIX no hubiera podido decirse. Le hubieran dicho que ¡cómo se puede decir eso del lugar donde se gestó la lengua! Pero yo creo que el español de España es tan anómalo como el español de cualquier otra provincia particular de la lengua.

P. Todos tenemos una cruzada personal contra una palabra. ¿Cuál odia usted?

R. Ah no, yo soy lexicógrafo y los lexicógrafos por deformación profesional no odiamos a ninguna palabra. Para nosotros todas valen lo mismo.

P. Bueno. Dígame una o dos que adore. Aparte de gamberro.

R. Esta: inconmensurable. Es una palabra gigante, asombrosa. Inconmensurable. La palabra es en sí misma el propio dibujo de lo inconmensurable. También me gusta mucho que cambien de sentido algunas palabras que antes eran usadas como insultos. Por ejemplo marico, que en Venezuela ha ido perdiendo la fuerza insultante y se ha convertido en un saludo cotidiano entre los jóvenes. “Hola marico, cómo está”.

P. Usted ha dicho: “Un diccionario es una cosa cargada de ideología”.

R. Siempre lo he creído. No son libros asépticos. Detrás de un diccionario hay una manera de entender el mundo, una ideología. No tanto una ideología política como cultural. Esto se ve en lo que ocurrió en el siglo XIX con lo que se conoce como pudibundismo: ser vergonzoso ante las realidades que va marcando la lengua. En aquel tiempo los diccionarios no incluían voces que nombraran órganos o situaciones sexuales, y, si las incluían, los autores dejaban claro que no las compartían, que eso eran voces de lavanderas o de cocineras o de la ralea social. Los diccionarios no sin ingenuos. No hay diccionario aséptico.

P. ¿El pudibundismo ha muerto?

R. No tanto. Aún en 1981, en el Diccionario de venezolanismos de la Universidad Central de Venezuela, se definía huevo como “moneda del tiempo de la colonia”, sin más acepciones, cuando en el venezolano popular huevo refiere al órgano masculino, el pene.

P. ¿Cree que conquistaremos Estados Unidos con el español?

R. Absolutamente. La presencia hispana es muy poderosa y va a seguir creciendo. Se prevé que en unos 50 años Estados Unidos será oficialmente bilingüe en español e inglés.

P. ¿Nuestra lengua está en su fase histórica de mayor poder?

R. Creo que sí. Vive un momento extraordinario. Un momento de expansión, que también es un término de dominio. Es una lengua muy pujante frente a otras lenguas, europeas inclusive, que son magníficas pero solamente tienen un puñado de hablantes.

Darío Villanueva subraya la “modernidad” del ‘Quijote’

Hace 400 años, en 1615, murió Miguel de Cervantes. La Asociación de Academias de la Lengua Española conmemora el deceso del gran manco de la literatura en español con la reedición del Quijote publicada por la propia Asociación en 2005, con la novedad de un extenso prólogo en el que Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, analiza la "modernidad" de la novela del ingenioso hidalgo.

"Su modernidad tiene que ver con la visión y con la dicción", explica el académico. "Con la dicción porque es un libro de diálogos, polifónico, en el que la acción avanza no sólo por acontecimientos sino por conversaciones que los personajes mantienen entre sí. El resultado es una sinfonía del español de la época. Y luego está la visión. Es un libro concebido con enorme potencialidad visual, empezando por las figuras en las que se centra, que son como el Gordo y el Flaco. El Quijote ha generado un enorme caudal iconográfico; en azulejos, en naipes, en anuncios, en cajas de cerillas… Y es el libro con más versiones cinematográficas".

Define a Cervantes como “un fracasado genial”. “Fue un hombre al que no le acompañó la suerte, pero impresiona que aun teniendo una vida llena de frustraciones conservó energía para crear en sus últimos años la obra que constituyó el modelo de la novela moderna”.

Comparando el español de Cervantes con el actual, Villanueva afirma que el del Quijote ya es un español "moderno". El paso del español medieval al moderno se da en el siglo XVI. "Lo que queda en el Quijote", dice, "son residuos en el habla de Don Quijote, que está imbuido de libros de caballería y usa a veces rasgos arcaicos. Pero por lo demás es una lengua en el ciclo de desarrollo del español de hoy, pero con una riqueza verdaderamente extraordinaria".

Villanueva considera que puede sostenerse que la lengua española de Cervantes era “más rica” que el español actual, que según él padece “quizás, un cierto empobrecimiento”. El fenómeno histórico lo vincula al progresivo fortalecimiento del mundo urbano en detrimento del rural. “La lengua del campo es muy rica, porque cada cosa tiene su nombre, cada animal, cada planta, cada apero, cada momento del día, cada fenómeno atmosférico. Gran parte de esa riqueza expresiva se ha perdido”.

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