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Tenampa, el santuario mariachi cumple 90 años

Joaquín Sabina, Chavela Vargas o Frida Kahlo han sido clientes habituales de la cantina mexicana

Víctor Usón
Mariachi en el el tradicional Salón Tenampa de la plaza Garibaldi.
Mariachi en el el tradicional Salón Tenampa de la plaza Garibaldi. Saúl Ruiz

Es el lugar en el que Joaquín Sabina, Chavela Vargas, Frida Kahlo o José Alfredo Jiménez han echado unos tragos. Es también la cantina de la gente corriente, del mexicano de a pie y, al mismo tiempo, del turista. El Salón Tenampa es un templo del mariachi. Un lugar auténtico donde el tequila se bebe con música en vivo. Este fin de semana cumple 90 años de vida. Nueve décadas haciendo de la plaza Garibaldi de la Ciudad de México, el centro neurálgico de este género musical.

Es allí donde, siete días por semana, suenan rancheras, mariachis y jarochos sin interrupción hasta las 2.00 horas de la madrugada. Nadie pide un receso en el Tenampa. No hay tiempo para ovaciones, intermedios, ni presentaciones. La música suena por 120 pesos la canción, si quieres que los siete integrantes del grupo mariachi interpreten tu tema, y 50, si te decantas por el trío jarocho.

En el Tenampa se vive la música bajo la atenta mirada de Chavela Vargas

“Representa todas las cosas que un mexicano quiere probar, escuchar y sentir. A los de aquí nos permite revivir el sentimiento de nacionalidad y al extranjero le muestra cómo es nuestra cultura. En él se enseñan cuatro patrimonios de la humanidad: el tequila, la gastronomía, los mariachis y el paisaje agavero que hay en la plaza”, destaca María Fernanda Aguilera. Con 27 años, la joven es propietaria de este santuario de la tradición mexicana que fundó su tatarabuelo.

Una noche en el Tenampa no es una velada tranquila. Es, por contra, el escenario perfecto para disfrutar de una fiesta auténticamente mexicana. En el Tenampa se grita, se bebe y se canta. Se vive la música bajo la atenta mirada de Chavela Vargas y José Alfredo Jiménez, inmortalizados en dos murales del salón.

A ambos les gustaba sentarse, nada más entrar, a la izquierda, junto a la barra. En el mismo lugar donde ahora cuelgan sus retratos. Allí pasaban horas, “se dice que incluso días y semanas”, relata Aguilera. Era su rincón preferido, en el que charlaban, se encontraban con amigos, componían canciones e incluso se atrevían a cantar algunas de los temas que interpretaba el grupo mariachi.

Un grupo de mariachis actúan en el Salón Tenampa
Un grupo de mariachis actúan en el Salón TenampaSAÚL RUIZ

Y es que este salón esconde algunas de las vivencias más íntimas de los artistas mexicanos del siglo XX. En él también tenían lugar los encuentros entre Chavela y Frida Kahlo. Daban vida en el Tenampa a aquella profunda amistad que les unía y que quedó relatada en su correspondencia. “El mismo octubre rojo, / tan marchito, / tan deudo de la piel de la canela, /Tenampa hablaba a gritos de Chavela”, narra Sabina en Tenampa sin ti.

Su época dorada fue en los años 60 y 70, cuando era común encontrar en él a gente del mundo del cine y el teatro. Se convirtió en punto de reunión de artistas mexicanos como Jorge Negrete, Pedro Infante, María Félix, Mario Moreno Cantinflas o Germán Valdés Tin Tan. Ha sido escenario de películas como El Portero, Gitana tenías que ser y Dos tipos de cuidado y le han dedicado canciones artistas como Joaquín Sabina, Juan Gabriel o José José.

La cantina se acabó convirtiendo en un lugar clave para la expansión de este género musical

Su fundador fue Juan I. Hernández. Un mexicano procedente de Cocula (Jalisco) que en los años 20 emigró al Distrito Federal y que quiso que su cantina fuese un pequeño rincón de su ciudad natal. Por ello, en su local se comían tortas ahogadas, se bebía tequila y la música era de mariachis. Lo que no sabía es que aquel salón, cuyo suelo estaba siempre cubierto de serrín por los continuos vómitos de los borrachos, se acabaría convirtiendo en un lugar clave para la expansión de este género musical.

“Fue mi tatarabuelo quien acerca este género musical a Ciudad de México. El Tenampa se convierte en el primer lugar donde se puede escuchar esta música y es a partir de ese momento cuando va, poco a poco, haciéndose famoso”, señala Aguilera.

El Tenampa tuvo que superar una crisis derivada de los problemas de seguridad de la zona

El Tenampa llevaba ya 22 años siendo un referente de la música mariachi cuando en 1947 este género musical se tornó en fenómeno nacional y convirtió a la plaza Garibaldi en su símbolo. Desde entonces, cada noche, decenas de músicos ofrecen sus actuaciones a los transeúntes a cambio de unos pesos, abalanzándose, literalmente, sobre los coches que circulan por el transitado Eje Central, situado en un extremo de la plaza.

Poco ha cambiado en el Tenampa desde aquellos años 20, aunque el devenir de los tiempos le ha obligado a transformarse. Durante algún tiempo las mujeres tuvieron prohibida la entrada, y cuando se les permitió el acceso fue para que a él pudieran acceder las vedettes que servían de reclamo para que los hombres abarrotasen el lugar.

Alejado ya de aquella realidad, el Tenampa disfruta en su 90 cumpleaños de un futuro prometedor. Goza de reconocimiento internacional, y la crisis derivada por los problemas de seguridad de la zona en la que se encuentra fue superada hace algunos años.

Hoy, no hay guía de viajes que no hable de esta cantina mitificada por músicos y actores. Y, sin embargo, ha preferido olvidarse de que es leyenda viva de la noche mexicana y ha optado por mantener su esencia, ajeno a esa realidad. Quizás por eso, en el Tenampa nadie bebe en copa, ni se sirven sofisticados cócteles. Las convenciones sociales marcan que allí se bebe tequila y en vaso alto.

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Sobre la firma

Víctor Usón
Es redactor de EL PAÍS desde 2015. Trabajó en la delegación del periódico en México durante cuatro años y anteriormente estuvo en las agencias Europa Press y DPA. Es licenciado en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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