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La historia que Perú quiere olvidar

Por primera vez se estrena una telenovela que aborda los 20 años que siguieron a la restauración de la democracia en el país

Paco Robles (el actor Giovanni Arce) y una vecina del barrio, Fiorella (la actriz Alexa Centurión).
Paco Robles (el actor Giovanni Arce) y una vecina del barrio, Fiorella (la actriz Alexa Centurión).

La canción Alma de ochentas del músico peruano Pelo Madueño abre y cierra cada episodio de la telenovela Nuestra historia, una producción de la estatal TV Perú estrenada el pasado lunes y que tendrá 20 episodios en su primera temporada, de un total de 80. “Los 80 y 90, para dramatismo tuvieron de sobra”, dice el guionista Eduardo Adrianzén sobre las décadas más difíciles del siglo pasado, definidas por la crisis económica, una democracia tambaleante y el azote del terrorismo de Sendero Luminoso.

Adrianzén -uno de los más prolíficos guionistas televisivos de Perú- comenta a EL PAÍS que su “fuente de investigación fue el archivo del semanario Caretas”, y su propia historia. Tiene 51 años: “Soy dos años menor que el protagonista, Paco Robles”, añade. “Todo el mundo lo dice: hay una falta absoluta de memoria histórica de la población, especialmente en los más jóvenes. Todo lo anterior al año 2000 es como si fuera el virreinato: no tienen idea de nada, pero además a ningún Gobierno le ha interesado poner en el currículum la historia reciente ni el conflicto interno”, asegura por teléfono. “Los mayores de 45 años que la pasamos (la época) lo tenemos claro, pero quizá esos años los han traumado tanto que a sus hijos no han querido decirles nada, los han tratado como si fueran de cristal”, explica el autor de la idea original.

Adrianzén señala que el público peruano de ficción televisiva no está acostumbrado al ritmo semanal de las series y por eso optaron por la telenovela, que repasa la historia contemporánea a través de la vida de cinco familias de clase media en un barrio de Lima. “Hemos filmado en Jesús María, al frente del Hospital de Policía, porque es un estrato social que los televidentes pueden asumir como cercano. La clase media urbana nuclea cierta sensibilidad general de Lima, es más fácil para el público promedio. Hay una ley en la televisión: la gente se quiere ver un poco mejor de cómo es, el hiperrealismo está bien para el cine, aquí la realidad está mejorada a propósito, el televidente quiere ver su realidad lavadita”, sostiene.

Entre las cinco familias de la historia, destaca un policía honesto que está casado con un ama de casa racista que maltrata a la empleada doméstica: “Lo que el peruano necesita es mano dura y que lo obliguen a trabajar. Y peor ahora que van a votar los analfabetos”, opina la mujer del policía. El padre del protagonista es un profesor de escuela que se afilia a un sindicato y cuya mujer lo ayuda a salir adelante en medio de diversas crisis. Otra es una casa de mujeres solas, donde una afroperuana bota de su hogar al esposo debido al maltrato físico y psicológico sufrido.

Quechua subtitulado al español

Uno de los elementos nuevos en la ficción televisiva peruana son los diálogos en quechua, subtitulados al español, entre la dueña de una pequeña bodega y su madre, migrantes andinas en la capital, que susurran acerca de los tiempos tristes que dejaron atrás. En esa familia, el nieto –que solo piensa en el dinero– se niega a responderle a su abuela cuando le conversa en quechua. “Ya les dije que no me hablen en quechua que no entiendo nada”, retruca molesto el adolescente en el segundo capítulo.

Nuestra historia tiene como directores a Oscar Carrillo (actor que encarna al profesor) y a Alberto Arévalo, y en la producción a María Luisa Adrianzén. La dirección de arte estuvo a cargo de Guillermo Isa, quien dijo a TV Perú que tuvo dificultad en conseguir las secadoras antiguas para las escenas en un salón de belleza.

El rodaje se realizó con cámaras de cine durante ocho meses. Adrianzén explica que han usado por primera vez una tecnología distinta en el canal del Estado, y que para cada plano requerían ajustar la iluminación. “Nuestro objetivo como valor de producción es un trabajo actoral y de cámaras mucho más fino que el de una telenovela normal, ese es el diferencial que queremos tener, no van a ver carros que se estrellan ni explosiones”, agrega.

Las transmisiones de Nuestra historia van a coincidir con la campaña electoral y la llegada de un nuevo Gobierno a Perú. Adrianzén pone énfasis en la utilidad de revisar hoy lo que fuimos antes: “A los 20 años uno tenía que trabajar, la clase media tenía que trabajar. Crecimos en crisis, no era regla tener un iPhone, uno tenía que buscar el dinero para su transporte porque no sobraba nada: ese clima está en la serie, que desde chico uno tenía que hacer algo por su vida y que todo es precario”.

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