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DE FRENTE | AURELIO ARTETA

“En este país hemos tenido cobardía, engaño y miedo”

'A pesar de los pesares' (Ariel) es un libro sobre el dolor y la muerte. Arteta es navarro. Recién jubilado de la cátedra de Filosofía Moral y Política

Juan Cruz

¿Qué es la felicidad? Estar en paz con uno mismo.

¿Usted lo está? No. No he alcanzado todo lo que hubiera querido, siempre he desconfiado de mi capacidad y de mi valía. Pero sí estoy contento de no haber engañado mucho, de haber sido sincero conmigo mismo. No he alcanzado mis ambiciones, pero me he dirigido en la dirección que quería. Sufro por las cosas que no he podido alcanzar, y siempre estoy temiendo por las que no podré hacer. Pero no sufro por lo que no he alcanzado, sino por no haber conseguido ciertas cosas que son, por decirlo así, casi secretas.

¿Cuáles son las no secretas? Me hubiera gustado pensar mejor: yo no soy un pensador, soy un profesor de Filosofía; me hubiera gustado ser capaz de escribir mejor: siento el impulso y me freno. No he tenido hijos y por tanto en ese sentido hay un vacío que he intentado llenar de otras maneras.

¿No tener hijos se puede decir que impide la prolongación del tiempo? Sí, un hijo lo prolonga a uno mismo. Un hijo es un sustituto de la inmortalidad que uno desearía. Eso sí, tenemos una chica de acogida, así que no soy del todo ajeno a la paternidad, puedo comprender mejor ese sentimiento. No es la misma relación potente de un padre con un hijo, pero emociona.

¿Y cuáles son las frustraciones públicas? En este país ha habido mucha cobardía, mucho engaño, mucha ignorancia. Ha ocurrido en el País Vasco, ocurre en Cataluña. Hemos tenido miedo. Por ejemplo, en el País Vasco ha habido miedo en las épocas de mayor embate nacionalista. Y el miedo no ha sido a Eta, ha sido miedo al vecino.

Qué barbaridad. Ese fue el germen de la guerra civil. No estamos pensando lo mismo: lo que hubo es la espiral del silencio. En Cataluña y en Euskadi ha habido gente que se ha retraído ante los nacionalistas por miedo. Miedo al compañero de oficina, al cuñado con el que vas a estar en Navidades, miedo a quedarte solo, a que sospechen que ya no eres de los suyos, miedo a la opinión que se toma como mayoritaria. Ocurre en Cataluña, ha ocurrido en el País Vasco.

¿Tiene miedo a que vuelva a ocurrir? Podría volver a ocurrir.

¿Y por qué podría volver a ocurrir? Porque los nacionalistas no acepten lo que ya han ganado, cegados por unas emociones que no pasan por la criba suficiente, ni racional ni emocional, e insistan en decir que no han ganado lo suficiente...

¿Por qué parece que este país está cansado? Porque es el producto de muchas miserias anteriores. La Transición fue un arreglo que dejó cosas sin terminar. Por ejemplo, la tendencia a inventar una lengua propia, como en el caso de Euskadi, donde sólo el 13% usa el euskera, para proclamar el derecho de ser una nación. Ese tipo de invenciones se hace para tranquilizar a la gente que está deseando creer la mentira.

Decía Sciascia que la felicidad es un instante. ¿Cuál es el suyo? En momentos de la acogida de esa niña, que ahora tiene 19 años. Por la responsabilidad que contraía. Venía del Sahara; si no la acogían estaría condenada a la miseria. Mi mujer y yo asumimos esa responsabilidad. Es emocionante cumplirla.

¿A qué tiene miedo ahora? Al fracaso. Al miedo. Acabo de jubilarme; tengo miedo a no saber rellenar el tiempo, a que me desaparezca la pasión. Miedo a que la tristeza se apodere de mí. Tengo miedo al alzheimer, que amenaza a nuestra edad.

¿Se ha fijado que no hemos dicho las palabras dolor y muerte, tan presentes en su libro? Pues mal, porque yo las tengo muy familiares.

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