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La pluma de cóndor de Gustavo Santaolalla

El compositor argentino hace un registro de su viaje por tierras incas en el documental 'Qhapaq Ñan, desandado el camino'

Andrés Rodríguez
Gustavo Santaolalla y Andrés Cuervo con Evo Morales.
Gustavo Santaolalla y Andrés Cuervo con Evo Morales.

El músico, ganador de dos Oscar, Gustavo Santaolalla admite tener desde muy pequeño, y artísticamente, una historia personal que se relaciona con la identidad. Su espíritu viajero sintió la necesidad de emprender una travesía que le hizo retornar a lo ancestral y a lo precolombino, casi como un deseo de volver a los orígenes y “desandar el camino”. Como un chasqui, los mensajeros del incario, recorrió y documentó, junto al cineasta Andrés Cuervo, su experiencia en una de las vías milenarias y más antiguas del antiguo territorio del Tahuantinsuyo. Un recorrido que se vio plasmado en el documental Qhapaq Ñan, desandando el camino, dividido en cuatro episodios y que se emite por la televisión argentina

Han pasado casi 30 años desde aquel viaje de Ushuaia a La Quiaca, el mismo que se vio retratado en un disco de nombre homónimo, que Santaolalla hizo con su amigo y también músico León Gieco. Para este documental, recupera esa lógica andariega que, esta vez, lo llevó a recorrer 6.000 kilómetros a través de siete provincias argentinas y que concluye en la frontera con Bolivia. Este viaje es una parte del Qhapaq Ñan (Camino del Inca en quechua), la ruta utilizada por el imperio incaico y una red de caminos que une Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador, y que fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2014 por la Unesco

El viaje, según cuenta vía telefónica desde Los Ángeles, nace de una necesidad de darle continuidad a la búsqueda de sus orígenes, de expresar lo que hace, tratar de encontrar las raíces de donde proviene y reflejarlo en todo lo que ha logrado y ha ido buscando a lo largo de su carrera. 

“Buscamos [con el director, Andrés Cuervo] conectarnos con la gente de los pueblos originarios. Relacionarnos y tratar de entender un poco esa percepción diversa de ellos del tiempo y del espacio, tan distinta a la que tenemos nosotros. Esa relación que tienen con su hábitat, la tierra, con la naturaleza, con la Pachamama[Madre Tierra], frente a este momento tan álgido de la civilización”, asegura el compositor. 

Tanto Cuervo como Santaolalla buscaron imprimir un lenguaje visual distinto al documental. El músico de Bajofondo explica que no querían un magazine tipo turístico, ni una cinta pedagógica, al contrario, aspiraron a mostrar un producto más “sensorial”. “Queríamos que fuera una experiencia única ver cada capítulo, en el cual te sumerjas con la esperanza de que cuando termine te quedaras con ganas de visitar esos lugares”, precisa. 

En la cabeza del músico quedan muchos lugares y paisajes grabados en su memoria. Destaca por su “belleza natural” al Cañón del Ocre, o el Shincal de Quimivil en la provincia de Catamarca, un lugar al que describe como “increíble” por sus características arqueológicas, o las ruinas de los indios Quilmes en Tucumán, por mencionar algunos. “Hay lugares que no los conocía y tampoco los conocen la gente de mi país. Va a haber muchísima gente en Argentina que va a ver por primera vez estos lugares”, agrega. 

Uno de los hilos conductores del documental fue un obsequio de los aborígenes Huarpe de la comunidad guantamari. Cuenta Cuervo que la líder de la tribu hizo una ceremonia y los pobladores regalaron a Santaolalla una pluma de cóndor, un ave sagrada para todos esos pueblos. Este símbolo llevaba un hilo rojo. Le pidieron que la llevara durante su andadura por el Qhapaq Ñan y que a las personas con las que conectase durante el camino les invitase a hacer un nudo, relata el cineasta. 

Santaolalla recuerda que, para cuando llegaron a la frontera con Bolivia, la pluma estaba llena de nudos. El viaje terminó con un encuentro inesperado. Él y Cuervo viajaron hasta La Paz para conocer y reunirse con el presidente boliviano, Evo Morales. El compositor argentino afirma sentir admiración hacia el mandatario boliviano, ya que lo considera un “gran referente de los pueblos originarios”. Por esa razón, le regaló la pluma de cóndor y sintió como si el círculo del viaje se cerrara. “Fue un momento emotivo y muy lindo”, señala. 

El cineasta explica que el guion del documental era lo suficientemente abierto como para absorber las situaciones más inesperadas. Seguir el camino, llevar la pluma como símbolo y mostrar los sitios arqueológicos fueron experiencias a las que considera “muy enriquecedoras”. “Me resultó impactante ver la homogeneidad cultural entre los pueblos andinos, como superan cualquier frontera política y como conservan todavía los valores y una dignidad ancestrales que los destacan”, añade. 

Un elemento que no podía faltar en el audiovisual es el musical, por la distinción del personaje central del documental. Santaolalla compuso melodías especialmente para la cinta, además de que agregó canciones de su más reciente álbum, Camino. Entre los instrumentos que intervinieron para la creación de la banda sonora están la infaltable guitarra del compositor, el ronroco y también sonidos encontrados en unas piedras sonoras en Santa Rosa de Tastil, además de la utilización de los ruidos y sonidos ambientes, que fue algo que se acumuló como “tesoros”, finaliza el músico argentino.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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