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“Vivimos en un clima musical raro ahora mismo”

La banda Imagine Dragons, que cerró el festival Madrid Live!, repasa su meteórica carrera

Se bajaron del avión y fueron directos al Mercado San Miguel. “A conseguir ese jamón ibérico lo más rápido posible, ¿sabes?”, decía el bajista de Imagine Dragons, Ben McKee, justo antes de su presentación en el Madrid Live!, uno de los dos festivales que la banda estadounidense encabezó este fin de semana en España. Los intérpretes de Radioactive ya tienen en la capital un restaurante y club nocturno preferidos, y según el cantante Dan Reynolds, Madrid es su ciudad favorita del mundo: “Me gusta que la gente se quede despierta hasta tan tarde de fiesta. La atmosfera aquí. Todo, me gusta todo”.

Y no es que le falten lugares para compararla. Han estado de gira desde abril, y no pararán hasta el próximo febrero. De hecho, casi no han tenido vacaciones desde que su primer disco, Night Visions (2012), los convirtió en estrellas mundiales con hits como It’s Time (que alcanzó el número 15 de la lista Billboard), Demons (que llegó al número 6) y la ya mencionada Radioactive (número 3). “Todo cambió de un momento a otro para nosotros, éramos una banda muy pequeña, muy pobres y de repente crecimos mucho en pocos años”, cuenta Reynolds, quien escribió la letra de Gold, uno de los nuevos sencillos de su segundo disco Smoke+Mirrors (2015), inspirándose en la fama.

¿En quién puedes confiar cuando todo lo que tocas se convierte en oro? Se pregunta con ese tema el cantante que nació en Las Vegas, Nevada. “Las relaciones que tienes con la gente cambian, empiezas a preguntarte por qué quieren andar contigo. Gente que quizás antes no quería”, explica. “Y mucho está en tu cabeza también. No es ni siquiera la otra gente. Eres tú”, completa el guitarrista Wayne Sermon.

Sermon, igual que el baterista Daniel Platzman, se graduó de la Berklee College of Music gracias a una beca. Hasta que Reynolds lo convenció en 2009 de que dejara todo, se mudara Las Vegas, y se uniera a su banda. Sermon entonces animó a McKee, quien se salió de Berklee antes de recibir su título. “Todos compartimos décadas de fracaso musical. Eso fue lo que nos llevó a formar Imagine Dragons”, bromea McKee.

Todos se ríen porque ahora sí hay éxito. Para el segundo álbum compraron una casa en Las Vegas y la transformaron en un estudio personal con grandes ventanales para que les diera el sol. Y el resultado debutó en el número 1 de la lista Billboard. En agosto se dieron el lujo de lanzar una nueva canción no incluida en el disco, como un regalo para sus seguidores. “Vivimos en un clima musical raro ahora mismo. La gente está probando cosas nuevas, o haciendo lo que les da la gana. Lanzan mixtapes o lo que quieren. Escribimos esa canción, la grabamos y pensamos ‘¿Por qué esperar, por qué no lanzarla ahora?’. Este tour ha sido tan increíble, estábamos agradecidos con el público y por eso quisimos sacarla”.

Y el público parece complacido. Así se lo demostraron en el Barclaycard Center, que solo pareció estar lleno cuando los estadounidenses subieron al escenario a cerrar el festival. Incluso después de verlos marcharse tras un show de más de una hora, nadie se movió de sus asientos. Pedían más, con gritos, linternas y silbidos. Lo consiguieron: una canción más y unas palabras en español del líder del grupo: “Me llamo Danielito”, dijo con un acento muy marcado. “Soy un hombre sincero y antes de morir quiero recitar mis versos de amor”. Se equivocaba al recitar a José Martí, pero a juzgar por los aplausos de los madrileños, puede regresar y volver a intentarlo cuando quiera.

Una canción por los refugiados

Además de Roots, este mes Imagine Dragons publicó en iTunes la canción I was me como parte del proyecto One4. Todas las ganancias serán donadas a la Agencia de Refugiados de la ONU. Además, la empresa de software SAP donará 10 centavos por cada dólar americano obtenido de las primeras cinco millones de descargas de la canción. "A los cuatro nos gusta mantenernos al día con los eventos que pasan en el mundo", explica el cantante Dan Reynolds. "Cuando viajas tanto, te empiezan a importar otros países porque te enamoras de la gente. Y eso nos llegó al corazón y decidimos hacer algo al respecto, dar un granito de arena".

Él también fue a un campo de refugiados durante su paso por Alemania y cuenta que la experiencia fue iluminadora: “Mucha gente cree que son migrantes que solo buscan una vida mejor, que se quejan de las cosas. Pero la mitad son solo niños que tenían casa y que tuvieron que irse por la guerra. Muchos de los que yo conocí eran educados, tenían trabajos, eran doctores, abogados… y se vieron obligados a irse de casa. No es justo, la gente debería ayudarlos”.

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