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LATIDOS DE HOLLYWOOD
Columna
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Se busca estrella, viva o muerta

A la sociedad actual le gustan los muertos. Y Hollywood no iba a ser diferente.

Robin Williams, en Sidney el pasado diciembre.
Robin Williams, en Sidney el pasado diciembre.TRACEY NEARMY (EFE)

Para algunos es un gusto mórbido. Para otros, ley de vida. Lo cierto es que a la sociedad actual le gustan los muertos. Y Hollywood no iba a ser diferente. En vida las estrellas son galardonadas, encumbradas pero también criticadas, perseguidas por los paparazzi y diseccionadas hasta en su menor falta. Una vez muertas, son leyendas vivas que la sociedad inmortaliza y venera olvidando sus pecados. Muertos que además siguen cobrando, en ocasiones por encima de lo que ingresaban en vida.

El mejor ejemplo es también el muerto con mayores ingresos: Michael Jackson. Cantante, productor, bailarín, actor, estrella, Jackson falleció de un sobredosis en 2009. Entonces, los ejecutores de sus herencias valoraron su dilapidada fortuna en 7 millones de dólares. Sin embargo, el hombre del guante blanco ingresó 115 millones de dólares solo en 2014. El intérprete lleva cinco años a la cabeza de la estrellas con mayores ingresos después de muertas, una lista que elabora la revista Forbes y donde el segundo puesto cae una y otra vez en manos de Elvis Presley. El rey del rock produjo 55 millones de dólares en licencias varias durante 2014 pese a llevar muerto 38 años.

Las razones del éxito post mortem se hallan en el legado que dejan los artistas, no tanto en las fortunas personales. Canciones, películas, fotografías, toda una imaginería capaz de producir durante años en diferentes medios. Por ejemplo, Steve McQueen ha quedado inmortalizado tras su muerte vendiendo pantalones Lucky Jeans. Esto hizo que el héroe de acción de antaño haya generado 7 millones de dólares el año pasado. 

Algunos vuelven a la vida con tal de cobrar, como sucedió con el holograma de cuerpo presente de Michael Jackson. Y hay quienes siguen oliendo a dinero incluso en su tumba. Es el caso de los 25 millones de dólares que ha sumado la fortuna de Elizabeth Taylor durante 2014 principalmente por las ventas de su perfume White Diamond. Charles Schulz quedó tercero en la lista con 40 millones de dólares cobrados por la película Peanuts, de sus personajes Charlie Brown y Snoopy.

Pero los muertos no solo cobran. También gastan. Dicen adiós a sus estrambóticos deseos, a sus excesos y a sus séquitos. Bienvenidos los ejecutores de sus finanzas, que las invierten con un ojo más calculador y velando por sus propios intereses. Porque, después de muerto, ¿adónde van estos ingresos? La respuesta fácil es pensar en los herederos, pero la respuesta acertada apunta más a los interesados en llevarse esta parte. Empezando por los abogados encargados de velar por las finanzas del muerto, que se llevan entre el 10 y el 30% según lo complicado que sea el testamento. Las casas discográficas, los estudios o las firmas publicitarias también se llevarán una parte del dinero, que además puede pagar un 40% de impuestos. De ahí que Paul Walker, fallecido antes de concluir el rodaje de Furious 7, pero muy presente en una cinta donde su trabajo fue reconstruido y contribuyó en buena medida al éxito de la película, solo acabó recibiendo 10 millones de dólares de un filme que superó los 1.500 millones de dólares en taquilla.

Esto no pasará con Robin Williams. El cómico que se suicidó en 2014 dejando a sus herederos una fortuna de 100 millones de dólares cerró el grifo a otros ingresos póstumos. Williams dejó explícitamente prohibido hasta 2039 el uso de su imagen. Eso limitará considerablemente sus ingresos tras la muerte, pero evitará que su imagen sea explotada, principalmente a beneficio de terceras partes.

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