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Las vidas cruzadas de Bunbury

El músico vive el sueño americano en 'El camino más largo'

“Hay momentos en tu vida —que además a veces son muy fácilmente localizables— en los que sabes que todo fue en otra dirección”. Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967) empieza con esta reflexión la narración del documental El camino más largo, dirigida por Alexis Morante y que se estrena en el festival Beefeater In-Edit, que comienza hoy en Barcelona. El camino más largo es una mirada al pasado más reciente, y al fin y al cabo, una declaración de intenciones. Y concluye con esta otra también definitiva: “Cuanto más largo sea el camino mejor”. Entretanto, la idea de cambiar el avión privado por viajar como un roquero a la vieja usanza, recorriendo Estados Unidos en autobús, 26 fechas en apenas dos meses. “Hay que luchar contra determinadas rutinas”, reconoce el artista maño.

Cambia grandes aforos por locales de otro tipo; teatros con solera, salas pequeñas con encanto (o no) o discotecas que no son de su gusto y que le traen malos recuerdos (y le ponen de mal humor como en su visita a San Diego). En Los Angeles reúne a 6.000 personas, en cambio en Salt Lake City son exactamente 283 entradas vendidas, y la reticencia del dueño del local a dejar entrar al recinto a la comunidad latina. En El camino más largo se muestran varias facetas de Bunbury y su entorno. Algunas positivas (otras menos), la aparente tranquilidad que le da su pareja, la energía hechizante de Los Santos Inocentes, su nueva banda tras el tormento que supuso finiquitar a la anterior, y por otro lado la dependencia que tiene de su manager; sin él no está tan seguro, le pide que esté presente en un momento de tensión y debilidad. “Llevo 30 años desperdiciando mi vida en esto”, asegura Bunbury.

A Bunbury le estimulan los contrastes. Un cierto sentido de la contradicción y en el fondo sabe que, aunque la gira sea un reto agotador, no deja de ser un afortunado por disfrutar de tal experiencia. Y como gema existencial del proceso de nacer y morir, dos coincidencias en el tiempo: la noticia de que va a ser padre y la muerte de su preciado gato que lleva un tiempo enfermo. “El pop es algo más efímero, el rock es más de largo recorrido”, admite Bunbury cuando trata de explicar qué siente cuando va de una ciudad a otra. Sea como fuera, él es consciente que es una estrella. Y lo demuestra, no esconde sus bazas, si bien en Estados Unidos no tiene ese estatus, en cambio en España sigue siendo el Rey (como en la canción de Vicente Fernández). Un momento divertido de El camino más largo es la visita de Jose Andrés, el cocinero español más conocido en Estados Unidos. El regalo de un jamón ibérico es recibido con loas por sus músicos. No cabe duda de que Bunbury es un músico con una personalidad única. Este documental le delata y le humaniza. Es un acierto.

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