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LAS COLECCIONES DE EL PAÍS

‘Rattle and hum’, un ‘collage’ del año más glorioso

Temas propios y ajenos, en estudio o en directo, invitados ilustres y un documental caótico. Así fue el ascenso de U2 al olimpo

El cantante de U2, Bono, en una foto de los años 80.
El cantante de U2, Bono, en una foto de los años 80.Anton Corbijn

Nunca ha habido un trabajo tan caleidoscópico en la discografía de U2 como Rattle and hum, el doble álbum que documentó la apoteósica gira de presentación de The Joshua tree por Estados Unidos y sirvió como banda sonora del caótico documental que en octubre de 1988 llegó a los cines de medio mundo. Nunca Bono y los suyos fueron a la vez tan dispersos y ambiciosos, circunstancia que se tradujo tanto en unas ventas nuevamente estratosféricas (14 millones de ejemplares) como en una necesaria recapitulación final: tras cerrar los ochenta como la banda de rock más poderosa del mundo, el cuarteto tardó tres años en regresar al estudio y emprendería la nueva década con el sonido reinventado de Achtung baby (1991).

Estos 72 minutos alternaban piezas en estudio y en directo, versiones de temas propios y ajenos, desde Helter skelter (The Beatles) a All along the watchtower, de Bob Dylan. El mismísimo trovador de Minnesota se corresponsabilizaba de Love rescue me mientras When love comes to town servía para invitar al ilustre B.B. King y la espléndida Angel of Harlem, con su radiante sonido de Memphis, testimoniaba la admiración de los irlandeses por… ¡Billie Holiday! 

Puede que el tsunami de The Joshua tree fuera tan virulento como para que nadie, ni siquiera el visionario Bono, supiera predecir sus dimensiones. Por eso las presentaciones norteamericanas hubieron de reubicarse apresuradamente en grandes estadios y solo así se explica que U2 escogiera a un ignoto realizador de 25 años, Phil Joanou, para dirigir un documental deslavazado que se reformulaba de un día para otro y acabaría cuadriplicando su presupuesto original. Frente a los bandazos logísticos, empero, los dublineses podían esgrimir su estado de gracia artístico a la hora de asumir y fagocitar el gran legado yanqui. Así, el espectacular primer sencillo, Desire, interiorizaba los ritmos de guitarra del bluesman Bo Diddley, mientras que Hawkmoon 269 bebía en el rhythm & blues clásico. El número del título, por cierto, hace referencia a las mezclas necesarias hasta acertar con la versión definitiva, puesto que la banda invirtió tres semanas de trabajo solo en este corte.

No existen muchos ejemplos de discos que agrupen piezas en directo y nuevas grabaciones de estudio, pero U2 pudo inspirarse en el ejemplo de Wheels of fire (Cream) para convencerse de que aquella no tenía por qué ser una mala idea. Claro que el grupo de Eric Clapton, Ginger Baker y Jack Bruce se tambaleaba en 1968 en un inestable equilibrio de egos, mientras que Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen comenzaban a gestionar en 1988 su flamante ascenso al olimpo. Honrando a Dylan o a Lennon/McCartney se retrataban implícitamente como la siguiente generación de prohombres en la historia de la música popular. Y en ningún momento llegó tan lejos ese propósito de autoafirmación como con God Part II, la pieza que Bono concibió como prolongación de aquel God de Lennon en solitario.

La estética del blanco y negro perdura en este disco, igual que los sombreros vaqueros sobre las melenas de The Edge y Bono simbolizaban la admiración por los westerns o el Hollywood clásico. El heterogéneo collage resultante sigue siendo hoy susceptible de redescubrimientos. Hagan la prueba con Heartland, una rareza que se remonta a los años de The unforgeattable fire (1984) y que hoy despunta como una de las grandes joyas ocultas en el cancionero de estos chicos.

Este domingo, nueva entrega de la U2 Kiosk Collection, Rattle and hum, por 9,95 euros.

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