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Clara Usón y la supervivencia de la tragedia

La novelista catalana urde una trama en la que conviven varios tiempos y héroes: desde una exempleada de la banca que vendió preferentes hasta un gigoló libanés

El historiador del arte Aby Warburg desarrolló un concepto para el estudio de las imágenes que ha influido en todo el campo historiográfico: la supervivencia. Frente a una concepción cronológica y causal que concebía el pasado como algo fijo y estable, esta teoría de las supervivencias se fijaba en aquellos “despojos” de la historia que se resistían a neutralizarse. Warburg atendía (en palabras de otro crítico de arte, Georges Didi-Huberman) a “sus largas duraciones, latencias y síntomas, memorias enterradas y resurgidas, anacronismos y umbrales críticos”.

Nada de esto es gratuito al referirnos a la nueva novela de Clara Usón (Barcelona, 1961), pues el principal hallazgo de Valor es haber dado con una poética de las supervivencias: simultaneidades y suma de tiempos históricos. Una intuición formal (una sabiduría) que puede hacer de esta novela una realización eficaz de la tantas veces convocada, y denostada, “novela política”.

En Valor conviven, como decimos, varios tiempos y héroes (aunque el “valor” del título no deja de ser irónico): una mujer de mediana edad recién divorciada y exdirectora de una caja de ahorros que afronta, con una hija quinceañera gogó de discoteca, su exclusión social por haber vendido preferentes; un militar republicano y su aliado aristócrata, “fin de raza”, que participan en la sublevación de Jaca en diciembre del año 1930; un monje franciscano croata que colabora en el exterminio de serbios, comunistas, judíos y ortodoxos en un campo de concentración durante la II Guerra Mundial; y, finalmente, un joven gigoló de origen libanés en las playas invernales de Benidorm.

Es sin duda difícil hacer convivir todos estos planos en una narración sin resultar confuso o impostado, y más cuando algunos tienen fundamento histórico, como el levantamiento republicano de Fermín Galán o la cruzada católica del fascista croata Ante Pavelic (que no en vano terminó refugiado en España). Pero excepto en las primeras páginas de la novela, donde demasiada información pretende suavizar la lectura y quizá entorpezca, Usón es especialmente hábil en el ensamblaje de estas imágenes “supervivientes”. Sabe acortarlas para resaltar su extrañeza cuando el presente parece carecer de nervio o alargarlas si sabe atrapado al lector y no quiere soltarlo. E incluso modular la voz de los narradores, mediante el recurso de lo grotesco, para resaltar el horror: así, es la adolescente gogó la que narra el exterminio serbio y el sustrato fascista del catolicismo croata y español. Y así también, con virtuosismo, coinciden en una suma temporal un discurso de Ortega y Gasset (La mentira Berenguer), el despertar sexual de la adolescente y el videojuego Grand Theft Auto.

A la habilidad para mezclar planos desde el extrañamiento le añade Usón la capacidad de empatizar, ayudada por el estilo indirecto libre, con la voz de unos personajes con los que casi nunca podemos estar completamente de acuerdo, víctimas a la vez que verdugos.

Por eso molesta que, en esta arriesgada, ambiciosa y, en muchos sentidos, gran novela, la autora recurra a las casualidades de la trama para atar cabos, así como a un azar trágico que rebaja la dureza de los hechos históricos que se narran.

Especialmente en ese final en Benidorm en el que había alcanzado una rara forma de piedad que parece matizar la famosa frase de Marx: la historia se repite, primero como tragedia, después como farsa. Sólo que aquí la farsa (tocada por una gracia empática) es una forma menos gloriosa, pero igualmente difícil, y quizá más verdadera, de tragedia.

Valor. Clara Usón. Seix Barral. Barcelona, 2015. 320 páginas. 19 euros.

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