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En busca del infierno

Fermín Bocos indaga en un libro los lugares donde los antiguos situaban el Hades

Fermín Bocos, en uno de sus viajes en busca de las entradas del infierno, en Petra, en 2012.
Fermín Bocos, en uno de sus viajes en busca de las entradas del infierno, en Petra, en 2012.Álex Bocos

En verano de 1999, el entonces papa Juan Pablo II aseguró que el infierno no es "un lugar", sino "la situación de quien se aparta de Dios" y que el demonio "está vencido", ya que "Jesús nos ha liberado de su temor". Un nuevo punto de vista aportó su sucesor, Benedicto XVI, cuando aseveró que el infierno "existe y es eterno". Otra vuelta de tuerca dio el actual obispo de Roma el pasado febrero al alejarse de la idea de un castigo infinito. La Iglesia "no condena para siempre", zanjó. En semejante batiburrillo en que se encuentra el averno se ha querido adentrar, literalmente, el periodista y escritor Fermín Bocos (Santander, 1949). ¿El objetivo? Intentar localizar los puntos geográficos donde los antiguos consideraban que estaba situada la entrada al más allá. ¿El resultado? Viaje a las puertas del infierno: Las entradas ocultas del Hades (Ariel), una suerte de crónicas de viajes a estos lugares. ¿La conclusión? El infierno existe: se puede viajar a él, se puede transitar y hasta se puede aspirar su hedor.

El periplo arranca en España, pero recorre Italia y Grecia y también hace paradas en Israel, Francia, China, India, Japón, Irak y Egipto. El autor hace 17 excursiones en busca de los lugares donde, según leyendas, literaturas, mitos, cultos y tradiciones de la Antigüedad, se accede a un lugar reservado a los fallecidos.

La curiosidad por "el mundo clásico" y el interés por la pérdida de "ese temor al infierno que durante 20 siglos, al menos en nuestro mundo judeocristiano, fue quizás un instrumento de dominación, incluso política", explica el escritor, fueron los motivos que lo llevaron a localizar las moradas de las almas castigadas.

En una de ellas consiguió colarse Bocos. "Ulises lo hizo hace aproximadamente 3.200 años y yo lo hice en vísperas de la primavera de 2013". Se trata del Necromanteión, una gruta situada cerca la localidad griega de Éfira a la que, según la literatura homérica, Odiseo accedió para contactar con el Más Allá. Sobre este infierno se encuentra hoy, afirma Bocos en su libro citando al arqueólogo Sotiris Dakaris, "una ermita bizantina" construida "a modo de tapón". El autor define este Hades (que sitúa a "unos ocho o 10 metros bajo tierra") como un sitio "vacío" que "desprende un olor acre a humedad mezclada con un aroma dulzón difícil de identificar si uno no sabe que, durante varios siglos, en aquel lugar se acumularon grandes cantidades de sangre procedentes del sacrificio ritual de miles de animales".

El autor indaga dos entradas al infierno en España: una en Huelva y otra en Madrid

Fue ese uno de los lugares que más impactaron al autor. "Cuando desciendes allí, la humedad, los restos de arena colmatada por la sangre de tantos sacrificios y los restos de hachís que han encontrado los arqueólogos te dan una sensación de estar pisando tierra maldita y la verdad es que salí con una sensación de cierta repugnancia y repulsión". Una emoción diametralmente opuesta pero igualmente intensa le produjo el Monte Athos, también en Grecia. Allí se dirigió el autor, "cansado de buscar las puertas del infierno", para encontrar la entrada al Cielo, a la que le dedica el último capítulo del libro. "Es un lugar donde hay 21 monasterios colgados en precipicios de vértigo y donde los monjes hacen una vida absolutamente alejada del mundo actual; allí encontré una sensación de paz, de imperturbabilidad, de ataraxia".

Pero no necesitó Bocos viajar tan lejos para encontrar otra entrada al averno, ya que España tiene no una, sino dos. "En la península Ibérica, según algunos historiadores recientes que tomaron nota de viajeros de la Antigüedad, había dos puertas del infierno. Una donde hoy se levanta el monasterio de Santa María de la Rábida, en Huelva, justo en la confluencia del río Tinto y del Odiel, y la otra, según la historiografía y las leyendas que rodean el lugar, en San Lorenzo del Escorial".

Después de años de viajes recorriendo inframundos, (el autor ha pasado "casi los últimos cuatro años" brincando de infierno en infierno) la pregunta es inevitable: ¿Fermín Bocos cree en su existencia (connotaciones papales aparte)? El autor esquiva responder de forma directa y prefiere citar a Sartre: "El infierno son los otros".

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