La congoja de la garra
Desde la, en cierto modo, fundacional Alemania, año cero (Roberto Rossellini, 1948), las películas protagonizadas por niños que acaban cuidándose solos ante la renuncia más o menos forzada de los adultos son un clásico de la supervivencia, el arrojo y la congoja, con A las nueve cada noche (Jack Clayton, 1967) y Nadie sabe (Hirokazu Kore-eda, 2004) como cimas irrenunciables. Y he ahí el único problema de la, por (casi) todo lo demás, excelente película alemana Jack: se parece demasiado a la japonesa Nadie sabe, tanto en el fondo como en la forma.
JACK
Dirección: Edward Berger.
Intérpretes: Ivo Pietzcker, Georg Arms, Luise Heyer, Nelle Müller-Stöfen.
Género: drama. Alemania, 2014.
Duración: 103 minutos
Con un magnífico tratamiento fotográfico (luminoso), de sonido (hiperrealista sin molestar) y musical (siempre en el tono perfecto, con la traviesa ternura de la escena de los azucarillos y la leche como mejor ejemplo), Jack suma a todo ello una dirección virtuosa, con decisiones tan inapelables como mantener fuera del encuadre, copado por los niños, los rostros de los personajes de los que solo importa su cuerpo, a la manera del Michael Haneke de El séptimo continente. Y aunque el tremendismo aceche con la indiferencia de los adultos y en momentos puntuales (la actitud del chico matón en el centro de acogida), la película se impone por la fuerza de su imagen, el trabajo de su crío protagonista, el mayúsculo Ivo Pietzcker, y un desenlace que combina la sutileza, la garra y el sentido común.