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El cáncer juvenil, esa comedia

La película 'Yo, él y Raquel', de Alfonso Gomez-Rejon, mezcla risas y lágrimas con la historia de una chica que padece leucemia El filme arrasó en la última edición del festival de Sundance

Tommaso Koch
Olivia Cooke (Raquel), Thomas Mann (Greg) y RJ Cyler (Earl), en un fotograma de 'Yo, él y Raquel'.
Olivia Cooke (Raquel), Thomas Mann (Greg) y RJ Cyler (Earl), en un fotograma de 'Yo, él y Raquel'.

El mundo está lleno de horrores. Terremotos, guerras o enfermedades terminales son fuentes demasiado habituales de lágrimas. Sin embargo, por increíble que parezca, estas tragedias también pueden suscitar una carcajada. Y reabrir un eterno debate: ¿el humor ha de tener límites? Roberto Benigni aclaró en La vida es bella que no pasa nada por reírse del Holocausto. Los dibujantes de Charlie Hebdo lo intentaron con Mahoma: su atrevimiento les costó un precio dramático sobre el que, por otro lado, volvieron a ironizar en sus viñetas. Ahora, el cineasta Alfonso Gomez-Rejon abandera la alegría frente a otro tabú: Yo, él y Raquel narra, en forma de tragicomedia, un cáncer juvenil. La película, que se estrenó en el pasado festival de Sundance con una ovación, el Gran Premio del Jurado y el del público, llega hoy a España.

Para entender el filme, tal vez sirva más el título original: Yo y Earl y la chica que se está muriendo. “Yo” es Greg, un joven empeñado en sacar adelante su existencia anodina en el instituto y rodar, junto con su amigo Earl, películas aficionadas que homenajeen a las obras de grandes maestros del cine. En el fondo, no hay nada que le interese a Greg más que mirarse el ombligo. Ni siquiera la leucemia que padece su compañera Rachel le importa lo más mínimo. Aunque, forzado por su madre, finalmente acepta ir a hablarle una vez. Eso sí, le deja bien claro a la chica que la obligación es la única razón de su visita. Una tarde, y hasta nunca. Sobra decir que su opinión acaba cambiando.

“Es muy sano reírnos de todo. Ayuda a ofrecer otra perspectiva, a poner luz sobre la sombra”, defiende Gomez-Rejon (Laredo, EE UU, 1972) por teléfono. En su currículo, el cineasta lucía varios capítulos de las series Glee y American Horror Story, anuncios publicitarios para grandes marcas, así como su primer largometraje, el filme de terror Espera hasta que se haga de noche. Básicamente, nada que ver con lo que le esperaba: una película de adolescentes que se alejara por completo de esa etiqueta. “Tras leer el guion, la meta era hacer un filme sobre algo tan serio sin olvidar nunca la sonrisa. No quería una película que se volviera sentimental, hasta en los momentos más difíciles hay algo de comedia”, asegura Gomez-Rejon.

Para ello, le ayudó el texto en el que se basa el filme. Yo, él y Raquel era una novela superventas de Jesse Andrews, de la que el escritor acabó realizando también la adaptación cinematográfica. En 2012, el texto apareció en una lista de los mejores guiones de Hollywood todavía por producir. De hecho, cuando Gomez-Rejon pudo leerlo, tuvo un flechazo. El mismo, sin embargo, que enamoró a muchos cineastas y agentes más. “Había otros directores, aunque nunca supe con quién competía”, asegura el creador, aunque sí parece sugerir la presencia de contrincantes de renombres. Pasaron meses, y al fin llegó una respuesta: el ambicionado guion era suyo.

El director Alfonso Gómez-Rejon, en el pasado festival de San Sebastián.
El director Alfonso Gómez-Rejon, en el pasado festival de San Sebastián.XAVIER TORRES-BACCHETTA

En realidad, desde el primer instante en que leyó el texto, el director pensó que “nadie más” que él podía dirigirlo. Gomez-Rejon acababa entonces de perder a su padre y la historia de Greg parecía hablarle a su corazón: “Quería expresar mi amor por él. Al principio no había casi palabras, pero he empezado un diálogo sobre mi padre y estoy aprendiendo mucho sobre él”. Tanto que el filme está dedicado a la memoria de su progenitor y Gomez-Rejon se dice dolido por una crítica que aseguró que el cineasta no se volcaba en la pantalla: “La verdad es que sí me estoy expresando muchísimo”.

Aparte del homenaje a su padre, un médico mexicano que vivía literalmente en la frontera –“cruzaba la calle, un río, y era EE UU”-, Yo, él y Raquel encierra otro tributo. A través de las películas que Earl y Greg realizan, Gomez-Rejon le está dando las gracias al séptimo arte. “Le agradezco a la vida el cine. Me salvó, ha sido todo para mí. Hay momentos que no sé si hubiera podido superar si no hubiera encontrado la respuesta en otras películas”, suelta. Entre sus referencias, están Los 400 golpes de Truffaut o el cine de Buñuel –el homenaje al español acabó cortado en fase de montaje-, pero un amor supera a los demás: Martin Scorsese.

Por él, Gomez-Rejon se fue a Nueva York a estudiar cine y hacerse director. Aunque, primero, se convirtió en asistente de su ídolo. “Hacía todo lo que quería, incluso traer su café o su pizza. Estaba pegado a él todo el tiempo, también en el set: era el chicle invisible de Scorsese”, se ríe. En realidad, el cineasta se fue encadenando a un maestro tras otro: trabajó con De Niro, fue asistente de Nora Ephron y director de la segunda unidad en Babel, de Alejandro González Iñárritu.

Ahora ya es Alfonso Gomez-Rejon, el realizador de Yo, él y Raquel, y los papeles por una vez se han invertido. “Es un filme maravilloso”, ha dicho Scorsese. Como para llorar de la emoción. O echarse a reír.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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