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The Waterboys se trasladan a una idealizada América

La banda presenta ‘Modern Blues’, un disco gestado en EE UU con ecos de góspel y soul

El músico de 'The Waterboys', Mike Scott, en un concierto en Valencia el pasado jueves.
El músico de 'The Waterboys', Mike Scott, en un concierto en Valencia el pasado jueves. Juan Carlos Cárdenas (EFE)

Con Modern Blues, nuevo disco de los Waterboys, se repiten las rutinarias comparaciones con su obra magna, Fisherman’s Blues, álbum que en 1988 llevó a la banda hasta Irlanda para explorar las raíces del folclore celta y renovarse como charanga tabernaria. Se apartaban así de la solemnidad común a las producciones de la época, ampulosidad que tres años antes les había encumbrado con This Is the Sea, cuya canción The Whole of the Moones habitual en las selecciones de éxitos de los ochenta.

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Mike Scott (Edimburgo, 1958), que responde a la entrevista por escrito, se lo toma con filosofía. “Siempre hay alguien que lo dice de casi cada nuevo disco que publicamos”, explica. “No le doy la menor importancia, ni me lo tomo en serio. El día que escriban que el nuevo álbum de Waterboys es el mejor que hemos hecho nunca, ese día quizás se me escape una sonrisa”.

La materia prima de Modern Blues se desvela consistente, presta a competir en un revuelto mercado musical, buscando una audiencia madura que añore sonidos más orgánicos. Su secreto último está en que fue concebido en Nashville, junto a veteranos músicos como David Hood, bajista en los históricos estudios Muscle Shoals, en Alabama. Las canciones, según Scott, demandaban un sonido y sentimiento genuinamente norteamericanos y, en vez de tratar de replicarlos desde Reino Unido, viajó hasta la fuente misma con sus compañeros habituales, el violinista Steve Wickham y el batería Ralph Salmins.

Imaginería poética

En Modern Blues, la imaginería poética se traslada a una idealizada América, mitología que sigue nutriendo a muchos músicos europeos. Un tema, I Can See Elvis, reúne en disparatada secuencia una ristra de figuras legendarias, lo que anima a preguntarse si serán todavía modelos a emular. “Escucho mucho a Marvin Gaye”, aclara. “En lo artístico podría decirse que es una luz que me guía. Como lo fue una vez Elvis, aunque ya no tanto. Charlie Parker nunca fue una influencia directa, pero me gusta el bebop.Y Jack Kerouac, bueno, supuso un enorme impacto en mi juventud, que por algún motivo volvió a mi marco cultural al componer estas canciones”.

Modern Blues se desvela consistente, presta a competir en un revuelto mercado musical

Centrado en la imponente interpretación vocal del líder, el álbum arranca con Destinies Entwined, y pese a algunos deslices hacia la arrogancia del rock y ciertas veleidades líricas, se ve equilibrado por el influjo de ecos góspel y soul, arribando flamante a su conclusión en la balada Nearest Thing to You y la arrojada, extensa Long Strange Golden Road final. Pese a este carácter mundano y culto, Scott mantiene su impulso espiritual. Vivió unos años en la comunidad escocesa de Findhorn, asociación new age sin ánimo de lucro donde conviven ecología y mística, pero nunca ha abrazado una religión. “November Tale cuenta la historia de dos personas en lados opuestos de una discusión espiritual”, apunta. “Pero encuentran un modo de ponerse de acuerdo, buscando aquello que comparten: un corazón afectuoso y la fuerza necesaria para afrontar lo que la vida les depare”. En Still a Freak, el líder de Waterboys, de 56 años, proclama: “Las cosas desaparecen, pero yo sigo aquí”.

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