_
_
_
_
_

El dolor de los demás

Leslie Jamison nos ayuda a empatizar con el sufrimiento ajeno en días de insensibilidad. En su libro de ensayos reflexiona sobre ello mientras pasea por sus propias heridas

La escritora Leslie Jamison en Nueva York.
La escritora Leslie Jamison en Nueva York.Sarah Shatz

Un impactante vídeo de la ONG Save the Children mostraba la vida de una niña londinense a lo largo de meses: cumpleaños, juegos, risas, su primer beso, disfraces, como cualquiera de nuestras hijas. De pronto estalla una guerra que alcanza Londres, y su día a día se va oscureciendo hasta acabar en un campo de refugiados. Con 50 millones de visionados en YouTube, ¿consiguió sensibilizarnos sobre el drama de los niños sirios? ¿Nos pusimos en el lugar de esas familias —esto es, empatizamos?— ¿O la mayoría lo vimos con la misma fascinación morbosa que apuntaba Ignacio Vidal-Folch en un reciente artículo en El País Semanal sobre el “turismo de la desolación”?

Hoy mismo, ante los refugiados que llegan desesperados a Europa, ¿qué nos provoca su dolor televisado? ¿Nos queda algo de empatía, o somos ya todos visitantes potenciales de esa inofensiva Disneylandia del sufrimiento creada por Bansky?

La empatía es la pregunta de fondo de El anzuelo del diablo, recopilación de breves ensayos que nos sitúan “ante el dolor de los demás” —tomó prestado un conocido título de Susan Sontag, autora a cuya sombra se acoge Leslie Jamison—. El libro se abre con una cita rotunda de Terencio: “Hombre soy; nada humano me es ajeno”. Y por si quedaba alguna duda, la joven autora se tatuó la frase en un brazo. Aunque, como reconoce en el epílogo, su insistencia en la empatía la ha convertido en antena receptora del dolor de muchos lectores.

Jamison no enfrenta la pregunta directamente, sino mediante atractivos rodeos: el dolor fingido de quienes actúan como enfermos ante estudiantes de medicina; el dolor incomprendido de los afectados por un síndrome inexistente; el dolor buscado por los participantes en un maratón de montaña; el dolor sobreactuado de los familiares de unos asesinados frente al dolor resignado de los falsos culpables; o el dolor visitable en distintos escenarios de sufrimiento y violencia donde se siente partícipe de aquel turismo de la desolación.

Pese a la abundancia de historias, el hilo conductor es la propia Jamison: mientras piensa el dolor ajeno, nos va enseñando sus más íntimas heridas y cicatrices, físicas y psicológicas. Un progresivo desnudo anatómico y moral que marca el principal reto del libro: lograr que el lector empatice no tanto con las historias recogidas, sino con la propia autora.

Con un tono más narrativo que reflexivo —Jamison es novelista, y aquí deja notables ejercicios de estilo— nos lleva irresistiblemente hasta el verdadero foco de interés, en las páginas finales: el ensayo más extenso y consistente del libro, titulado con algo de grandilocuencia ‘Gran teoría unificada del dolor femenino’. Si todo lo anterior se lee con gusto e interés —a veces lastrado por ser una colección de artículos y no un texto unitario—, este último ensayo es el más audaz y controvertido, y merecería un libro entero, muchas más de sus 50 páginas.

En él, Jamison aborda el sufrimiento de las mujeres, su representación y su percepción: la “mujer posherida”, aquella que hoy se toma a broma su dolor antes de que lo hagan los demás, sin que por ello haya dejado de sentir dolor. Mujeres hartas de Sylvia Plath y de las representaciones culturales del sufrimiento femenino, como si todo fuese autocompasión y narcisismo. Cómo representar hoy ese dolor sin “convertirlo en un fetiche”, se pregunta Jamison, y concluye: “Sé que la mujer sufriente es un tópico, pero también sé que muchas mujeres siguen sufriendo”.

Apoyada en una breve bibliografía, sin atender a aportaciones filosóficas ni sociológicas, inspirada más en novelas, poemas y películas, Jamison logra una mirada personal y muy literaria en la estela de los textos más íntimos de Joan Didion. Así devuelve al lector la pregunta sobre la empatía: la lectura se convierte en una forma de ponernos en el lugar de la autora, pensar su dolor y compartir su inquietud por un mundo que prefiere censurar los excesos melodramáticos para no ver el dolor realmente existente.

El anzuelo del diablo. Leslie Jamison. Traducción de Rita da Costa. Anagrama. Barcelona, 2015. 349 páginas. 19 euros.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_