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CÁMARA OCULTA
Columna
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La Olascoaga

Pilar Olascoaga, la ya fallecida exsecretaria general del Festival de San Sebastian, en una imagen de 1989.
Pilar Olascoaga, la ya fallecida exsecretaria general del Festival de San Sebastian, en una imagen de 1989. Jesús Uriarte

Esta edición del festival de San Sebastián que mañana acaba ha sido dedicada a la memoria de Pilar Olascoaga, su particular dama de hierro durante tres décadas, fallecida el pasado mes de julio. El cargó que ostentó, secretaria general, le dio poderes casi absolutos y con ellos supo batallar en épocas de convulsión política cuando peligraba hasta la continuidad del certamen. Ella logró salvarlo de la quema, a veces contra tirios y troyanos. Entró a formar parte como una secretaria más en 1961 y se despidió del festival 30 años más tarde por desacuerdos con el entonces delegado general, el belga Rudi Barnet, que pasó como una bala en su cargo directivo pero llevándose por delante a la que parecía el apoyo imprescindible del festival. Es cierto que Pilar aplicaba un autoritarismo de épocas pasadas –era “la dueña del festival”- pero también procuraba mantener eventualmente las antenas alertas para que no se perdiera ningún tren.

Muchas opiniones se pueden verter sobre el carácter de Pilar Olascoaga y su peculiar manera de hacer pero sorprende que el festival actual se haya limitado a anunciar en la ceremonia de inauguración que esta edición le estaba dedicada esbozando un breve perfil con una foto en el escenario, que más que aclarar dudas podía suscitar aún más. Quienes quisieran saber quién había sido la tal Olascoaga podía quedarse con un palmo de narices. Si buscaban en el catálogo oficial no encontrarían una sola referencia. Ocurrió algo semejante hace tres años cuando la edición se dedicó al director vasco Antxon Eceiza, que había destinado buena parte de su tiempo, precisamente junto a Pilar Olascoaga, a intentar mejorar un festival que estaba languideciendo. En aquella ocasión aparecieron en el escenario la viuda de Eceiza y la mismísima Olascoaga, que regresaba así al festival, aunque fuera mínimamente, tras veinte años de ausencia.

Excelente iniciativa de este festival, por otra parte también excelente, la de rendir tributo de agradecimiento a quienes formaron parte de sus filas, pero no sería descabellado completarlos con una mayor información. La intención es loable pero la controvertida Pilar Olascoaga hubiese merecido algo más.

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