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Fernando Colomo presenta su película más libre, ‘Isla bonita’

La película, que protagoniza él mismo, une ficción y biografía sobre su crisis personal

Rocío García
El realizador Fernando Colomo.
El realizador Fernando Colomo. XAVIER TORRES-BACCHETTA

Sin guion previo, solo a base de conversaciones improvisadas, 70.000 euros, sin maquillaje ni peluquería, tampoco vestuario ni luces, Fernando Colomo se ha lanzado a su última aventura, Isla bonita, el filme más personal y libre, también más impúdico. A sus 69 años, el realizador madrileño tiene la sensación de estar empezando una nueva e intensa etapa. No sabe dónde le llevará pero tiene claro que no va a dejar de luchar y mirar hacia adelante. "Soy alguien nuevo que está empezando de cero". Con nobleza, tranquilidad y una sonrisa, Colomo cuenta que está en la ruina, que ha tenido que vender su casa y que se ha separado de su pareja. Lo hace sentado en el acristalado del hotel Londres, de San Sebastián, pero también lo confiesa en Isla bonita, el filme que presenta en la sección Zabaltegi del festival donostiarra, una mezcla de ficción y biografía que protagoniza él mismo. Con un equipo de siete personas, Colomo ha indagado en personajes y vidas reales en un largometraje, rodado en Menorca, que supone el número 20 de una carrera que inició precisamente aquí en San Sebastián con Tigres de papel, protagonizada por Carmen Maura.

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"Siempre he tenido ganas de volver a rodar un filme alejado de la parafernalia del cine que tanto entorpece. Muchas veces, todo lo que rodea a un actor en el momento del rodaje, marcas, gritos, señales, lo que hace es entorpecer ese momento de la interpretación. En Isla bonita, aprovechando el retrato de mi ruina económica, he querido concederme toda la libertad posible. Aquí no hemos trabajado ni el guion porque he partido de personajes reales. Estoy harto de escribir guiones que luego tardan años en convertirse en película. Quería algo vivo. Me he dado cuenta de que la mayoría de las veces los guiones sirven para pasar exámenes, el de las televisiones, los productores, los actores. Luego se reverencia tanto al guion que parece que las películas nacen muertas".

Colomo cuenta que está en la ruina, que ha tenido que vender su casa y que se ha separado de su pareja

Isla bonita parte de Fer, un realizador publicitario venido a menos que llega a Menorca, donde le recibe Miguel Ángel, un amigo suyo, ex director creativo de una agencia de publicidad, que vive retirado en la isla. El motivo del viaje es hacer un documental sobre un paisano que cuida la huerta de Miguel Ángel.

Con sensación de que se le acaba la carrera, Colomo se ha lanzado a confesarse ante la cámara, a mostrarse tal y como es. Tiene como prisa. La fe y confianza en saber que con 70.000 euros podía rodar lo que él quería le ha lanzado a este filme. "A medida que uno se hace mayor, uno quiere las cosas de manera más inmediata. Ya me cuesta pensar en un proyecto a cuatro años. El hecho de poder hacer algo sin que nada ni nadie nos obstaculice, que no te puedan cambiar ni el casting ni el final, es un lujo", confiesa el realizador, con sus características gafas de pasta, en esta ocasión de color amarillento. De alguna manera, él ha puesto la cámara y ha dejado que los personajes hablen y se confiesen sin tener que estar atentos ni a la "acción" ni al "corten", dejando todo a la improvisación.

En Isla Bonita no hemos trabajado ni el guion porque he partido de personajes reales

Es consciente Colomo de que había llegado el momento de ponerse él mismo delante de la cámara y no dejar que otros alter ego hicieran de él como en otras ocasiones. "Pensé que quizás esta era la película que debía de hacer yo. Me muestro tal y como soy, incluso de manera algo más bestia porque en el cine y el arte en general no te puedes quedar atrás. Hasta el punto de que en lugar de ayudarte a ti mismo lo que tienes que hacer es darte palos. Como director me he dado palos a mí mismo en el papel de actor". Como en la escena en la que tiene que tirarse al agua en una cala y que repitió de manera incansable. "El director que yo soy obligaba al actor que también era yo a repetir una y otra vez la escena. Me pasé un día entero tirándome al agua, cambiándome de bañador, secándome el pelo y volviendo de nuevo a tirarme al mar". Todo lo ha sacrificado por hacer la película que quería. Ha dejado que la vida sea la que le vaya señalando el camino.

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