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El Obelisco de Buenos Aires esconde la punta

Los porteños y los turistas se sorprenden con una intervención del artista Erlich

Alejandro Rebossio
El Obelisco de Buenos Aires amaneció este domingo sin su característica cúpula piramidal.
El Obelisco de Buenos Aires amaneció este domingo sin su característica cúpula piramidal.---- (EFE)

Los porteños que circulaban este domingo por el centro de Buenos Aires se sorprendieron al ver que el más típico ícono de la capital argentina, el Obelisco, había perdido la punta. Algunos turistas se sentían frustrados de que no iban a poder hacerse la tradicional foto. La imagen se replicó en las redes sociales entre bromas y incertidumbre. Muchos pensaban que el monumento estaría en reparación, pero se trata de una intervención artística del porteño Leandro Erlich, de 42 años, que ha presentado sus espacios con límites fluidos, inestables y mágicos en ciudades como Madrid, Nueva York y Londres.

Su ‘site-specific’ (obra que altera un sitio) del Obelisco se llama ‘La democracia del símbolo’. Consiste en tapar su punta con una estructura de hierro con un revestimiento similar al hormigón del monumento de 67,5 metros que se construyó en 1936 para celebrar el cuarto centenario de la fundación de Buenos Aires. La estructura de Erlich pesa tres toneladas. El arista busca crear la ilusión de que alguien retiró el ápice, que mide 3,5 metros de alto por 3,5 de ancho en su base, y colocó una réplica en la explanada del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Porteños y turistas pueden visitar en forma gratuita esa copia, en la que desde las cuatro ventanas de la supuesta punta del Obelisco se exhiben cuatro cortos de 20 minutos sobre la vista desde el verdadero monumento hacia las avenidas 9 de Julio y Corrientes.

Erlich contó que quería “generar la posibilidad de cumplir la fantasía de conocer el Obelisco por dentro, democratizar el acceso” porque “es algo que nunca pudo hacerse, porque en su interior no están dadas las condiciones para que el público entre, hay una escalera muy pequeña”. El monumento tiene 206 escalones, pero no son de acceso público. Por eso los porteños solo ven el Obelisco desde abajo, sobre todo en los días laborales, o cuando se manifiestan allí por cuestiones políticas o para celebrar victorias deportivas. Allí, Raúl Alfonsín cerró su campaña presidencial en 1983 ante un millón de seguidores en el final de la última dictadura militar. Allí también los argentinos celebraron el año pasado el subcampeonato mundial de fútbol.

La punta del Obelisco ha sido tapada y una réplica se exhibe en la explanada del MALBA

El de Buenos Aires es el tercer obelisco más alto del mundo, después de dos de EE UU. El que llega más lejos es el de San Jacinto, de 220 metros, que se construyó el mismo año que el argentino y que celebra la indepencia de Texas (1836) respecto de México, y el segundo es el monumento a George Washington, que se edificó en 1888 y mide 169,4 metros.

El porteño fue levantado por el Gobierno de Agustín Pedro Justo, un conservador que llegó al poder por medio del fraude. Lo construyó la empresa alemana Siemens en apenas 31 días y en la obra murió un obrero inmigrante italiano. La obra despertó masivas críticas y bromas de los porteños contra el estilo modernista de su autor, Alberto Prebisch. Dos años después sufrió algunos desprendimientos y en 1939 los concejales votaron su demolición por motivos estéticos, de seguridad y económicos, pero el entonces alcalde de Buenos Aires, Arturo Goyeneche, la vetó y así fue que con el tiempo el monumento se transformó en símbolo de la ciudad.

"Es mi obra más ambiciosa, porque implica salir del museo y generar algo en el orden urbano, y por la complejidad técnica de la instalación”, explicó Erlich, que en su carrera ha expuesto en las bienales de Venecia, Estambul, Shanghai y Sâo Paulo. Este artista cuenta con obras exhibidas en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) y en la Tate Modern de Londres, entre otros de EE UU, Francia, Japón, Italia e Israel, y presentó las instalaciones ‘La Torre’ en el Reina Sofía en 2008, ‘Swimming Pool’ (piscina) en el Museo de Arte Moderno (MoMA, según sus siglas en inglés) de Nueva York el mismo año y ‘Dalston House’ en Londres en 2013. Ahora le ha llegado el turno a la instalación porteña. El Obelisco permanecerá una o dos semanas sin punta, pero la réplica estará en exhibición hasta marzo próximo.

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