_
_
_
_
_
63 festival de cine de san sebastián
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Definitiva y memorable despedida

En 'Truman', Cesc Gay cuenta la historia de forma precisa, sugerente, elegante, sutil y compleja. Y dispone de uno de los tres o cuatro mejores actores vivos, un tal Ricardo Darín

En las ultimas semanas he sido testigo de varias películas cuyo argumento coincide. Será casual. Aunque imagino que sus autores no han utilizado exclusivamente su imaginación, sino que en algún momento habrán sufrido la lacerante pérdida de un ser querido en una larga enfermedad. El danés Billie August hablaba de ello en Corazón silencioso y Julio Medem en ma ma retrataba el maldito nacimiento e imparable avance de ese depredador llamado cáncer. En el primer caso el resultado me pareció más que correcto y en el segundo sentí rubor en determinadas situaciones y diálogos, aunque Penélope Cruz se salvara del naufragio en su muy creíble interpretación. Y vuelvo a encontrarme en Truman, dirigida por Cesc Gay (sí, el penetrante y veraz autor de las admirables En la ciudad y Una pistola en cada mano) con otro personaje devastado por la enfermedad, que dispone de muy poco tiempo antes de que llegue la muerte y que decide poner unas cuantas cosas en orden despidiéndose de las personas que otorgaron sentido a su existencia. Mejor dicho, estos seres amados se despiden de él, de ese hombre valiente y aterrorizado que siente pudor pero también secreta necesidad de compartir abrazos y dar su último adiós. Y como no, dejar en buenas manos a su perro, del cual intuyes que ha sido unos de sus mejores refugios para que la soledad no le asfixiara.

Cesc Gay le sigue la pista durante cuatro días a este hombre. Lo que hace, dice, calla, sugiere, anhela, disimula, siente, se reprocha, teme, pide perdón y otorga el suyo. Es el tiempo que pasará a su lado un amigo del alma al que no ve desde hace años. Este será su banquero, su cómplice, su confesor, su Pepito Grillo, la persona que tal vez le conozca mejor que él mismo, el colega de risas y de silencios. Hay pocas lágrimas, aunque intuimos que ese desahogo llega cuando no les observa nadie. También viajará a Ámsterdam para ver a un hijo con el no se ha comunicado excesivamente. Y tratando de ahorrar al otro la pena, jugando emotivamente al despiste, seremos testigos de un abrazo estremecedor. Y también existe una prima gruñona. Es su forma de defenderse ante el inminente horror.

Aunque lo que narra es trágico, el director no renuncia a provocarnos la sonrisa, al tono agridulce, a momentos de comedia, al humor cáustico. Su forma de contar la historia es precisa, sugerente, elegante, sutil y compleja. Y dispone de uno de los tres o cuatro mejores actores vivos, un tal Ricardo Darín, ofreciendo un recital inolvidable. Por dentro y por fuera, con la mirada, con el gesto, con la voz. Javier Cámara aguanta muy bien el difícil reto. Pero eso le ocurre frecuentemente a Darín con el actor o la actriz que tiene enfrente. Es tan bueno, imprime tal convicción a sus personajes que el talento de sus compañeros crece, mejora.

Nada bueno que contar de Evolution, dirigida por Lucile Hadzihalilovic. Entre otras cosas porque no entiendo nada de lo que pretende contar. Tal vez, tampoco lo sepa ella. No soy experto en onanismos mentales. La protagonizan un grupo de niños con los que presuntamente sus andróginas madres y enfermeras hacen experimentos mediante torturas quirúrgicas. Ignoro el desenlace. La paciencia tiene un límite.

Y reconozco que Sunset Song, dirigida por Terence Davies, señor al que los de siempre denominan como director de culto (¿qué culto? ¿luterano, católico, islámico, budista?) es bonita visualmente, aunque se empeñe en hacer planos interminables y que las canciones que entonan los personajes duren de principio a fin, pero su argumento y su ritmo me resultan fatigosos. Me agota el monólogo interior y las consideraciones espirituales de esa mujer joven y con tan mala suerte en sus amores. Desde el sadismo del animal de su padre a que su antes modélico marido se convierta en un violador y un hijo de puta sin matices a causa de una guerra. Al parecer, la vocación lírica tiene permiso para cometer dislates.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_