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Cécile McLorin Salvant confirma todo lo confirmable

Una cantante de jazz con mayúsculas, capaz de sumergir al aficionado en un mar de sensaciones placenteras

La aspirante a diva del jazz en 2015 contempla su imagen en el espejo: “Dime, espejito mágico, quién es la nueva Billie Holiday” (o “la nueva Ella Fitzgerald”, o…). En el universo de las nuevas-cualquier-cosa, surge la voz de Cécile McLorin cantando ‘Stepsisters’ Lament’ (Rod­gers & Hammerstein, para el musical Cinderella de 1957) y no hay más que hablar.

El nuevo disco del ruiseñor veinteañero confirma todo lo confirmable. Una cantante de jazz con mayúsculas, capaz de sumergir al aficionado en un mar de sensaciones placenteras del tipo que uno asocia a otros tiempos acaso más felices para el género. McLorin cambia de piel según interprete ‘Growlin’ Dan’, de Blanche Calloway, o ‘The Trolley Song’, que cantaba Judy Garland en Meet me in St. Louis. Es sensual y provocativa; melodramática (dentro de un orden), y glamurosa (cuando conviene). Sabe siempre dónde está y hacia dónde se conduce.

En ella están todas las cantantes que han sido y son, de Bessie Smith en adelante. A su estilo, como mandan los cánones del jazz. Suyas son la mitad de las composiciones, letra y música, así como las ilustraciones que acompañan la edición. Con esto que el tercer disco de la susodicha roza la perfección; la excepción: un ‘Le mal de vivre’ en el idioma de Molière perfectamente prescindible.

For One to Love. Cécile McLorin Salvant. Mack Avenue Distrijazz.

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