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CRÍTICA / LIBROS

Algo más que una alucinación psicodélica

La generación beat se compuso de figuras centrífugas, individualistas y heterogéneas. Jean-François Duval se acerca con amor y exhaustividad a seis supervivientes

Jack Kerouac, en el hotel Chelsea de Nueva York.
Jack Kerouac, en el hotel Chelsea de Nueva York.

La generación beat nunca existió: lo dicen Jean-François Duval en el prólogo de Kerouac y la generación beat y Allen Ginsberg, que afirma que “fue una alucinación psicodélica de los medios”. Los beat, sin embargo, sí que existieron, pero centrífugos, individualistas, heterogéneos, como borradores los unos de los otros. El autor entrevista a seis supervivientes de esa generación inexistente con amor (no se puede expresar de otra manera), datos exhaustivos y una enorme capacidad para la escucha.

Empieza con Allen Ginsberg, que, tres años antes de fallecer, le invita a desayunar en la cocina de su casa, cuya ventana fotografía con regularidad para recordarse que tiene que estar atento al afuera, se declara macrobiótico y le cuenta que él es una persona cándida. Carolyn Cassady, casada con Neal Cassady, el protagonista de En el camino y muchos otros textos, y amante de Kerouac, habla de la timidez extrema de este, al que también califica de soñador, tierno, sentimental y, ay, reac­cionario. Le sigue Joyce Johnson, novia de Kerouac durante los dos años de la gloria que le proporcionó la publicación de En el camino, que asegura que era un amante fraternal y que cree que el budismo no le hizo bien. Jean-François Duval se encuentra con Timothy Leary cuatro meses antes de que este vaya a fallecer, algo que ya sabe y cuyo momento aguarda con su proverbial buen humor mientras va organizando los cientos de cajas en las que guarda, para la posteridad, todos los papeles de su vida, desde facturas hasta notas para poemas. Anne Waldman se explaya sobre la “cinética de las palabras”, la mafia de los poetas neoyorquinos y las mujeres beat, y aclara que los beat se distinguieron no por el anecdotario que dejaron, sino por estar todos embarcados en una búsqueda espiritual.

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El libro termina con la mejor entrevista: Ken Kesey, el autor de Alguien voló sobre el nido del cuco y el que, con su autobús psicodélico, el Further, con Cassady al volante, recorrió América haciendo apostolado del LSD y de la alegría desinhibida, se extasía en tiempo real con una nutria que ha aparecido en su estanque, justifica a un conejo que roe los cables de su conexión a Internet o se comunica a gritos con los gansos que cruzan el cielo.

Más allá del título, el que emerge como verdadero protagonista de este libro es Neal Cassady, al que todos dedican palabras exaltadas: Allen habla de su encuentro sexual, Carolyn de su inteligencia pura y de su nivel superior de conciencia, Joyce de que Dalí dijo que era más guapo que Marlon Brando, Anne de que era un héroe y de que daba la impresión de que podía atravesar la pared, Ken de que era un avatar y de que ya les influía incluso antes de saber de su existencia (y de que conducir el autobús era su manera de escribir). Neal Cassady fue muchos, y entre todos los que llegó a ser en su corta existencia quizás formaron la verdadera y secreta generación beat.

Lawrence Ferlinghetti era, de todos los beats, el que menos podía idolatrar a Neal Cassady. Aunque le publicó su único gran esfuerzo narrativo, El primer tercio (Anagrama, 2006), su vitalidad revolucionaria y anarquista debía serle demasiado incómoda a quien predicaba lo mismo sin atreverse a pasar de las palabras. De hecho, Amor en días de furia, la única novela de Ferlinghetti, es un intento fallido de ponerse de lado a tiempo completo (no como intelectual sino como activista) de la vida, la revolución y el anarquismo. La historia de amor entre una pintora y un banquero (inspirado este en el banquero anarquista de Pessoa, pero lejos de la contundencia metafísica y crítica del original) durante los acontecimientos de Mayo del 68 en París le sirven para reflexionar sobre el poder, el deseo, la poesía o la historia.

El libro termina con la mejor entrevista: Ken Kesey, el autor de Alguien voló sobre el nido del cuco, que recorrió América haciendo apostolado del LSD

A ratos panfleto, a ratos reportaje y a ratos catálogo de tópicos políticos, estéticos y sentimentales, el texto va desgranando evocaciones, sueños e ingenuas conspiraciones sin sentido que se diluyen hasta llegar a un final abrupto que el autor, cansado de todo eso, se nota que ha impuesto para librarse de la escritura de este texto. Ferlinghetti, un gran poeta y un editor mítico, no supo o no quiso, al menos en este libro, el amor y la furia verdaderos, que germinan al pie del camino real (el de Kerouac, Ginsberg o Cassady) y se agostan en los caminos mentales o retóricos.

Kerouac y la generación beat. Jean-François Duval. Traducción de Francesc Rovira. Anagrama. Barcelona, 2014. 334 páginas. 19,90 euros.

Amor en días de furia. Lawrence Ferlinghetti. Traducción de Raquel Ramos. Román y Bueno Editores. Granada, 2015. 106 páginas. 12 euros.

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