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'IN MEMORIAM'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un hombre de principios

Juan Benito Argüelles ha sido, junto a Lola F. Lucio, el promotor de cuantas actividades culturales se desarrollaron en Oviedo en los últimos 40 años. Estudió Derecho y Letras y como catedrático de Francés ejerció la enseñanza en la Universidad de Oviedo y en institutos de Asturias. Fue secretario de Camilo José Cela, fundador de la Alianza Francesa de Oviedo, cofundador del Premio Tigre Juan, y en 1980, de Tribuna Ciudadana, que fue, y lo sigue siendo, una importante asociación cultural.

Con unos principios democráticos y con el entusiasmo de hacer de Oviedo una ciudad más rica culturalmente, Benito y Lola, con 12 de los suyos —como en el poema de Manuel Machado sobre el destierro de El Cid—, lograron hacer crecer un proyecto necesario en la España de la Transición, nombrado Bien de Interés Cultural. La primera conferencia, sobre Lorca, fue impartida por Martínez Nadal; acudieron a su llamada los más prestigiosos escritores, políticos, artistas y periodistas de todo el mundo: Alberti, los poetas de la Generación del 50, Bunge, Adolfo Suárez, Guerra…, todo, dentro de un marco pluralista y con especial preocupación por mantener el equilibrio en la participación de las tendencias.

Juan Benito definió así la filosofía de Tribuna: “La cultura, cuando es auténtica, es algo gozoso, gratificador y divertido”. Sus amigos Ángel González, Alarcos, Cueto, Gustavo Bueno y Paco Ignacio Taibo se unieron al entusiasta proyecto de Juan y Lola, que dejaban su casa a los conferenciantes que se quedaban con su amistad.

José Agustín Goytisolo decía que se iba a declarar insolvente para venir a vivir a Oviedo al cobijo de Lola y Juan. Muchos son los escritores que sin duda recordarán con cariño los días pasados con ellos: Manuel de Lope, Vicent, Bousoño, Bryce o Caballero Bonald, quien en 1994 escribió: “Como casi nadie ignora, Juan Benito Argüelles es un viajero romántico francés que se perdió un día por algún intrincado laberinto de la montaña asturiana”, o Cela que dijo: “Juan Benito no es un hombre de fines sino de principios y piensa más en las razones y en las trayectorias que en los resultados”.

Tuve la fortuna de presidir durante tres años esta “reunión de intelectuales” cuando me dio el relevo Juan, hasta hoy presidente honorífico, habiendo sido una de las etapas profesionales más interesantes de mi vida.

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