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FESTIVAL DE CINE DE VENECIA

La banalidad del mal según Egoyan

El cineasta levanta aplausos en Venecia con ‘Remember’

Álex Vicente
El director Atom Egoyan, antes de la presentación de 'Remember' en Venecia.
El director Atom Egoyan, antes de la presentación de 'Remember' en Venecia. Elisabetta A. Villa (WireImage)

Existió un tiempo en que Atom Egoyan fue una de las principales figuras del cine de autor internacional. Corrían los años noventa cuando el Festival de Cannes se rindió a sus pies con películas envueltas de misterio y ambigüedad, como Exotica o El dulce porvenir, que incluso le reportó una nominación al mejor director en los Oscar, para más inri el mismo año de la apoteosis de Titanic. Desde entonces, todo ha ido cuesta abajo para el director canadiense. Desde hace cerca de una década, su lugar en el ecosistema cinematográfico se ha deteriorado considerablemente. Hoy parece poco más que un mercenario que rueda thrillers sin demasiada personalidad ni sustancia, como demuestran títulos recientes como Chloe, Cautivos o la todavía inédita Devil’s Knot.

La tendencia podría invertirse próximamente, a juzgar por la ovación que la Mostra ha dedicado este jueves a su nueva película, Remember. Ese entusiasmo resulta, sin embargo, bastante incomprensible, puesto que el proyecto parece marcado por muchos de los malos vicios que han acelerado su declive. La película describe el periplo de Zev, un anciano con demencia senil que, siguiendo las instrucciones de su amigo Max, escapa de la residencia donde vive tras la muerte de su esposa y se pone a buscar al Blockführer nazi que, setenta años atrás, exterminó a su familia en el campo de concentración de Auschwitz. El asesino se llama Rudy Kurlander y se fugó al otro lado del Atlántico después de la guerra. Tres personas responden a ese nombre en Estados Unidos y una, en Canadá. Pese a sus problemas de memoria y de orientación, Zev emprenderá un viaje por toda la geografía norteamericana hasta encontrar a ese nazi y cobrarse su vida.

Toda la película gira entorno al infinitivo que le da título, que parece formularse más bien en imperativo. Para Egoyan, surgido de la diáspora armenia –y que ya evocó el mismo tema, aunque de manera distinta, en Ararat–, recordar es una obligación, por dolorosa que resulte para uno mismo y para los demás, por muchas amnesias selectivas a las que uno se haya sometido y por trágicas que resulten las consecuencias.

“La película es una inspección de la memoria y el trauma, reflejada a través de dos personajes excepcionales. Cuando leí el guion por primera vez, me pareció una historia totalmente original. Nunca me había topado con un personaje como Zev”, ha afirmado Egoyan en rueda de prensa. El director ha descrito su película como “un thriller peculiar, protagonizado por hombres muy viejos, que avanza a su ritmo vital, extremadamente lento”. Egoyan ha dicho que, dentro de pocos años, películas como esta se convertirán “en filmes de época”. “Mis personajes forman parte de los últimos supervivientes”, ha apuntado.

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Pese a sus múltiples defectos, Remember cuenta con dos virtudes considerables. La primera es un memorable personaje protagonista, al que encarna un asombroso Christopher Plummer, que a sus 85 años libra una interpretación dominada por una técnica impresionante, en la que logra encontrar el equilibrio perfecto entre conciencia y senilidad, emotividad y contención. “Nunca había interpretado a un personaje como este. Lo veo como un hombre normal, sencillo e introvertido, que es algo que me resulta ajeno. Por eso acepté este reto”, ha explicado Plummer, sonriente y en plena forma, en videoconferencia desde Estados Unidos.

El actor canadiense, quien ya se opuso a los nazis en Sonrisas y lágrimas, mucho antes de ver revitalizada su carrera hace tres años al ganar un Oscar por Beginners (“tampoco estaba sin trabajo, pero ahora recibo guiones más sofisticados e interesantes”, ha dicho hoy) logra cargar sobre sus espaldas con el peso de toda la película. E incluso salva los momentos poco creíbles, que no son precisamente escasos, en compañía de otro veterano como Martin Landau, que interpreta a su cómplice Max a los 87 años. La segunda baza de Remember es un giro final altamente inesperado, sobre el que no resulta conveniente decir nada, salvo que evita la improbable reconciliación que parecía anunciarse y conduce a la película hacia un desasosiego bastante más interesante que la hora y media que le ha precedido.

Por desgracia para Egoyan, una película es algo más que un buen actor y un final contundente. El director firma una puesta en escena torpe y convencional, repleta de lamentables secuencias pintadas con brocha gorda –la que transcurre en casa del policía white trash es, sin duda, la peor en ese terreno–, que se ven perjudicadas por extrañas elecciones creativas. Entre ellas, esa contradictoria luz dorada que invade la pantalla, una inadecuada banda sonora pensada para subrayar la intriga y la forzada interacción del protagonista con distintos niños, que parecen tener el simple cometido de restarle crudeza a la historia y hacerla más digerible de cara a las masas. No hay nada malo en querer que un protagonista caiga simpático, pero existen maneras bastante menos burdas de hacerlo.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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