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Bosnia, viajes al país de las fosas

Tochman relata la posguerra a través de la antropóloga que desenterró 2.000 cadáveres; Armada recupera crónicas del conflicto que, 20 años después, sobrevuela europea

Guillermo Altares
Un soldado bosnio entre varios civiles dispara hacia un francotirador serbio, en el centro de Sarajevo el 6 de abril de 1992
Un soldado bosnio entre varios civiles dispara hacia un francotirador serbio, en el centro de Sarajevo el 6 de abril de 1992MIKE PERSSON (AFP)

Este otoño se cumplen 20 años del final de la guerra de Bosnia con la firma de los acuerdos de Dayton. La comunidad internacional sólo intervino militarmente contra los serbios y forzó la firma de aquel pacto porque, unos meses antes, en el verano de 1995, las tropas al mando del general Mladic asesinaron a 8.000 varones musulmanes en Srebrenica, la peor masacre en Europa desde la II Guerra Mundial. Dos décadas después, Bosnia-Herzegovina es un país roto, sometido a constantes tensiones, que ha vivido varios estallidos populares desatados por el desastre económico que padece. La UE es un sueño lejano, la posibilidad de reconciliación se ha olvidado entre el paro y el dolor. Bosnia es también un país lleno de fosas, de desaparecidos. Dos libros sobre aquel conflicto acaban de ser publicados en España, Como si masticaras piedras. Sobreviviendo al pasado en Bosnia, de W. L. Tochman, y Sarajevo, de Alfonso Armada (con fotografías de Gervasio Sánchez), en una muestra más de que se trata de un conflicto que sigue sobrevolando la conciencia europea, porque la pregunta clave sigue sin respuesta: ¿cómo pudo volver a ocurrir algo así al final del siglo XX?

Cualquier periodista que haya viajado a los Balcanes en la posguerra se ha topado con antropólogos forenses. Su labor es esencial porque son los únicos que, al final, pueden dar una respuesta definitiva a las familias, cerrar el drama de aquellos que llevan a veces décadas buscando a sus familiares engullidos por la guerra. Recuerdo a un forense peruano llamado José Pablo Baraybar, con experiencia en Haití, Argentina, Perú, Guatemala, Ruanda, Croacia, Bosnia y Congo, que explicaba en Kosovo cómo todas las historias de desaparecidos en conflictos se parecían: “Siempre hay mujeres solas que buscan”. El libro de Tochman (Cracovia, 1969), un periodista de Gazeta Wyborcza, pero, sobre todo, de la escuela de reporterismo de Kapuscinski, relata la historia de Ewa Klonowski, una antropóloga polaca que trabaja en Bosnia, que ha desenterrado 2.000 cuerpos. A través de esta extraordinaria mujer, Tochman hace un relato de la posguerra, del dolor que nunca se apaga, de las mujeres que buscan entre las fosas, de las enormes dificultades a las que se enfrenta el trabajo forense —en muchos casos, los ultranacionalistas serbios desenterraron los cuerpos y volvieron a inhumarlos en otros lugares para tratar de burlar la justicia internacional, lo que hace que el mismo cadáver pueda estar repartido en diferentes fosas—.

Alfonso Armada, que cubrió para EL PAÍS este y otros conflictos, recupera en este libro sus crónicas y diarios personales de la contienda. El hecho de que sigan vigentes 20 años después demuestra que lo ocurrido entonces es todavía imprescindible para entender los peligros que acechan sobre un continente en el que los nacionalismos y los extremismos nunca acaban de estar totalmente controlados (basta con ver los resultados de Aurora Dorada en Grecia). El libro se completa con un viaje a Bosnia en la actualidad, a Srebrenica, en el aniversario de la matanza, cuando cada mes de julio se produce un entierro de las víctimas sacadas de las fosas el año anterior. “Los ataúdes de los 409 identificados este año no son ni grandes ni pesados. A veces tan solo un puñado de huesos. Lo que queda de un hombre”, escribe Armada. También podríamos decir lo que queda de un país, esos huesos que nos recuerdan los demonios malditos de Europa.

Como si masticaras piedras. W. L. Tochman. Libros del K.O. Madrid, 2015. 158 páginas. 16,90 euros.

Sarajevo. Alfonso Armada. Malpaso. Barcelona, 2015. 204 páginas. 17,50 euros.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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