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La reforma del islam

Ayaan Hirsi Ali identifica las claves del Corán que sirven de pilares a la violencia. Y rebate visiones simplificadoras como la de Karen Armstrong

Antonio Elorza

La combinatoria ensayada por Ayaan Hirsi Ali parece en principio excesiva. Como siempre, está ahí su autobiografía, que permite entender cómo su visión del islam arranca de su propia trayectoria vital. Además, un trabajo exhaustivo sobre los textos sagrados le sirve para invalidar las simplificaciones engañosas al estilo de Karen Armstrong, negadoras de la dimensión violenta del Corán. Por fin un repaso pormenorizado de las manifestaciones del terrorismo islámico y de las respuestas sociales en el presente le lleva a plantear una cuestión fundamental: ¿cómo abordar el tema del yihadismo si al mismo tiempo muchos pensadores liberales se entregan a difundir la falsa idea de que islam y terrorismo nada tienen que ver, combatiendo por diversas vías a quienes tratan de analizar la realidad?

Unas veces asumiendo la presión islamista para excluir al analista laico —como bien sabe la autora—, otras suscribiendo el anatema de “islamofobia” frente a cualquier crítica y otras, en fin, mostrando un claro menosprecio ante las respuestas a los grandes atentados. Así la calificación por Francisco Rubio de la manifestación por Charlie Hebdo en París como “política espectáculo”. Recordemos el éxito en este diario del artículo ‘Yo no soy Charlie Hebdo’.

A juicio de Ayaan Hirsi Ali, la solución de la trama pasa por reconocer algo evidente: aunque no lo compartan, la mayoría de los musulmanes “no están dispuestos a reconocer, y menos a repudiar, la justificación teológica de la intolerancia y de la violencia contenida en sus propios textos religiosos”. También muchos liberales se niegan a ese reconocimiento, único camino para detectar los fundamentos de la violencia en el Corán y los hadices, y como consecuencia proponer su reforma. Hirsi Ali parte de la distinción, ya elaborada en su momento por Mohamed Taha, entre la etapa de predicación de Mahoma en La Meca, y la de su acción política y guerrera en Medina. Los yihadistas de hoy serían herederos directos de “los musulmanes de Medina”.

La autora individualiza cinco claves que en el marco del Corán sirven de pilares a la violencia: la semidivinización de Mahoma con el seguimiento de los versículos del Profeta armado; la anteposición de la vida después de la muerte; la sharía; el principio de “ordenar el bien y prohibición del mal”, y el mandato de la yihad. Los historiadores Michael Crook y Patricia Crone, los clásicos desde Algazel a Abderraziq, entran en una interpretación compleja que permite explicar a continuación el bloqueo de toda reforma. La relación aportada de reformistas y disidentes no aclara demasiado las perspectivas de ese cambio, que sin embargo resultaría necesario en los puntos nucleares citados. Pero es muy difícil que las cinco rectificaciones lleguen. Lo único claro es que son los propios musulmanes quienes tienen que acometer la tarea reformadora. En suma, un libro imprescindible.

Reformemos el islam. Ayaan Hirsi Ali. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2015. 279 páginas. 12,49 euros.

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